miércoles, 1 de junio de 2011

KEIKO FUJIMORI DEJÓ QUE TORTURARAN A SU MADRE

keiko prefirió el “sucio dinero de su padre”
ASÍ TORTURARON A SU MAMÁ
Tras el autogolpe de 1992, Susana Higuchi, exesposa de Alberto Fujimori fue torturada por órdenes de éste en las instalaciones del Pentagonito, con el silencio cómplice de sus hijos, entre ellos el de la actual candidata de Fuerza 2011.
“Un fin de semana entre abril y mayo de 1992, ocho personas me sacaron con mucha violencia del departamento que nos fue asignado en el segundo piso de uno de los edificios del SIE. Me sacaron con los ojos vendados, me encapucharon, me metieron en una camioneta 4×4 y me llevaron a no sé dónde”, contó Susana Higuchi, madre de Keiko Fujimori.
El relato corresponde al aterrador testimonio que brindó en febrero de 2002, casi diez años después de ocurridos los lamentables hechos, a la revista Caretas la ex primera dama de la Nación, respecto a torturas físicas y psicológicas que sufrió entre 1992 y 1994, ordenadas por su entonces cónyuge, el exdictador Alberto Fujimori.
Según la versión periodística, para cometer este delito, Fujimori utilizó las instalaciones del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), dependencia del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), hecho que contó con la tolerancia o el silencio de sus hijos, entre ellos la ahora candidata presidencial de Fuerza 2011, Keiko Fujimori.
Desgarrador testimonio
Higuchi contó con lujo de detalles cómo fue conducida, vendada y encapuchada, hasta los sótanos del SIE, en el Pentagonito, el mismo tenebroso lugar donde fueron secuestrados y torturados los exagentes Leonor La Rosa y Hans Ibarra, el periodista Gustavo Gorriti, el empresario Samuel Dyer, así como los estudiantes Keneth Anzualdo y Martín Roca (desaparecidos), un fin de semana de abril o mayo de 1992.
También narró cómo fue golpeada hasta perder el conocimiento, para luego ser dopada e incluso electrocutada, tal como lo hicieron con el narcotraficante Demetrio Peñaherrera, ‘Vaticano’, cuando denunció que pagaba cupos a Montesinos y Fujimori para dedicarse con tranquilidad a sus ilícitas actividades.
“Me torturaron con golpes hasta que caí inconsciente. Me inyectaron algo para que me quedara totalmente dormida. Allí me aplicaron electroshock, porque cuando vi hablar a Demetrio Peñaherrera, me preguntaba a mí misma: ¿me habrán hecho lo mismo? Yo, como ‘Vaticano’, quedé con lagunas mentales, no hilaba bien las oraciones, no sabía lo que hablaba”, dijo Higuchi el 2002.
Respecto a los autores, dijo que no reconoció a nadie, aunque señaló que las personas que la sacaron de su habitación en el SIE para luego devolverla al mismo lugar, tenían la apariencia de efectivos militares.
“No reconocí a nadie. Pero sé que todos tenían porte militar. No sé cuántos días pasaron, pero me ponen la misma ropa con la que me encontraron. Aparentemente estaba desnuda, tambaleante. Me sacaron de ese lugar y me dejaron por la parte posterior en el departamento asignado al Pentagonito”, contó.
Ante la prensa de la época, Alberto Fujimori negó las acusaciones de tortura y sin empacho brindaba falsas declaraciones para encubrir al aparato de inteligencia que tramaba todas estas tropelías en su favor.
El calvario de Higuchi
Las torturas a Higuchi ocurrieron pocos días después del golpe del 5 de abril de 1992. En marzo de ese año, la ex primera dama denunció que sus cuñadas Juana y Rosa Fujimori, actualmente prófugas de la justicia, utilizaban en propio beneficio la ropa usada enviada como donación desde el Japón a través de la ONG Apenkai.
Esta grave denuncia fue opacada por el golpe y sirvió para que la familia Fujimori-Higuchi se resquebrajara con la ayuda de Montesinos, quien desparramó la idea que “Susana Higuchi estaba loca” con el fin de desacreditar las denuncias.
Además de las torturas reseñadas líneas antes, el calvario de Higuchi incluye largos encierros en Palacio de Gobierno, acosos de desconocidas que le apagan la luz en su habitación palaciega y el dopaje sistemático en menoscabo de su salud.
En un documento al que tuvo acceso LA PRIMERA, Higuchi cuenta toda esta etapa que le tocó vivir previo a su divorcio con el exdictador. En uno de los pasajes, revela cómo descubre que durante año y medio fue dopada con Xanax de 1 mg y otros somníferos.
Relata también cómo el 28 de diciembre de 1994, cuando fue promulgada la Constitución de 1993, en el Salón Dorado de Palacio, tuvo vértigos, mareos y vahídos, para después, en su dormitorio, tener alucinaciones. Entonces, la versión que “Susana estaba loca”, trascendió los muros de la Casa de Pizarro.
Sin hijos consigo
Lo cierto es que en todo este periodo, los hijos de la pareja Fujimori-Higuchi optaron por el padre y la vida placentera que éste les puso a sus pies. Al referirse a dichos episodios, Susana Higuchi declaró que Keiko Fujimori prefirió el “sucio dinero de su padre”, que pagó sus costosos estudios universitarios en la Universidad de Boston, la más cara de Estados Unidos, y que sea ungida primera dama del Perú.
En esta época, Fujimori utilizó a Keiko y sus otros hijos para impedir la acusación que su exconsorte quiso interponerle por maltrato físico y psicológico. Ante las autoridades judiciales, el hoy congresista Kenyi Fujimori negó las imputaciones de su madre y agregó que jamás evidenció ningún rasgo de la supuesta tortura de la que habría sido objeto por parte de su padre.
 Sachi también manifestó que su madre nunca fue secuestrada, aunque remarcó que emocionalmente era muy inestable. Esto ha sido fehacientemente refutado por Susana Higuchi quien de manera categórica sostuvo que las huellas en su cuerpo no fueron producto del yaitó, una curación oriental a base de calor. “Pregúntenle a Fujimori si lo que me hicieron en la cara fue yaitó”, exclamó.
Keiko tiene responsabilidad ética
Carlos Rivera, abogado del Instituto de Defensa Legal (IDL), sostuvo que más allá de algún compromiso legal, la candidata Keiko Fujimori es responsable ética y moralmente de las torturas inferidas a su madre Susana Higuchi.
En diálogo con LA PRIMERA, el letrado recordó que Keiko avaló políticamente los agravios, entre ellas las acusaciones de tortura, pero jamás se pronunció al respecto. “Allí hay un asunto relacionado con la ética y la moral, que es importante en alguien que aspira a la Presidencia del Perú”, señaló.
Refirió también que sobre la tortura no solo está el testimonio de la misma agraviada, sino que obran además una serie de evidencias científicas como pericias legales, protocolos y certificados médicos.
Le dio espalda a su madre
El congresista Heriberto Benítez recordó que en 1995, Keiko Fujimori, a la sazón primera dama, dio la espalda a su madre, Susana Higuchi, cuando el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) denegó su postulación al Congreso en los comicios de aquel año.
“Higuchi hizo una huelga de hambre en la puerta del Jurado, protestando por el atropello a sus derechos políticos, pero Keiko ni siquiera la visitó ni se solidarizó con ella. La dejó, en plena vía pública, reclamando por sus derechos arrollados por normas legales dictadas por el CCD presidido por Jaime Yoshiyama”, señaló.

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