Por: César Lévano
Hace cinco años, un distinguido diplomático peruano cercano al APRA me decía: “Lo que más necesita el Perú es una izquierda fuerte”.
●Para desgracia de nuestro país, lo que hoy tenemos es una izquierda débil. Es la izquierda más atomizada e impotente de América Latina, en una etapa en que sectores progresistas de otros lares avanzan y hasta conquistan el poder político.
●Eso, en un país donde tuvimos una Izquierda Unida que captaba hasta el 30 por ciento de los votos y que fue capaz de elegir al primer alcalde socialista de una capital latinoamericana: el querido y recordado Alfonso Barrantes Lingán.
●¿Qué pasó, qué hay que hacer?
●Las preguntas nos inducen a una exploración procesal, que coloque los hechos en el contexto político nacional e internacional de los últimos años.
●En 1989, recordemos, la Unión Soviética se desmoronó debido al descontento popular causado, como lo precisa el gran historiador Eric Hobsbawm en su “Historia del siglo XX”, por la perestroika o reestructuración económica y política, y la glasnost o transparencia, “que significaba —expresa Hobsbawm— la desintegración de la autoridad”.
●Hubo otro factor de enorme peso: Moscú había acudido en defensa de un gobierno revolucionario en Afganistán acosado por enemigos internos islámicos, cuyo jefe era Osama bin Laden. Entonces, Washington decidió injerirse en el conflicto. Financió y armó, con novísimas armas ligeras, a los rebeldes.
●Eso causó no sólo un alto costo de vidas soviéticas, sino también un gigantesco desangre económico.
●Los líderes moscovitas no lo habían previsto. No se habían planteado el dilema real: o salvar a Afganistán o hundir a la Unión Soviética.
●Además, en 1989 el coloso soviético no tenía un plan quincenal.
●Entre agosto y fines de 1989 se derrumbó todo el bloque socialista de Europa Oriental: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y la República Democrática Alemana.
●En ese mismo año crucial de 1989, el cuatro de junio, se produjo la masacre de la Plaza Tiananmen, donde los tanques del gobierno de Pekín o Beijing abrieron fuego contra una multitud de estudiantes y obreros. Se calcula entre 300 y 400 los victimados en esa tragedia.
●Cuando, cinco meses después de Tiananmen, el 11 de noviembre de 1989, una multitud inmensa se manifestó contra el autoritarismo del régimen de la República Democrática Alemana (RDA), millón y medio de personas habían pedido permiso para abandonar el país. Los gobernantes de la RDA no quisieron imitar el ejemplo represivo de la China: no dispararon contra el pueblo. Luego caería el Muro de Berlín.
●Todo eso repercutió en la izquierda del Perú. Se tradujo en desilusión y desánimo para muchos de sus militantes.
●Pero más impactante fue el proceso económico y social interno. La implantación del neoliberalismo, iniciada en el segundo régimen de Fernando Belaúnde (1980-1985) y específicamente por su ministro de Economía, Carlos Rodríguez Pastor, significó profundos cambios en la economía: se abandonó la protección a la industria nacional, se emprendió el desmontaje de las empresas asociativas generadas por la Reforma Agraria y se inició el desempleo en masa; todo lo cual debilitaría a los sindicatos y organizaciones campesinas que eran un baluarte de la izquierda.
●Tampoco se puede omitir la ofensiva ideológica neoliberal dirigida por Hernando De Soto, con el apoyo de personajes como Mario Vargas Llosa. Entretanto, la izquierda no supo librar la batalla teórica.
●Luego, con el primer gobierno de Alan García (1985-1990) se produjo el descalabro de la economía nacional, con una inflación galopante. Uno de sus efectos fue el descenso continuo del salario real, lo cual volvía estéril cualquier aumento de las remuneraciones.
●Todo este panorama se vio agravado por la subversión terrorista desatada por Sendero Luminoso en 1980. Sus acciones violentas se dirigieron en buena parte contra dirigentes de la izquierda: campesinos, sindicalistas y educadores, especialmente. Muchos de ellos fueron asesinados por el solo hecho de ser “revisionistas”, es decir, por no compartir las ideas y los métodos supuestamente marxistas-leninista s y maoístas de Abimael Guzmán y sus huestes desaforadas.
●Y la respuesta de los gobernantes sucesivos —Belaúnde, Alan García y Fujimori— fue la guerra sucia: tortura, masacres y desapariciones.
●Aún más, Sendero Luminoso, al ver que los campesinos rechazaban su fundamentalismo criminal, emprendió una lucha despiadada contra los rebeldes, apodados “mesnadas”.
●Así, el senderismo dividió, diezmó, desalentó y desacreditó a la izquierda nacional. Por eso no es arbitrario sostener que si la izquierda bajó en las urnas de 30 hasta 1,5 por ciento, fue en gran parte —directa e indirectamente— por el demencial accionar senderista.
●Otros factores de la gran crisis de la izquierda peruana son el dogmatismo y su hijuela, el sectarismo.
