martes, 18 de octubre de 2016

GARCÍA Y EL CHOQUE DE DOS MUNDOS

Claudia Cisneros
Uno termina de ver el reciente documental El choque de dos mundos (en cartelera ahora https://goo.gl/nntCaU ), y salvo que seas fujiaprista, la pregunta asalta: ¿cómo es posible que Alan García y Mercedes Cabanillas no estén en la cárcel por la matanza a la que llevaron entre peruanos? Policías usados como carne de cañón para defender la arbitrariedad extractivista. Nativos marginados sin ser consultados sobre el asalto en los territorios que sustentan sus vidas; menospreciados y ninguneados por García y compañía.
Uno no necesita ser peruano para comprender qué siniestro plan puso en marcha García con sus esbirros: lotizar la selva, venderla al mejor postor extractivista y desprestigiar a los nativos indígenas de las zona. Por eso escribió sus vergonzosos artículos del Perro del Hortelano: que la selva era de todos los peruanos (para lucrar), y no de unos cuantos “salvajes” enemigos del desarrollo. Por eso sus retrasados pensamientos oligárquicos vomitados en televisión llamándolos a ellos “retrasados” por creer en espíritus y apus ( https://goo.gl/P55Rjp ), cuando el cristianismo del que se jacta García es una creencia más entre otras. Cómo olvidar la impúdica frase escupida en TV nacional: no son ciudadanos de primera clase ( https://goo.gl/W0hhdU ).
Solo una persona abiertamente inteligente puede superar el prejuicio del desarrollo occidental como sabiduría suprema y única del mundo. Solo un enfermo de codicia puede convencerse –y tratar de convencer al resto– de que los nativos valen menos como personas. El desarrollo tiene más de una cara, y la cara del neoliberalismo ha probado ser perversa para las mayorías. El desarrollo planteado con humanidad e inclusión de todos tendría que considerar que los nativos tienen sus costumbres, creencias y sabidurías tan válidas como las mejores occidentales.
Lo del Perro del Hortelano fue una campaña ejecutada en pos del platanal que las transnacionales extractivas ofrecen. Y para hacerla posible García se propuso menospreciar y aplastar a los nativos, porque debajo suyo está el petróleo. Gente como García no se avergüenza de creer que el dinero es más importante que la vida (de otros).
La prueba es que las concesiones entre el 2006 y el 2010 se duplicaron, justo en el periodo de García se pasó de 11 millones de hectáreas a 21 millones de hectáreas en concesiones ( https://goo.gl/SnDEzt ). Lo que no tendría que ser malo per se, si es que el Estado se preocupara igual por los dividendos nacionales que por la integridad de sus gentes; si hubiera consultado previamente los decretos con los nativos implicados, como manda el Convenio 169 de la OIT. Y porque es sentido común y hasta lo más conveniente para cualquier proyecto.
En el documental El choque de dos mundos queda clarísimo que Alan García provocó a los nativos con sus ofensas y menosprecio. Que los provocó con los decretos que ponían en peligro su supervivencia y que nunca les fueron consultados como manda la ley. Queda claro que luego de iniciar su campaña de desprestigio contra los nativos en todos los medios de comunicación, embistió con los decretos y ordenó no derogarlos pese a los meses de protesta. Más aún, ignoró los intentos de diálogo hasta que hirviera la sangre nativa para que ellos aparezcan en los medios derechosos como salvajes obstruyendo carreteras (una victoria ha sido que la sentencia última reconozca ese derecho a la protesta https://goo.gl/bu1rQj ). El día del debate del Decreto 1090, Velásquez Quesquén lo boicoteó madrugando a los congresistas con una votación previa para suspender el debate, como evidencia la película. Y al día siguiente, oh casualidad, 5 de junio, Cabanillas por orden de García ejecuta un pésimo operativo de desalojo a sangre y fuego; dejando desguarnecidos a los policías en el monte, a merced de una turba ya descontrolada con las noticias de masacre abajo en la carretera. Y con el agravante de no haber mandado jamás ayuda a los policías en la Estación de Petroperú #6, secuestrados por otra turba encendida por las noticias de una “masacre por parte de la policía” en la Curva del Diablo.
En corto, Alan García mandó a su muerte a 34 peruanos, a masacrarse entre ellos. Por supuesto que los autores materiales de la muerte de cada uno los hermanos policías deben ser procesados. Igual que los que dispararon y quemaron a los hermanos nativos. Pero el verdadero instigador, intrigante urdidor de esta masacre entre peruanos ha sido García, secundado por su ministra Cabanillas. Así lo dicen hasta los propios familiares de los policías caídos (https://goo.gl/Wi4buL y https://goo.gl/OeuhfQ ) y la investigación del periodista y entonces congresista Guido Lombardi ( https://goo.gl/qu28FF ).

El Perú no puede pretender pasar a ser del primer mundo sin antes haber puesto tras las rejas a García y Cabanillas por autoría mediata por el asesinato de 34 peruanos.

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