domingo, 1 de febrero de 2015

CLAUDIA CISNEROS: “HUMALA NO ESTUVO PREPARADO PARA LAS COMPLEJIDADES DE GOBERNAR Y LIDERAR UN PAÍS”

Claudia Cisneros
Claudia Cisneros:
Periodista. Empezó su carrera en los EE.UU. Fue jefe de mesa en WSCV-Channel 51 (Telemundo) y en WSVN-Channel 7 (Fox). En el Perú fue corresponsal de CNN y trabajó en varios canales. Actualmente dirige un blog de divulgación científica y un programa de entrevistas por internet.
Emilio Camacho
El despacho de la periodista más enterada de tecnología y ciencia en el Perú no tiene un aspecto 2.0. Por el contrario presume de un airecillo retro que llama la atención. Las ventanas de las que está pendiente Claudia Cisneros no son las del sistema operativo que usa su computadora sino tres pizarras acrílicas, colgadas en una pared, en las que va apuntando sus actividades. En una están anotados los próximos posts de Sophimanía, su blog de ciencia. En otra las entrevistas que hará para En Voz Alta, el programa de entrevistas políticas que dirige en Aweita.pe. Y un poquito más allá se pueden leer los proyectos que tiene con su novio. Pero un mensaje adicional, escrito por partes, con la letra apresurada de un niño, es el que más llama la atención. “Ma' deja los aparatos”, dice aquella nota, escrita por su pequeña hija, que le pide que deje el celular, la 'compu' y sus coordinaciones con los jóvenes que marcharon contra la 'Ley Pulpín' para que pasen un momento juntas. En medio de la vorágine política que ha vivido en los últimos días, Claudia no ha podido despegarse de su rol principal, ese que no necesita de pizarras con anotaciones, el de madre dedicada.
El 5 de junio de 2011 escribiste una columna en la que veías los probables escenarios de la elección presidencial...
¿Y la achunté o no?
Hablabas de los dos escenarios en realidad. En un párrafo decías, te lo voy a leer: "Si el 6 de junio el Presidente resulta ser Ollanta Humala saltaré los 30 primeros segundos de alegría, porque el fujimorismo no se volvió a inocular, pero los siguientes treinta segundos caeré sentada en el diván, sumida en la incertidumbre". ¿En verdad pasó eso? ¿Diste saltos de alegría cuando se conoció el resultado de la elección?
Sí, claro. Definitivamente. No me arrepiento para nada de la campaña que hicimos para que no saliera el fujimorismo. Porque, como bien se dijo en esa oportunidad, y hasta ahora lo creo; el fujimorismo planteado por Keiko Fujimori es un continuismo del fujimorismo de su padre. Quizá tenga algunas personas nuevas, pero también importantes pesos pesados y oscuros que ya conocemos. Entonces, nuestra apuesta era evitar a toda costa que esta forma de gobierno, que destruyó las instituciones, volviera. Y también fui muy sincera cuando escribí lo de la incertidumbre. Nosotros apoyamos a Humala porque éramos parte de una campaña anti Keiko, pero creo que ninguno tenía claro hacia dónde iba a decantar este candidato.
¿Y cómo se pasa de la euforia discreta, por el resultado de la elección del 2011, a la decepción en este 2015? Esta semana escribiste que Humala “es un mandatario que no manda, un líder que no lidera, y un Presidente que no preside”.
Bueno, cómo se pasa a eso... es que tenemos a Humala de Presidente, así de simple. Mira, en una entrevista que le hice a César Hildebrandt, esa es más o menos la misma pregunta retórica que se hace César, cuando dice: "Qué brebaje hay que tomarse para pasar de ser el caudillo de unos indignados a faldero de la Confiep". Eso traducido quiere decir que Ollanta Humala prometió y prometía ser un Presidente que no sucumbiría a las presiones y la hegemonía de este poder fáctico que es el modelo neoliberal, pero no lo hizo. Y esto no viene de ahora, no se trata sólo de lo que hizo con la Ley de Empleo Juvenil, esto viene de atrás. Viene de Conga, lo de las AFP, el paquetazo medioambiental.