●El dogmatismo elude el estudio de la teoría y de la historia, y lo sustituye por un catecismo o verdad revelada, que no se puede tocar.
●Si alguien habla de los crímenes de Stalin, se le acusa de calumniar al creador del socialismo y a quien le ganó la guerra a Hitler. Pero ello significa ignorar lo que le costó al pueblo soviético, no a Stalin, crear una sociedad nueva, y que el amo del Kremlin tenía a 25,000 oficiales rojos presos cuando estalló la guerra. Algunos genios militares salieron de la cárcel al campo de batalla.
●Como los dogmáticos no estudian la historia en sus fuentes más serias, tampoco saben cuánto costó al Partido Comunista Chino y al pueblo chino el triunfo de una revolución, muchos de cuyos líderes militares y políticos fueron a menudo destituidos o asesinados para preparar el culto a la personalidad del gran timonel, Mao Tse Tung, hoy Mao Zedong.
●Quién revisa los documentos de la izquierda de los últimos años se asombrará de cuán petrificados se hallan. Repiten las mismas ideas con las mismas palabras de hace 30 o 40 años.
●Viejos cuadros con ideas viejas, ése es uno de los problemas de la izquierda peruana.
●Un derivado del sectarismo es la ambición electoral, mejor dicho, electorera. Más que al estudio de la realidad mundial, continental y nacional, muchos se empeñan en perfilarse para una curul. Participar en las elecciones no es malo. Lo malo es ponerlas como el norte de la brújula.
●Hace poco me visitó Antonio Melis, el gran mariateguista italiano. Me decía él que la derecha había barrido en Italia gracias a la división de la izquierda. “Como en todas partes”, precisó.
●Un gran paso de avance para la izquierda peruana sería pensar en la necesidad de unirse en torno a un programa que apunte a la lucha por la democracia y la justicia, contra la corrupción y la traición a la patria. Un movimiento que aglutine sentimientos, intereses y objetivos de los diversos sectores que —al margen de los partidos— hoy confluyen naturalmente, disgregadamente, hacia la izquierda.
●Pero, ¿cree alguien en serio que las bases se van a movilizar con la consigna de una nueva Constitución? ¿Es eso lo más importante que se le ocurre a la izquierda? ¿La gran estrategia consiste en comprometer el apoyo a éste u otro candidato presidencial, sin programa, sin compromiso, sin condiciones?
●El primer reto es armar una alternativa unitaria y programática frente al neoliberalismo. Eso es lo que piensan los sectores más progresistas del país y lo que sienten en el fondo de su alma las masas populares.
Hace cinco años, un distinguido diplomático peruano cercano al APRA me decía: “Lo que más necesita el Perú es una izquierda fuerte”.
●Para desgracia de nuestro país, lo que hoy tenemos es una izquierda débil. Es la izquierda más atomizada e impotente de América Latina, en una etapa en que sectores progresistas de otros lares avanzan y hasta conquistan el poder político.
●Eso, en un país donde tuvimos una Izquierda Unida que captaba hasta el 30 por ciento de los votos y que fue capaz de elegir al primer alcalde socialista de una capital latinoamericana: el querido y recordado Alfonso Barrantes Lingán.
●¿Qué pasó, qué hay que hacer?
●Las preguntas nos inducen a una exploración procesal, que coloque los hechos en el contexto político nacional e internacional de los últimos años.
●En 1989, recordemos, la Unión Soviética se desmoronó debido al descontento popular causado, como lo precisa el gran historiador Eric Hobsbawm en su “Historia del siglo XX”, por la perestroika o reestructuración económica y política, y la glasnost o transparencia, “que significaba —expresa Hobsbawm— la desintegración de la autoridad”.
●Hubo otro factor de enorme peso: Moscú había acudido en defensa de un gobierno revolucionario en Afganistán acosado por enemigos internos islámicos, cuyo jefe era Osama bin Laden. Entonces, Washington decidió injerirse en el conflicto. Financió y armó, con novísimas armas ligeras, a los rebeldes.
●Eso causó no sólo un alto costo de vidas soviéticas, sino también un gigantesco desangre económico.
●Los líderes moscovitas no lo habían previsto. No se habían planteado el dilema real: o salvar a Afganistán o hundir a la Unión Soviética.
●Además, en 1989 el coloso soviético no tenía un plan quincenal.
●Entre agosto y fines de 1989 se derrumbó todo el bloque socialista de Europa Oriental: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y la República Democrática Alemana.
●En ese mismo año crucial de 1989, el cuatro de junio, se produjo la masacre de la Plaza Tiananmen, donde los tanques del gobierno de Pekín o Beijing abrieron fuego contra una multitud de estudiantes y obreros. Se calcula entre 300 y 400 los victimados en esa tragedia.
●Cuando, cinco meses después de Tiananmen, el 11 de noviembre de 1989, una multitud inmensa se manifestó contra el autoritarismo del régimen de la República Democrática Alemana (RDA), millón y medio de personas habían pedido permiso para abandonar el país. Los gobernantes de la RDA no quisieron imitar el ejemplo represivo de la China: no dispararon contra el pueblo. Luego caería el Muro de Berlín.
