sábado, 26 de febrero de 2011

En el 2006 Toledo, Kuczynski, Rospigliosi y Vargas eran parte de una misma estrategia

Toledo se olvidó de los 4 suyos y comprometió a sus
 ministros para gestionar apoyo de los Estados Unidos
contra Ollanta Humala y la democracia peruana, 

¿Qué pasó el 2006?
Corría la navidad del año 2005, y el primer ministro Pedro Pablo Kuczynski hizo una declaración explosiva: sin que nadie se hubiera dado cuenta habían ido saliendo de prisión en lo que ya iba de la década de los 2000 unos 10 mil terroristas. Más aún, como acababa de ocurrir un atentado en la selva por esos días con un saldo de muertos y heridos entre los policías, PPK añadió una información adicional: que el cerebro de las acciones en el Huallaga y en el VRAE se encontraba en Lima.
¿Alguien se sorprenderá entonces del dato proporcionado por Javier Diez Canseco de que PPK fue la persona que se dirigió a los medios de prensa para proponerles lanzar una campaña sobre el efecto que el ascenso de Ollanta Humala en las encuestas estaba teniendo en la cotización del dólar y en la inflación, de la que había hablado Augusto Álvarez Rodrich sin dar nombres? Yo todavía tengo en mis archivos la columna editorial de un diario capitalino que recogió la idea y la convirtió en una desesperada filípica en enero del 2006: qué les pasa a los pobres que no se dan cuenta que con sus respuestas a las encuestadoras están haciendo tambalear al sol y produciendo una fuga hacia el dólar que va a crear inflación.
A esa nota le contesté con un toque de humor recordando que el columnista que hacía gala de su inteligencia al responsabilizar a la población de bajos ingresos y excluida del modelo económico, de la estabilidad de los grandes negocios, era también un partidario acérrimo del voto voluntario que según él hará que sólo vayan a las urnas los que tienen para gastar en pasajes, dejando fuera a tanto pobre electarado que vota por el humalismo y esas otras especies raras difíciles de digerir.
Es obvio decir que ambas maniobras desinformativas a cargo del que algunos creen que es el “candidato serio” de la presente campaña buscaban sembrar inseguridad y miedo, para manipular las decisiones. Nunca hubo 10 mil senderistas en armas y mucho menos tantas personas presas por terrorismo, aún si se cuentan a muchos inocentes que pagaron injusta carcelería. Y no había dirección nacional para los grupos remanente de Sendero Luminoso en la selva. Tampoco se desató el pánico financiero que se quiso orientar desde la prensa. Pero lo que nunca podrá decir Toledo es que su primer ministro actuó por cuenta propia, como dice que hizo su ex ministro del Interior cuando fue a proponer una campaña de guerra sucia contra Humala a la embajada de Estados Unidos y a solicitar fondos especiales para su cruzada por la democracia y contra los cocaleros, que Rospigliosi y los gringos identifican con el narcotráfico.
No es concebible que el primer ministro se metiera en gestiones ante los medios y que hiciera declaraciones destempladas, sin que el presidente se entere o lo corrija. Más bien lo que parece mucho más razonable es que los de Rospigliosi y Vargas en la embajada, y lo de PPK eran parte de una misma estrategia.
A fines de diciembre de 2005, Ollanta Humala y su esposa hicieron un viaje a Cuba con una escala de retorno en Venezuela, donde lo recibió Hugo Chávez e hizo unas inolvidables expresiones de apoyo a “a este muchacho Ollanta Humala”. Inmediatamente, en Perú, la repuesta no corrió a cuenta de los candidatos o del JNE si se hubiera violado alguna regla, sino del presidente en funciones Alejandro Toledo que dijo: “Hugo Chávez es presidente de Venezuela, no de América Latina... puede tener todos los petrodólares que quiera, pero eso no le permite desestabilizar a la región”. Lo que arrancaría una áspera controversia entre presidentes, con distanciamiento diplomático y retiro de embajadores.
Toledo había marcado un eje con esta intervención. Y sería él quién le señalaría el camino a Alan García para crear un debate internacional con Chávez que se superpusiera y tapara el que se estaba desarrollando dentro del país. Exactamente como hoy hace con su aliado del 2006, Alan García al que dirige todas sus denuncias, opacando a los demás candidatos, hace cinco años se hizo con Chávez para bajar a Ollanta. No era una acusación circunscrita al supuesto chavismo de Humala, que permitía ignorar las propuestas de cambios económicos, sociales y constitucionales sino una implícita transferencia a la idea de que el jefe de la campaña no estaba en Lima sino en Caracas. Hoy se hace lo mismo cuando se ningunea a Castañeda y Keiko y se afirma que la discusión es con su padrino, el grandulón García.
