Al escribir estas líneas es mi intención el poder presentar una ampliación al tema publicado el día de hoy en su sección con el titulo de “buscarán eliminar cédula viva militar y ampliar edad de retiro”, mostrando otra perspectiva que tiene como elemental factor de análisis el hecho de haber estado en la vida militar por mas de treintaisiete años consecutivos.
El presente enfoque lo relataré de manera cronológica con hechos reales y vividos por el suscrito.
Eran la 14.00 horas de una día 23 de marzo de 1974, después de un riguroso proceso de selección de mas de 3,000 postulantes, ingresamos por la puerta de la escuela militar de chorrillos, 150 muchachos llenos de ilusiones y con toda la expectativa de hacer una brillante carrera de las armas, consientes algunos de todos los sacrificios que ello implicaba. A partir de ese momento se nos informó que permaneceríamos encerrados o sea sin salir a la calle por lo menos hasta el día siete de junio, día en que realizaríamos el “juramento de fidelidad a la bandera” a ninguno de nosotros se nos ocurrió pensar que con que derecho nos podía el director de la EMCH detener tanto tiempo sin orden de un juez, ya que sabíamos que estábamos dentro de un régimen excepcional, por pertenecer ya a las FFAA del Perú.
Luego de estos tres meses de encierro, esperando nuestra ansiada salida, se nos dijo que “la salida no era un derecho sino una recompensa” si nos comportábamos de acuerdo a los reglamentos militares y la salida durante los cuatro años de formación como oficiales, no las tuvimos que ganar con nuestra conducta diaria y con el esfuerzo tanto en clases de ciencias y humanidades como en el entrenamiento militar. Y por supuesto que a nadie se le ocurrió reclamar que estos requerimientos eran “anticonstitucionales” porque todos sabíamos que estábamos dentro de un “régimen excepcional” para las FFAA del Perú.
Cuando por fin nos graduamos y fuimos destacados para trabajar en diferentes unidades del ejército en toda la extensión del país, lejos de nuestras familias y algunos en zonas que ya estaban comprometidas en lucha contraterrorista, a ninguno de los nuevos oficiales se le ocurrió reclamar porque de acuerdo a la ley vigente para todos los peruanos, nadie puede ser obligado a trabajar en lugares donde no desea, sin embargo la situación laboral de los miembros de las FFAA por estar bajo un “régimen excepcional” tenemos que asistir sin ningún reparo al lugar donde somos asignados para prestar servicio.
Otras particularidades de este régimen de excepción son que el oficial en sus primeros grados presta servicios de 24 horas continuas como oficial de guardia y como oficial de servicio de día cada tres o cuatro días en promedio, sin salir del cuartel y los días que no está de servicio el oficial no tiene hora de salida, solo puede salir cuando no tiene trabajo pendiente. Además tenemos las salidas al campo por entrenamiento militar o maniobras militares que podían ser desde una semana a quince días y sin contar las famosas “órdenes de inamovilidad” donde a criterio del comando institucional o regional se disponía que nadie saliera de sus cuarteles y se mantuviera en condiciones de cumplir ordenes operativas con tiempo indefinido hasta que llegaba la orden de suspensión de la inmovilidad. También mencionaremos dentro de esta “excepcionalidad de nuestra condición laboral”, la posibilidad que otorgaban nuestros reglamentos para sancionar a un oficial subordinado, suspendiéndole su salida a la calle por cometer falta contra los reglamentos militares. Todo esta excepciones eran aceptadas como parte de la vida militar conscientemente aceptadas y sin ninguna compensación económica de por medio. En la vida militar no existe el concepto de “horas extras” ni “jornada laboral de ocho horas diarias”
Cabe mencionar que toda esta narración es hecha con el fin de demostrar que los miembros de las FFAA, desde nuestro primer día en cuarteles somos consientes que respecto a nuestras obligaciones y derechos laborales, estamos dentro de un régimen excepcional y lo aceptamos conscientemente y con orgullo, pero es necesario resaltar y decir a toda voz a aquellas autoridades que quizá por el hecho de no haber tenido jamás la oportunidad de servir a su patria desde las FFAA, no lo entienden; que dentro de este paquete de excepcionalidad también esta la “cédula viva” y el “pase al retiro a los 35 años de servicio”
Si están pensando en cambiar estos aspectos tendrían que pensar en cambiar todo el paquete de excepciones, es decir que vayan presupuestando el pago de horas extras a todo el personal militar que presta servicios fuera de las ocho horas de jornada diarias y el pago de viáticos a todos los servicios prestados por todas las fuerzas fuera del lugar de su vivienda. Todos estos conceptos a futuro y el pago de devengados a los que estamos en situación de retiro.
Considero que es mejor que las cosas queden como están porque si se quita todo el régimen de excepción que rige la situación laboral del militar, las fuerzas armadas no podrían cumplir su misión de velar por la seguridad y soberanía del Perú. Y si eso fuera así tampoco necesitaríamos gobierno propio porque tendríamos que aceptar aquí un representante de un gobierno exterior para que nos gobierne.
Hugo Cesar Noguera Bedoya
CRL ® E.P.DNI 29416082
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