¿Y qué tanto conociste al Presidente en la campaña del 2011? ¿Llegaron a conversar?
Creo que hubo una reunión breve después del juramento que se dio en la Casona de San Marcos. Allí le di la mano y lo saludé. Le dije: "No nos decepciones".
Es evidente que no te hizo caso.
Quizá nunca le importó mucho.
¿Y luego de eso no se vieron más? ¿No desarrollaste alguna amistad con Nadine o con Ollanta?
No, si esa es la percepción que se tiene, la percepción de que fuimos amigos, es errada. Nos hemos visto después, sí, pero porque mi hijo estudia en el mismo colegio que una de sus hijas. Mi hijo es cantante en el coro y su niña también participa en este grupo. Por allí que nos hemos visto, con Humala y con Nadine, pero cada quien en su espacio.
Volvamos a tu opinión actual del Presidente. El Humala de hoy hizo algo que el candidato Humala hubiera condenado: impulsó un proyecto de ley que recortaba los derechos laborales de los jóvenes. ¿Por qué crees que lo hizo? ¿Por incapacidad? ¿Por miedo a los intereses que estaban detrás de esa norma? ¿O porque nunca nos dimos cuenta de que no tenía ningún problema en cambiar el mensaje con el que llegó al poder? 
Yo creo que Humala es una persona que no estuvo preparada para las complejidades de gobernar y liderar un país. Creo que su gesta fue más de oportunismo que de bandera. Me queda claro que nunca sintió como suya la bandera de la transformación y tampoco la necesidad de equilibrar el sistema imperante con uno más justo. Es más, en el 2006, cuando estaba auspiciado por Hugo Chávez, tampoco creo que Humala fuera chavista. Es que nadie puede cambiar tan pronto, tan dramáticamente. No puedes ser chavista el 2006, lulista el 2010-2011 y líder y miembro honorario de la Confiep el 2015. ¿Cuál de esos es Humala? Yo creo que ninguno. Él es un señor que se fue acomodando a las necesidades de cada ocasión y a quienes en su momento le eran útiles para llegar al poder.
Ahora, quiero entender un poco tu antifujimorismo, ¿tú eres crítica de este grupo sólo por tu convicción de que hicieron un gobierno corrupto y violador de derechos humanos o hay algo más, algo personal?
No, personal para nada. No tengo nada personal, excepto, quizá, con alguna parlamentaria (Martha Chávez) que tiene por hobby insultar y mentir, abierta y descaradamente, amparándose en su inmunidad. Pero eso pasó después del gobierno de Fujimori. Eso vino por mi activismo contra el fujimorismo. Y yo siento que este grupo es todo lo que un gobierno no debería ser. El fujimorismo no solo gobernó robándole a la gente, sino engañándola y manipulándola.
Entiendo tu argumento, sin embargo yo tengo una teoría sobre algo que podría haber reforzado tu posición crítica contra el fujimorismo.
A ver...
Tus padres fallecieron de cáncer. Y Alberto Fujimori usó lo de su supuesta enfermedad como un argumento político. Es más, creo que tú acompañabas a tu padre en el Hospital Neoplásicas cuando Fujimori montó una farsa para demostrar que estaba enfermo y que merecía el indulto humanitario...
Sí, te acuerdas muy bien. Pero mi antifujimorismo viene de más atrás. Mi mamá murió el 2010 y mi papá en enero del 2011. Pero para mí, claro, esto que me dices fue la constatación de que el fujimorismo prefiere el engaño. Era la constatación de esta forma abominable que ellos tienen de manipular a la gente con fines políticos. Para ellos el fin justifica los medios. Es canalla que se usara eso. Afirmaban que Fujimori tenía algo que no tenía.
¿Detestas a Alberto Fujimori? ¿Lo odias?
No, yo no podría decir que lo odio. Quizá podría decir que desprecio al político que fue. Pero, no, aunque no soy una persona religiosa, procuro no guardar ese tipo de sentimientos por nadie.
