Si no fuera por Cristina Fernández, presidenta de la Argentina, Alan García sería el mandatario más desaprobado de todo el continente.
Así lo demuestra la Consulta Mitofski, una encuestadora mexicana que goza de aceptación y prestigio, la cual recuerda que García tiene apenas 27% de aprobación. La señora Fernández debe su caída a acusaciones sobre enriquecimiento vertiginoso de su fortuna hogareña, que la colocan en el último escalón de la consulta, con sólo 23% de apoyo.
Es probable que el repudio peruano al jefe de Palacio obedezca a las mismas razones de moral. Aunque no hay acá, como en Argentina, exhibición de cuentas personales, la opinión general considera a García como parte de la corrupción (Collique, Paita, petroaudios y red aprista de faenón, carretera Néstor Gambetta en el Callao, nombramiento de un Contralor sobre medida, favorecimiento sospechoso a transnacionales).
Perú, Argentina: todo indica que el descontento tiene un elevado componente moral.
Lo curioso es que los apristas, incluyendo al propio presidente, se desgañitan afirmando que éste es el mejor gobierno que ha tenido el Perú. Parece que nadie se ha dado cuenta.
Un factor que pesa mucho en la opinión pública es el estigma de vendepatria que recae sobre el régimen alanista. Basta un paseo por calles y plazas de Lima, y por las ciudades más alejadas, para darse cuenta de eso. Es una marca de fábrica imborrable.
También el carácter represivo de la administración García tiñe el voto de repudio de los ciudadanos.
La política exterior, sumisa frente al imperio y provocadora en cuanto a Bolivia, Ecuador y Venezuela, nos aísla cada vez más.
Pero lo que más duele al ciudadano y la ciudadana de a pie es la situación económica: desempleo, despidos masivos, alza de precios en los artículos de primera necesidad, alto nivel de pobreza y pobreza extrema.
Como la mayoría del país no es ciega ni aprista, la mayoría descree de las cifras optimistas del Instituto Nacional de Estadística e Informática.
Ese panorama interno explica el papelón de García. Basta comparar su caída con la adhesión firme que recibe Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil: 82% nada menos. Gran parte de ese caudal proviene sin duda de la lucha firme y eficaz contra la pobreza.
El presidente con más alto índice de aprobación en el continente es Mauricio Funes, el izquierdista que ganó las elecciones con las banderas del Farabundo Martí. Pero habría que considerar que es un gobernante recién instalado. Aunque cabe recordar que García inició su descenso apenas llegado al poder.
Una moraleja de la encuesta es: a pesar del torrente de adulación que el régimen paga en prensa, radio, Tv y buses, la gente no se deja engañar. García es el subcampeón de la impopularidad en América.
César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com
Así lo demuestra la Consulta Mitofski, una encuestadora mexicana que goza de aceptación y prestigio, la cual recuerda que García tiene apenas 27% de aprobación. La señora Fernández debe su caída a acusaciones sobre enriquecimiento vertiginoso de su fortuna hogareña, que la colocan en el último escalón de la consulta, con sólo 23% de apoyo.
Es probable que el repudio peruano al jefe de Palacio obedezca a las mismas razones de moral. Aunque no hay acá, como en Argentina, exhibición de cuentas personales, la opinión general considera a García como parte de la corrupción (Collique, Paita, petroaudios y red aprista de faenón, carretera Néstor Gambetta en el Callao, nombramiento de un Contralor sobre medida, favorecimiento sospechoso a transnacionales).
Perú, Argentina: todo indica que el descontento tiene un elevado componente moral.
Lo curioso es que los apristas, incluyendo al propio presidente, se desgañitan afirmando que éste es el mejor gobierno que ha tenido el Perú. Parece que nadie se ha dado cuenta.
Un factor que pesa mucho en la opinión pública es el estigma de vendepatria que recae sobre el régimen alanista. Basta un paseo por calles y plazas de Lima, y por las ciudades más alejadas, para darse cuenta de eso. Es una marca de fábrica imborrable.
También el carácter represivo de la administración García tiñe el voto de repudio de los ciudadanos.
La política exterior, sumisa frente al imperio y provocadora en cuanto a Bolivia, Ecuador y Venezuela, nos aísla cada vez más.
Pero lo que más duele al ciudadano y la ciudadana de a pie es la situación económica: desempleo, despidos masivos, alza de precios en los artículos de primera necesidad, alto nivel de pobreza y pobreza extrema.
Como la mayoría del país no es ciega ni aprista, la mayoría descree de las cifras optimistas del Instituto Nacional de Estadística e Informática.
Ese panorama interno explica el papelón de García. Basta comparar su caída con la adhesión firme que recibe Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil: 82% nada menos. Gran parte de ese caudal proviene sin duda de la lucha firme y eficaz contra la pobreza.
El presidente con más alto índice de aprobación en el continente es Mauricio Funes, el izquierdista que ganó las elecciones con las banderas del Farabundo Martí. Pero habría que considerar que es un gobernante recién instalado. Aunque cabe recordar que García inició su descenso apenas llegado al poder.
Una moraleja de la encuesta es: a pesar del torrente de adulación que el régimen paga en prensa, radio, Tv y buses, la gente no se deja engañar. García es el subcampeón de la impopularidad en América.
César Lévano
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