domingo, 28 de febrero de 2016

NO PARA ODEBRECHTLOVERS



Escribo estrictamente acerca de lo que creo sin cortapisa o autocensura económica o partidaria. Tras años de modesta lucha antisistema en los medios, si de algo me precio es de tener ese privilegio: ser dueña de mis reflexiones, aciertos, errores y contradicciones. No me auspicia ninguna procesada transnacional, ni milito en algún partido. Sí tengo posición política y ejerzo ciudadanía desde el activismo. Mi vida laboral ha sido saludablemente inestable desde que me tomé en serio la frase de César Hildebrandt que es mi mantra: “El verdadero periodista debe tener siempre lista su carta de renuncia en el bolsillo”. Es la única forma de sobrevivir en este medio, no como empleado o receptor de cheques o poder, sino como persona.
Justo hace un año, en su revista En sus Trece (08/15), César tuvo la gentileza de publicar una aclaración mía sobre un supuesto vínculo que el entrevistado, Julio Guzmán, parecía sugerir. Expliqué que no lo conocía y menos sintonizaba con él: “Me ha bastado conocer su defensa a los paquetazos viles y serviles de este gobierno para que me quede diáfanamente claro que esta persona es un tecnócrata ilustrado que avala y promueve la misma forma neoliberal de hacer política (…) que privilegia al poder económico antes que al ciudadano”.
 Solo 2 cosas han cambiado desde que escribí eso: 1) conocí a Guzmán sin mayor trascendencia, y 2) en este momento es el único que parece poder pelear la presidencia al perverso ejército fujimorista. Poco después de ese texto, una querida amiga y noble persona –para mi sorpresa ella sí orgullosa guzmanlover– insistió en reunirnos para formarme opinión propia. Indagué con periodistas y amigos diversos, todos coincidían en señalarlo como honesto. Accedí y fui con mi novio –graduado en derecho y filosofía– y lo llenamos de preguntas sobre el modelo económico al punto de una notoria transpiración axilar. Sí, carismático, sí, buenagente, pero igual de neoliberal que el resto. Sentí que había oído suficiente y corté amablemente la cita.
Después y antes de eso había escrito y he seguido escribiendo en contra de casi todo lo que defiende Guzmán como modelo. Cuando defendí su derecho a participar en las elecciones no ha sido porque yo sintonice con la derecha (en su caso educada) que representa, sino por 3 consideraciones: 1) creo en la primacía del derecho constitucional –más si el establishment corrupto pretende usar la ley de menor jerarquía para posicionarse y coaccionarnos–, 2) fuentes diversas insisten en que está “limpio” y esa sí es tremenda novedad en nuestra política (que el aprismo le haya inventado vínculo con palacio a falta de trapos sucios es sintomático), 3) como en 2011 o 2006, muchos enfrentamos el dilema de pelear desde nuestras trincheras más contra lo que creemos será nefasto para el país (alanismo y fujimorismo) que por una verdadera opción de decencia y transformación del modelo (léase: la honesta Vero o el tardío Barnechea, que por ahora no llegan).
Guzmán dijo que no implementaría la Consulta Previa, luego se rectificó pero no lo creo.
Soy recia defensora de los Pueblos Indígenas, sobre sus derechos he escrito muchas veces y es incluso mi tema actual de tesis. Guzmán ha defendido los paquetazos económicos antiambientales (minuto 6:10 a 7:10 https://goo.gl/1GKUid ), yo los he criticado una y otra vez (http://larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/cuarto-paquetazo-antiindigena-12-04-2015 o http://larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/del-baguazo-al-paquetazo-sintomas-de-un-desarrollo-fallido-29-06-2014 ) por beneficiar a la gran empresa robándole al país al menos 30 millones que no le cobró en multas a casi medio centenar de empresas extractivas.
Guzmán defiende el abusivo TPP (transpacífico), yo lo repudio (http://larepublica.pe/impresa/opinion/709688-tpp-un-proyectil-contra-el-pueblo).
Guzmán ha trabajado para una transnacional beneficiaria de la anulación de la Norma XVI, que deja que los ricos nos roben (http://larepublica.pe/impresa/opinion/16395-norma-xvi-asi-nos-roban-los-ricos).
La gente de Guzmán habla de quitarles derechos laborales a los jóvenes, yo me he asfixiado de lacrimógenas en las 5 marchas contra la ley Pulpín (http://larepublica.pe/impresa/opinion/727387-ley-pulpin-de-la-protesta-la-propuesta) y más.
Pero el derecho de participación de Guzmán lo he defendido pese a todo esto por lo dicho arriba y algo más: si bien Guzmán es tan de derecha como Keiko o Alan y defiende el mismo modelo económico, el que no tenga un partido consolidado y cuajado en redes de corrupción como los otros es una ventaja para su fiscalización ciudadana. A eso hemos llegado. Por lo demás, como tantos, mantengo esperanza en que los nuevos valores –no solo en honestidad sino en combate de la secta neoliberal que promueve el capital a toda costa, incluyendo la muerte de lo humano– agarren fuerza en lo que queda de campaña.

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