sábado, 29 de marzo de 2014

LA VIOLENCIA DE LOS DÍAS


Como no podía ser de otra manera, terminada la etapa del pleito parlamentario, que se resolvió como ya se sabe con la capitulación del PPC y otros grupos menores, el gabinete Cornejo pasó a enfrentar la oposición de verdad que es la que se expresa en las calles y en las carreteras y ahí lo que hemos podido ver es que la crisis de autoridad es mucho más profunda de lo que podría haberse supuesto a primera vista.
Los mineros que apalean policías en Lima y destruyen propiedad pública y privada, están dando un testimonio apabullante de su irritación hacia el gobierno y de la falta de respeto que mantienen hacia el gabinete de tecnócratas que la CONFIEP defendió apasionadamente en los días de la crisis de la confianza. Pero no son los únicos. Los médicos de los servicios del ministerio de Salud preparan su tercera huelga indefinida en tres años, en una secuencia que ha pasado de un reclamo que se convirtió en acta de acuerdos en el 2012, y que suscitó otra huelga un año después para que se cumpla lo pactado y que este año lleva como consigna que se cumplan los acuerdos del 2013 que consistían en que se cumpliría lo pactado el 2012.
Es decir que el gobierno ya cansó con la mecedora del MEF que permite que los ministros se comprometan a lo que después no podrán cumplir porque la caja de Economía no lo permite. Hay otros problemas con los trabajadores del Poder Judicial, que tienen paralizada la administración de Justicia, las enfermeras que están haciendo paros escalonados en diversas partes del país. Y los cocaleros del VRAEM que han tenido una delegación de treinta dirigentes por estos días en Lima para tratar con el primer ministro el tema del plan de erradicación de hojas de coca que ha anunciado la señora que dirige DEVIDA, y que responde a su propio fracaso en la aplicación de los planes de desarrollo alternativo. El precario acuerdo con Cornejo es un plazo de cuatro semanas, que vence a fines de abril, para que el gobierno les presente una propuesta o tendremos otra huelga regional en el lugar más conflictivo de nuestra geografía económica y política.
Una lucha empresarial se ha sumado a toda esta movida brusca del ambiente y es la huelga indefinida de los más de mil grifos de 12 regiones de selva y sierra que han sido comprendidos en un decreto supremo que reduce a la mitad la cuota de gasolina que podrá ser vendida a cada distribuidor, con el supuesto propósito de reducir el acceso a insumos para el narcotráfico. La medida gubernamental ha sido cuestionada por los griferos que señalan que se está alterando bruscamente sus programas de venta y expectativas de ingresos, a lo que están asociadas sus obligaciones de pago con su personal, proveedores y sus deudas con el sistema financiero. La idea, además, de que un recorte de la oferta, desabastecerá a los narcos es sencillamente estúpida ya que fácilmente se puede deducir que si hay narcos comprando libremente gasolina, probablemente acapararán el stock disponible, desabasteciendo las actividades legales y el transporte.
La huelga de los dueños de los grifos pudo ser evitada si las autoridades escuchaban sus argumentos, pero los funcionarios de la PCM que tienen a su cargo el tratamiento de los conflictos contestaron a sus delegados que en vista que todavía no había estallado un conflicto abierto no podían tratar con ellos. Ahora les están pidiendo que levanten la huelga para recibirlos, después que pudieron haber negociado cuando no había una acción de lucha. Entre los departamentos castigados por la reducción de su cuota de combustibles están Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Huancavelica, Cusco (excepto la provincia de Cusco, capital del departamento), Puno, Junín, Pasco, Huánuco, San Martín, Amazona s y Loreto. Casi medio Perú.
¿Qué está pasando?
Hay un elemento evidente de incompetencia del gobierno para afrontar problemas, obsesionado como anda este gobierno en hacer la buena letra para la gran empresa y los medios de comunicación que forman parte de la concentración mediática. En el caso de los pequeños mineros, es responsabilidad de Humala y sus ministros el haber generado desde diciembre de 2011, en pleno problema de Conga, una grotesca amalgama entre los problemas de formalización y desarrollo de las actividades de pequeños mineros artesanales que existen en una gran  parte del país, y el concepto de minería ilegal que abarca a los que ocupan zonas prohibidas por su impacto ambiental y sistémico, que generalmente realizan grandes inversiones y reclutan mano de obra semiesclava en Madre Dios y parte de Puno, y que han construido una red de intermediación que permiten que todo el oro de origen dudoso se legalice finalmente y forme parte de las estadísticas de exportación.
Cuando el general Daniel Urresti, al que Humala le ha encargado perseguir manu militari a la llamada “minería ilegal”, se queja de que los mineros de Chala o Apurímac están siendo engañados por los ilegales que les dicen que el gobierno los quiere eliminar, está faltando a la verdad porque fue el gobierno el que quiso engañar al país y servir a la gran minería cuando metió a todo el mundo en el mismo saco, y puso al mismo Urresti a mirar diversos problemas con el mismo enfoque represivo de que la única minería que vale es la del tipo de la practica Roque Benavides. Pero hay un segundo elemento en esta etapa de la crisis que es el de la violentización de las protestas por los huecos de autoridad que atraviesan a Humala y su gobierno.
Es el resultado de un zarandeo continuo en el que los medios no respetan al gobierno, el Congreso lo señala con las peores intenciones, el presidente no respeta a sus ministros (salvo a Castilla) y la primera dama deja en ridículo a su marido. La derecha que se goza de su situación de tener en el bolsillo al gobierno y a la vez poder representar el papel de beligerante opositora, ha venido difundiendo además la idea de que es democrático destruir propiedad privada y pública en Caracas, si uno no está de acuerdo con el gobierno, pero le parece una barbaridad que eso ocurra en Lima. Hay pues un cruce de mensajes y de falta de rumbo que está echando leña al fuego de una situación política cada vez más caldeada.
¿Y Humala? Sigue haciendo declaraciones desorientadas invocando a la una autoridad a la que el mismo renunció cuando aceptó imposiciones de distintos lados.   
Publicado Hildebrandt en sus Trece

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