¿Y cuánto te ha quitado a ti el cáncer Claudia? Se llevó a tus padres, a uno de tus tíos más queridos, el tío Toño (el poeta Antonio Cisneros).
Sí, el cáncer desgraciadamente corre bastante en mi familia. Mi madre falleció en agosto de 2010 y unos cuantos meses después falleció mi padre. Lo de mi madre fue muy duro. Ella estuvo batallando unos tres años, la luchó y extendió un poco su tiempo de vida. Mi padre sí se fue rápido, en unos tres meses. Luego tengo varios tíos, por parte de mi madre sobre todo, que también fallecieron por este mal, y entre los que se conocen públicamente está el tío Toño.
Escribiste sobre él, decías que te enseñó a escuchar Tocata y Fuga de Bach...
Sí (sonríe). Aunque nunca tuvimos una relación muy cercana. Diría que lo gocé ya de grande, en alguno que otro encuentro, pero siempre lo admiré, aunque no he leído toda su poesía. En realidad no he leído mucha poesía en general, pero de él siempre admiré su autenticidad, su originalidad, su chispa, su ser natural.
Cuando te despediste de él, en una columna, describías al cáncer de una forma muy fuerte. Lo llamabas: "cáncer bastardo, inmisericorde, réprobo, traidor y cobarde que te escondes tras el tejido bueno, te confundes entre las células de la vida y las asesinas, te alimentas de ellas, antropófago, servil del mal".
Asu (abre los ojos)... Sí. La verdad es que hay muchas formas de tomarse la muerte, pero cuando toca a gente a la que tú quieres, y a la que además tienes que ver padecer, eso es (piensa unos segundos)... Es una enfermedad que hace que las personas se vean muy disminuidas. El cuadro final de una persona enferma de cáncer es muy distinto al de la persona original. Es bien duro aceptar todo ese sufrimiento.
Hablemos de tu activismo, ¿qué lleva a una periodista exitosa, a una conductora de noticieros, reportera...
...(Se ríe) Define exitosa por favor.
Bueno, es que yo pienso eso de ti. Pero, dime, ¿qué te convierte en una activista que, de pronto, sale a marchar y a tragar los gases lacrimógenos que lanza la policía?
Para empezar, el mismo hecho de no estar en un medio grande en el que pueda expresar mis opiniones y tener un poco más de incidencia. Yo creo que siempre fui una activista con mayor o menor perfil, creo que incluso dentro de los medios hice un activismo en contra del mal periodismo. Quizá esa fue una de las cosas que más ha incomodado a la gente que ha trabajado conmigo. No sólo he cuestionado los contenidos sino las formas: el amarillismo, la estridencia, la procacidad, cosas así.
Ahora, este no es un gran momento para los periodistas, la gente desconfía mucho de nosotros. En un escenario como este, ¿cuánto puede aportar un periodista-activista a una causa?
Es que mi activismo no viene del periodismo sino de la ciudadanía. Lo que sí aprovecho es utilizar mis contactos de periodista, de buena manera, para canalizar algunas de estas ideas o protestas. Esa es una forma de contribuir, como ciudadana y periodista. Ahora, mi activismo también se da a través de la divulgación de la ciencia, con mi página web, por lo que no gano un sol. Son solo ganas de compartir.
¿Cuál fue el momento más complicado de las cinco marchas contra la Ley Laboral Juvenil?
Creo que no dejó de ser complicado nunca. Al comienzo fue muy desordenado. Habían muchas organizaciones, colectivos, sindicatos, gremios. En la segunda marcha ya había alguna articulación de esos grupos, y cada vez se fue afinando un poco más.
¿Nunca hubo un momento de riesgo contra tu seguridad?
Sí, pero incluso eso estaba vinculado con la organización. Con una mejor estructura se formaron comisiones de seguridad, de comunicación, ibas conociendo a todos. Podías identificar infiltrados, (agentes) ternas.
¿Viste muchos infiltrados?
Yo sí vi algunos en la cuarta marcha. Vi cuatro. Dos delante de mí, con sus casacas.
