Por Daniel Yovera
Comunicore, la pequeña e ignota empresa involucrada en el sospechoso pago de S/.36 millones que la Municipalidad de Lima le adeudaba a la transnacional brasileña Relima, fue puesta en manos de presuntos testaferros poco tiempo después de esa jugosa operación –efectuada en enero de 2006– y, luego, desapareció del mapa. Alguien quiso borrar las huellas de uno de los actores de esa extraña gestión.
Pero más extraño es que sus nuevos “directivos” nunca ejercieron esa función y, peor aún, nunca se dieron por enterados. Alguien usó los nombres de tres humildes pobladores de zonas pobres de Comas para que figuraran como directores de una compañía que ya había cumplido su cometido y que tenía que desaparecer.
Así se manejaron en Comunicore, beneficiada, en tiempo récord, con el pago de un dinero que la gestión de Luis Castañeda se había negado a pagarle, por varios años, a Relima. Perú.21 tiene evidencias de cómo tres presuntos testaferros fueron usados para desaparecer del mapa a Comunicore, beneficiaria de un pago que, hasta ahora, el alcalde no quiere explicar.
LA OPERACIÓN.
El pasado 16 de diciembre, Perú.21 reveló el extraño pago de una deuda que el gobierno edil tenía con Relima por el servicio de limpieza en la ciudad. En marzo de 2005, la comuna y la empresa acordaron el monto de la deuda en S/.35.9 millones y, en octubre, aprobaron un cronograma de pago en 10 años, que se formalizó el 15 de diciembre.
Pero, pese al compromiso pactado, a los cinco días de fijado el cronograma, Relima le cedió los derechos de cobrar a una pequeña compañía llamada Comunicore. El trato era que esta compraba la acreencia por un total de S/.14.6 millones y esperaba una década para cobrar el íntegro. Pero no esperó nada. Apenas dos semanas después, ya lograba la ‘hazaña’ de que el municipio le pagara los S/.35.9 millones de un porrazo.
Perú.21 ha recogido testimonios que señalan que el personaje que hiló en esta operación fue Miguel Garro Barrera, entonces gerente financiero de Relima y vinculado –como él mismo reconoció a Perú.21 en diciembre– a Comunicore. Y, por el lado de la comuna, el ‘cerebro’ de la negociación fue el gerente financiero edil Juan Blest, uno de los hombres del círculo de confianza de Castañeda.
Pero dicha firma, lejos de crecer financieramente gracias a la suculenta inyección del dinero ganado en un abrir y cerrar de ojos, iba camino a borrarse del mapa. En febrero se dispuso la transferencia del dinero al extranjero, y entre ese mes y marzo renunció todo el directorio que había logrado la cobranza, y fue reemplazado por Joel Víctor García Araujo (presidente), Margarita Esteban Aróstica (gerente) y Teodardo Rojas Aróstegui.
Perú.21 los buscó y se llevó una gran sorpresa. Rojas ni siquiera sabía que era empresario. “Yo nunca he firmado nada, ningún acta que usted me comenta. ¿Cómo voy a ser empresario si apenas tengo primaria?”, dijo quien se dedica a la cerrajería.
La señora Esteban no fue ubicada en su casa, pero una de sus hijas estaba sorprendida con la noticia pues su madre es iletrada. Con respecto a García, fue imposible dar con su paradero porque, como manifestaron vecinos de la habitación que alquila, es vendedor ambulante en varios puntos de Comas. ¿Quién usó las identidades de estas humildes personas?
EL ACTO FINAL.
El último paso para terminar de borrar las huellas de Comunicore fue el cambio de nombre. Según documentos de su ‘nueva’ junta de accionistas del 30 de mayo de 2006 –en la que supuestamente participaron los tres personajes–, Comunicore pasó a llamarse Esaróstica Contratistas Generales, y la primera dirección que registró es la misma en la que ahora despacha Miguel Garro, en la avenida Paseo de la República, Miraflores.
Luego cambió de sede, a la calle Lord Cochrane, en San Isidro, pero la Sunat la ha buscado tres veces y nunca la ha encontrado. Según fuentes del ente tributario, es probable que los verdaderos ‘mandamases’ de Comunicore arrastren una deuda impaga y, por eso, habrían querido despistar al organismo recaudador de impuestos.
Miguel Garro, el hombre que ahora despacha en las oficinas de la fenecida Comunicore, no quiso responder los requerimientos de Perú.21 para esclarecer estas interrogantes. Con su silencio, Garro se suma a Luis Castañeda Lossio, quien tampoco quiere hablar del misterioso pago.
Perú 21
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