Por: César Lévano
En su Mensaje, el presidente Alan García recurrió más a la publicidad que a la razón. Ocultó bajo una camionada de cifras hechos graves de su gestión. Sus malabares sobre regalías del gas, por ejemplo, intentaron hacernos olvidar que hace apenas un año, en el Mensaje a la Nación de 2009, al hablar del gas de Camisea, pidió que el ministerio Público y el Poder judicial investiguen “por qué, sacrificando y entregando el mercado nacional, se cambiaron las leyes con normas de menor jerarquía, lo que constituye un delito”.
En su Mensaje de este año calló sobre esa exigencia. Si la hubiera recordado, habría debido reconocer que él se había convertido en ejecutor de eso que calificó de delito.
En ese punto neurálgico, que afecta a millones de peruanos, se exhibe la política y la moral de García y su régimen.
García, hemos señalado, ha recurrido a un diluvio de citas para demostrar que realiza obras y, por lo tanto, merece ser reelegido en 2016.
Esta pretensión debe alertar al país. García, guiado por la ambición reeleccionista, puede cometer en el último tramo de su mandato más de un desmán. Por lo pronto, ha redoblado su esfuerzo por llenar de apristas todos los poros de la administración pública, eliminando a funcionarios capaces y probos, cuyo único defecto era no tener carné del APRA. Un dato de corral me indica que en el Banco de la Nación hay 600 compañeros recién instalados.
García dice que él cuidará de que las elecciones de 2011 sean transparentes. Pero ya se sabe que desde hace algunos años fomenta una componenda con el Fujimorismo. Esto se ha reflejado repetidamente en el Congreso de la República, cuya nueva directiva es fruto de ese contubernio.
García es una copia nueva de Nicolás de Piérola. No sólo en el proChilenismo. También Piérola preparó en la última etapa de su gobierno (1895-1899) una alianza del Partido Demócrata, su partido, con el Partido Civil, que durante décadas había sido su enconado rival. Piérola se opuso en 1899 a la candidatura del demócrata Guillermo Billinghurst, empresario no oligárquico, que hasta había financiado campañas políticas y militares del llamado califa. Piérola pactó con el civilismo, que después le dio mal pago.
No puede alegar García el precedente de Haya de la Torre aliándose con Manuel Arturo Odría, quién había ilegalizado al APRA, mandado asesinar a algunos de sus dirigentes y hasta le había suprimido a él la nacionalidad peruana. Haya justificó esa coalición como una medida destinada a salvar la democracia.
Ahora, la única explicación para el pacto vergonzoso es la presión de las grandes empresas nacionales y transnacionales, y el afán de ocultar delitos y latrocinios de escala. Esta de hoy es la alianza del autoritarismo, el entreguismo y la impunidad.
INEFABLE RECUERDO SOBRE EL FELON ALAN GARCIA http://www.youtube.com/watch?v=uoSTopGDckg
http://www.youtube.com/watch?v=TfoKb6z597E
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