El 2006, Toledo se iba del poder sin pena ni gloria, sin haber podido presentar una plancha para la sucesión presidencial y con una débil lista parlamentaria, a la que la hicieron pasar la valla de descalificación con truco, para mantenerle la inscripción. Pero el hombre nunca se privó de seguir dictando sermones al pueblo peruanos: una victoria de Humala sería un “salto al vacío”, “sería un desastre para el Perú”, “populismo barato”, etc. Pero ese mismo personaje es el que ahora dice que está más cerca de Ollanta que de García, y le birla cada que puede, las ideas del nacionalista que tienen mayor aceptación en las masas.
En el 2006, violando su condición de presidente de la república, Toledo se jugó para que ganara García, ahora el mismo Toledo dice para qué necesitan a Humala si yo puedo pelearme con García y hacer su plan de gobierno. Un juego lleno de riesgos que el chakano juega sin escrúpulos porque su meta por ahora es sólo ganar.
Hace cinco años, después de una primera vuelta áspera y difícil empezaron a restañarse las heridas y como se sabe el “tío George” se fue a la embajada para que ayudara a reconciliar a todos sus aliados para la tarea de derrotar a Humala. Entonces la “candidata de los ricos” se convirtió en una persona que siempre tendrá un lugar en la política peruana así llegue segunda o tercera; el “candidato que amenaza con traernos de regreso al pasado”, se transformó de un día a otro en el tipo que a pesar de cualquier cosa tiene una indiscutible vocación por la democracia.
Todos estos rebuscamientos tenían un solo sentido, armar el frente de todos contra Ollanta, que operó para la segunda vuelta y que integró a todos los partidos nuevos y viejos contra el nacionalismo, al gobierno de turno que debía ser neutral y a la embajada más visitada de la capital peruana. Toledo estaba ahí. Por eso le debemos el gobierno que ahora estamos a punto de despedir. Pero el no quiere que le recordemos eso.
El 2000, el 2001, el 2006, son fechas de las que el “cholo” no quiere acordarse porque él sólo está pensando en salvarnos nuevamente de nosotros mismos. ¿Cómo se convirtió en el candidato anti Fujimori y de dónde venía?, ¿qué ofreció en los Cuatro Suyos y en las elecciones del año siguiente?, ¿a cuenta de qué intereses se convirtió en enemigo de la candidatura de Ollanta Humala?, ¿por qué se fue del país si prometió quedarse a vivir entre los peruanos?
Podrían seguir las preguntas, para un país que ha empezado a recuperar la memoria. Pero no les parece mejor si pasamos la página y vamos a las propuestas.
Deja vu
Hay un aire de familiaridad en esto de los Wikileaks a medio leer o conocer en pleno proceso electoral, que despiertan ansiedad y sospecha entre la gente y que conduce a que una mayoría aplastante (90% según las encuestas) reclamen saberlo todo antes de las elecciones, con lo que sucedió en el 2001  cuando Fujimori ya había fugado del país e iban apareciendo con cuentagotas y de acuerdo a las conveniencias de los que controlaban el Congreso los vladivideos que mostraban los rostros de la corrupción y del autoritarismo.
En las calles se escuchaba el grito que recogía el sentimiento masivo del país: primero los videos, después las elecciones. Con eso se quería decir que el Perú reclamaba saber quienes estaban comprometidos con la mafia antes de terminar premiando con su voto a algún sinvergüenza agazapado como hubieron muchos que recién salieron a luz después que ya estaba instalado el nuevo gobierno. Entre ellos políticos, empresarios de televisión, banqueros y otros.
Contra el reclamo jacobino de la calle que pedía que el gobierno provisional limpiara al país de corrupción antes de votar por un nuevo presidente, sonó una voz disidente que señalaba que por ningún motivo se debían postergar las elecciones, ya que el país necesitaba urgentemente que ese señor se convirtiera en presidente. Era Alejandro Toledo prometiendo a diestra y siniestra, y pidiendo al país que sólo pensara en trabajar que de sus problemas él se iba a ocupar.
Con los años se supo los de las firmas falsas que comprometía al héroe de la democracia con el fraude contra el que después combatió, el video de Ferrero conspirando con Montesinos, los tratos oscuros con los magnates de la televisión para armar nuevas administraciones aliadas de su gobierno, etc. Es decir diversas relaciones con el pasado que no se conocían el 2001. Ahora, el “cholo” también está en contra que los Wikileaks que tiene “El Comercio”, el diario “El País” de España, y otros  se pongan a la vista porque “perturban” las propuestas. Otra vez nos va a “salvar” si lo salvamos de su propio pasado.

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