La imagen de García con su amigo narco fue difundida en Colombia en el 2006; pero aquí la prensa no la vio.
“García, quien se refugió en Colombia en junio de 1992 bajo la figura del asilo político, aparece en la fotografía sonriente al lado de Cuevas, mientras dobla en sus manos un curioso papel que acaba de recibir de su anfitrión”. Comentario de “Primera Página” (Bogotá, Colombia, 1 de junio 2006).
En junio de 2006, un allanamiento de una vivienda en Bogotá descubrió una insólita conexión. Un conocido magnate Colombiano, Óscar Fernando Cuevas Cepeda, perseguido por lavado de dinero, guardaba una foto testimonial de su antigua amistad con Alan García.
La foto García-Cuevas, probablemente fue tomada en los primeros años del exilio Colombiano del entonces fugado ex presidente peruano, que se muestra todavía joven y delgado, en una escena que la publicación Colombiana “Primera Página” del 1 de junio de 2006, califica de curiosa por el detalle del papel que AGP dobla en sus manos.
Alan García salió del Perú en 1992 y recibió refugio del presidente Samper, quien posteriormente sería también acusado de recibir dinero del narcotráfico para su campaña electoral. Por entonces, la mafia Colombiana buscaba blanquear inmensas cantidades de dinero acumulado trasladándolo a la política y a los negocios.
Óscar Fernando Cuevas Cepeda y su familia (padre y su hermano) conformaron en esa época un poderoso conglomerado empresarial, con más de 60 empresas, a través de las cuales movieron 120 millones de dólares, lavando dinero del cártel de Cali. Parte de su cobertura eran sus proclamadas amistades internacionales entre las que se mencionaba a Alan García del Perú, Carlos Saúl Menem y Domingo Cavallo de Argentina, el periodista del PRI mexicano Rafael Pérez Ayala, entre otros.
Ninguno de ellos ha admitido esta incómoda amistad. Incluso el ex presidente de Colombia Andrés Pastrana acusó a los Cuevas de haberse “colado” en la transmisión de mando sin estar invitados. Pero la foto con García no deja lugar a dudas sobre el vínculo. Varias publicaciones Colombianas se refirieron a esta aparición como un “grave escándalo”, pero en el Perú no trascendió la noticia por la sencilla razón de que nos encontrábamos a pocos días de la segunda vuelta de las elecciones y el impacto de la difusión de la existencia de este tipo de amistades podía haber sido fatal para el candidato que tenía LA PRIMERA opción de llegar a la presidencia, como realmente sucedió.
Un complot entre el gobierno también “amigo” del presidente Uribe de Colombia y los medios peruanos habría sido fundamental para evitar introducir esta denuncia como tema a ser esclarecido en la campaña. Algo parecido finalmente a lo que se hizo con el pasado económico del candidato, que se borró de la memoria de los medios y de los archivos de diversas instituciones.
Caso Cuevas
Óscar Fernando Cuevas Cepeda, fue condenado a nueve años de prisión por enriquecimiento ilícito y “testaferrato” (representación de intereses mafiosos) y a pagar 10 millones dólares al Estado Colombiano. Ha sido también procesado por fuga de presos en el 2001, cuando desapareció de su celda y su familia denunció el caso como un “secuestro de las FARC”. Más tarde gestionó asilo en España como perseguido por las guerrillas.
Las relaciones entre la política y el narcotráfico están en el centro de las preocupaciones de Colombia. El gobierno de Álvaro Uribe ha sido acusado repetidamente de vinculaciones con los capos y con el paramilitarismo que fue engendrado a partir del dinero sucio de la droga, y un alto número de parlamentarios del partido de gobierno y de la familia presidencial han sido procesados por esta causa, con numerosas condenas. Sin embargo, como lo prueban las últimas elecciones en ese país, el sistema se ha adaptado a esta situación y el Estado funciona casi normalmente como un “narco Estado”. En el Perú no hemos llegado a este punto, no obstante esto no descarta las conexiones entre la política y el narcotráfico que se insinúan en la foto no explicada aparecida en Colombia.
Revista “latinoAmérica Internacional”
A fines de 1992 (cuando García ya residía en Bogotá), la familia Cuevas decidió crear una revista que intentaba ser un símil Colombiano de la revista estadounidense “Time”. Así crearon “latinoAmérica Internacional”, que llegó a tener una circulación de 120 mil ejemplares, con oficinas de difusión en Estados Unidos y las principales capitales latinoamericanas.
Como director de la nueva publicación se colocó a Óscar Cuevas Gamboa, cabeza y fundador del clan. Entre los columnistas figuró por varios años el entonces ex presidente del Perú, Alan García Pérez.
Investigaciones
El año 1994, la DEA ya estaba detrás de la pista de la familia Cuevas, a la que definió como el principal lavador de dinero del cártel de Cali, por sumas que llegaban a los 200 millones de dólares por mes. Una red de empresas de la familia se dedicaba al cobro de cheques, trasferencias electrónicas, cambio de dinero y transacciones entre empresas de fachada, con localizaciones en las islas del Caribe, CentroAmérica y SudAmérica.
Los oscuros negocios del clan Cuevas
La familia lavadora de dinero, creó en junio de 1992 la empresa Mobil Ami South Constructions Ltda., con diversas personas que eran empleados de los Cuevas y hacían de testaferros. Por su razón social, los investigadores creyeron que la empresa estaba orientada a los negocios con combustibles, pero en la realidad su principal actividad estaba relacionada con las artes gráficas.
La Fiscalía Colombiana determinó que a pesar de declarar un capital pagado de $1.230 millones, este patrimonio no se reflejaba en ninguna edificación, ni maquinaria, ni terreno alguno y lo peor de todo, no poseían cuentas bancarias reconocidas.
Los investigadores establecieron que por medio de empresas de fachada, los Cuevas se dedicaron a traer millonarias sumas en dólares para invertirlas en el sector financiero y bursátil Colombiano, y después girarlos a un gran número de personas jurídicas y naturales, que en la mayor parte de los casos figuraban con números de cédulas falsas.
La intención no era otra que ocultar la identidad de las cadenas de endosos para desdibujar el resto de los dineros ingresados al país, y en otros casos para invertir gran cantidad de dinero en títulos valores de muy rápida realización, como por ejemplo certificados a 9 ó 10 días de vencimiento, o en títulos valores en firmas comisionistas de bolsa, como Promotora Bursátil y Bermúdez y Valenzuela. Estos títulos eran luego endosados, reinvertidos o redimidos.
Raúl Wiener
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