Claudia Cisneros
No,
el título no alude a que Susana Villarán no haya cometido delito. Jamás diría
que un delito es un error como hacen los fujimoristas sin vergüenza. Susana
Villarán, como todos los delatados por Barata, debe responder a la justicia.
Pero creo que en el caso de Susana hay una instancia más a la que está obligada
a responder. Y, sin embargo, ha callado. Susana debe dirigirse a quienes
durante meses la apoyaron contra la arremetida injusta y sucia del
castañedismo; a quienes sin pedir nada a cambio prestaron su imagen, su tiempo
y hasta su propio dinero para apoyarla contra la revocatoria. Susana les debe
moralmente una explicación y disculpas contundentes. El apoyo que ella recibió
de muchas figuras públicas fue absolutamente desinteresado y sobre todo basado
en la confianza de que ella representaba una forma limpia de estar en política
y auténticamente en pro del bien común.
Es
inaceptable que en estos momentos Susana piense solo en ella y no responda
política y moralmente a los ciudadanos bienintencionados que se la jugaron por
ella sin saber de sus decisiones y financiamientos. Su silencio frente a esta
responsabilidad moral es un imperdonable error.
La
debacle de Villarán pega fuerte en dos frentes. En el político, la izquierda
actual que ella pudo representar ha quedado manchada. Por supuesto la
corrupción puede ser afecta a derechas o izquierdas (hay izquierdas que
sucumben a lo peor del capitalismo), pero se puede relacionar la corrupción con
un esquema capitalista de vida donde gana el que tiene más dinero para hacer
más campaña o donde tener dinero es identificado con éxito social. Que alguien
de izquierda identificado con otro modelo, aquel que no superpone el capital a
los principios, haya caído en ese esquema de corrupción capitalista es un golpe
para las izquierdas honestas. El otro frente golpeado por Susana es el
activismo. Cuando ciudadanos no partidarizados ejercen sus derechos políticos
la democracia se fortalece y los corruptos tiemblan. Susana ha sembrado duda en
esa decisión ciudadana de apoyar causas justas. Es su obligación resarcir ese
error que es muy costoso para nuestra precaria democracia. Necesitamos que la
gente siga participando y comprometiéndose. Claro, ahora con la gran lección
aprendida de preguntar y saber cómo se financian hasta las causas justas y
obtener respuestas convincentes. Los corruptos y sus apañadores quieren
festinar con estos ciudadanos porque saben que siempre estamos al acecho de sus
delitos. Los ciudadanos no debemos permitir que se nos convierta en foco de
estos delitos por los que los políticos tienen que responder.
A
Susana le dimos el beneficio de la duda porque su currículo lo merecía. Y
aunque el dinero sucio que aceptó no haya sido para enriquecerse en lo
personal, es delito y su responsabilidad moral para con quienes la apoyaron
exige que se dirija a ellos. Por ellos, por el activismo político no partidario
y por el Perú.
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