¿Los agentes gritaban consignas contra el gobierno?
Bueno, sí, lo que pasa es que los tipos estaban mirando a otro lado, pero cuando se encontraron con mi mirada, y estábamos a mitad de un lema, ellos empezaron a corear el lema (sonríe).
¿Y cuánta es la distancia entre el activismo y los cargos públicos? ¿Qué te haría postular a un puesto público? ¿Te lo han ofrecido?
Por allí, alguna vez me han hablado. Pero yo me siento cómoda desde el activismo. Te da una autonomía y una independencia que entrando en política se pierde o disminuye mucho. En política tienes que negociar, y negociar cosas con las que no estás de acuerdo.
Hablemos de cosas más felices, ¿qué empezó primero, tu fascinación por la ciencia o por la filosofía?
Yo diría que siempre hubo una fascinación por el conocimiento, que abarca las dos cosas de las que me estás hablando. Pero, yo entré a la universidad, en el 2004, atraída por la filosofía. Antes no había estudiado ninguna carrera porque cuando terminé el colegio me fui a vivir fuera del país y mis padres no tenían la plata para pagar una carrera. Apenas estudié un año de teoría musical y canto lírico y luego me metí al periodismo, a trabajar, en los Estados Unidos. Ahora, el primer año de estudios generales de letras, tomé un curso de cosmología que es la historia del universo. Allí pasas por todo, el big bang, conceptos de astronomía, hasta mecánica cuántica. Para mí hubo un antes y después de ese curso. Me dio una visión, no solamente de lo que hasta ahora se postula como explicación de la creación de la existencia, sino de las fuerzas físicas que están detrás del universo.
¿Te volviste seguidora de Carl Sagan?
Oye sí, yo ya lo había visto de más chica. Mi padre nos enseñaba Cosmos, la serie, pero obviamente me comencé a meter mucho más. La cosmología te da una visión extraordinaria que te ubica como ser humano dentro de la existencia. Creo que allí empezó a materializarse mi activismo por la divulgación científica.
¿Y esta cosa tuya de tratar de entender racionalmente las cosas te ha puesto en curso de colisión con personas muy religiosas, que se explican los fenómenos de otra manera, usando el concepto de Dios?
Ciertamente mi vínculo con la religión lo perdí al salir del colegio.
¿Pero cómo así? Tú estudiaste en un colegio de monjas.
Sí, era un colegio católico. Y creo que precisamente por eso me alejé. Veía demasiada propaganda y poca reflexión, poca sustancia, mucha repetición de mantras. Me acuerdo que a los 10 o 12 años le pregunté a una monja qué hubo antes del día uno de la creación, la monja me respondió que no debía preguntar ese tipo de cosas y tampoco pensarlas, porque podía volverme loca.
¿En serio te dijo eso?
Sí. Y eso me fue haciendo sospechar de lo que nos enseñaban. Ya en la media comencé a hacer otras preguntas. Pero a las monjas no les interesaba debatir. Y supongo que tampoco podían debatir. Cómo conciliar con la realidad una fe basada en fantasías.
¿Y en general te llevas mal con la gente religiosa? Alguna vez has dicho: "La religión extirpa todo pensamiento crítico".
Sí, yo creo eso. Pero también respeto que para algunas personas la religión puede ser útil, terapéutica, un referente de vida, de valores morales, siempre que realmente los practiquen. Pero, de acuerdo, también pienso que te anula el pensamiento crítico, porque se trata de repetir verdades incuestionables. Tú no puedes cuestionar nada.
Yo te mencionaba a Sagan hace un momento, y él era un escéptico para todo, pero no se atrevía a llamarse ateo porque decía que los ateos eran personas que tenían la certeza de la no existencia de Dios, ¿tú estás en esa misma ruta?
Sí. No soy dueña de la verdad. Ni quisiera que se me vea así. Y si mañana o pasado aparece acá un Dios bajado del cielo, si se dan los hechos de esa manera, lo aceptaré. Pero mientras lo que existan sean fábulas y narraciones bien intencionadas, pues seguiré como hasta ahora.

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