●Todo eso repercutió en la izquierda del Perú. Se tradujo en desilusión y desánimo para muchos de sus militantes.
●Pero más impactante fue el proceso económico y social interno. La implantación del neoliberalismo, iniciada en el segundo régimen de Fernando Belaúnde (1980-1985) y específicamente por su ministro de Economía, Carlos Rodríguez Pastor, significó profundos cambios en la economía: se abandonó la protección a la industria nacional, se emprendió el desmontaje de las empresas asociativas generadas por la Reforma Agraria y se inició el desempleo en masa; todo lo cual debilitaría a los sindicatos y organizaciones campesinas que eran un baluarte de la izquierda.
●Tampoco se puede omitir la ofensiva ideológica neoliberal dirigida por Hernando De Soto, con el apoyo de personajes como Mario Vargas Llosa. Entretanto, la izquierda no supo librar la batalla teórica.
●Luego, con el primer gobierno de Alan García (1985-1990) se produjo el descalabro de la economía nacional, con una inflación galopante. Uno de sus efectos fue el descenso continuo del salario real, lo cual volvía estéril cualquier aumento de las remuneraciones.
●Todo este panorama se vio agravado por la subversión terrorista desatada por Sendero Luminoso en 1980. Sus acciones violentas se dirigieron en buena parte contra dirigentes de la izquierda: campesinos, sindicalistas y educadores, especialmente. Muchos de ellos fueron asesinados por el solo hecho de ser “revisionistas”, es decir, por no compartir las ideas y los métodos supuestamente marxistas-leninista s y maoístas de Abimael Guzmán y sus huestes desaforadas.
●Y la respuesta de los gobernantes sucesivos —Belaúnde, Alan García y Fujimori— fue la guerra sucia: tortura, masacres y desapariciones.
●Aún más, Sendero Luminoso, al ver que los campesinos rechazaban su fundamentalismo criminal, emprendió una lucha despiadada contra los rebeldes, apodados “mesnadas”.
●Así, el senderismo dividió, diezmó, desalentó y desacreditó a la izquierda nacional. Por eso no es arbitrario sostener que si la izquierda bajó en las urnas de 30 hasta 1,5 por ciento, fue en gran parte —directa e indirectamente— por el demencial accionar senderista.
●Otros factores de la gran crisis de la izquierda peruana son el dogmatismo y su hijuela, el sectarismo.
●El dogmatismo elude el estudio de la teoría y de la historia, y lo sustituye por un catecismo o verdad revelada, que no se puede tocar.
●Si alguien habla de los crímenes de Stalin, se le acusa de calumniar al creador del socialismo y a quien le ganó la guerra a Hitler. Pero ello significa ignorar lo que le costó al pueblo soviético, no a Stalin, crear una sociedad nueva, y que el amo del Kremlin tenía a 25,000 oficiales rojos presos cuando estalló la guerra. Algunos genios militares salieron de la cárcel al campo de batalla.
●Como los dogmáticos no estudian la historia en sus fuentes más serias, tampoco saben cuánto costó al Partido Comunista Chino y al pueblo chino el triunfo de una revolución, muchos de cuyos líderes militares y políticos fueron a menudo destituidos o asesinados para preparar el culto a la personalidad del gran timonel, Mao Tse Tung, hoy Mao Zedong.
●Quién revisa los documentos de la izquierda de los últimos años se asombrará de cuán petrificados se hallan. Repiten las mismas ideas con las mismas palabras de hace 30 o 40 años.
●Viejos cuadros con ideas viejas, ése es uno de los problemas de la izquierda peruana.
●Un derivado del sectarismo es la ambición electoral, mejor dicho, electorera. Más que al estudio de la realidad mundial, continental y nacional, muchos se empeñan en perfilarse para una curul. Participar en las elecciones no es malo. Lo malo es ponerlas como el norte de la brújula.
●Hace poco me visitó Antonio Melis, el gran mariateguista italiano. Me decía él que la derecha había barrido en Italia gracias a la división de la izquierda. “Como en todas partes”, precisó.
●Un gran paso de avance para la izquierda peruana sería pensar en la necesidad de unirse en torno a un programa que apunte a la lucha por la democracia y la justicia, contra la corrupción y la traición a la patria. Un movimiento que aglutine sentimientos, intereses y objetivos de los diversos sectores que —al margen de los partidos— hoy confluyen naturalmente, disgregadamente, hacia la izquierda.
●Pero, ¿cree alguien en serio que las bases se van a movilizar con la consigna de una nueva Constitución? ¿Es eso lo más importante que se le ocurre a la izquierda? ¿La gran estrategia consiste en comprometer el apoyo a éste u otro candidato presidencial, sin programa, sin compromiso, sin condiciones?
●El primer reto es armar una alternativa unitaria y programática frente al neoliberalismo. Eso es lo que piensan los sectores más progresistas del país y lo que sienten en el fondo de su alma las masas populares.
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