Escribo estrictamente acerca
de lo que creo sin cortapisa o autocensura económica o partidaria. Tras años de
modesta lucha antisistema en los medios, si de algo me precio es de tener ese
privilegio: ser dueña de mis reflexiones, aciertos, errores y contradicciones.
No me auspicia ninguna procesada transnacional, ni milito en algún partido. Sí
tengo posición política y ejerzo ciudadanía desde el activismo. Mi vida laboral
ha sido saludablemente inestable desde que me tomé en serio la frase de César
Hildebrandt que es mi mantra: “El verdadero periodista debe tener siempre lista
su carta de renuncia en el bolsillo”. Es la única forma de sobrevivir en este
medio, no como empleado o receptor de cheques o poder, sino como persona.
Justo hace un año, en su
revista En sus Trece (08/15), César tuvo la gentileza de publicar una
aclaración mía sobre un supuesto vínculo que el entrevistado, Julio Guzmán, parecía sugerir. Expliqué
que no lo conocía y menos sintonizaba con él: “Me ha bastado conocer su defensa a los paquetazos viles y serviles
de este gobierno para que me quede diáfanamente claro que esta persona es un
tecnócrata ilustrado que avala y promueve la misma forma neoliberal de hacer
política (…) que privilegia al poder económico antes que al ciudadano”.
Solo 2 cosas han
cambiado desde que escribí eso: 1) conocí a Guzmán sin mayor trascendencia, y
2) en este momento es el único que parece poder pelear la presidencia al
perverso ejército fujimorista. Poco después de ese texto, una querida amiga y
noble persona –para mi sorpresa ella sí orgullosa guzmanlover– insistió en
reunirnos para formarme opinión propia. Indagué con periodistas y amigos
diversos, todos coincidían en señalarlo como honesto. Accedí y fui con mi novio
–graduado en derecho y filosofía– y lo llenamos de preguntas sobre el modelo
económico al punto de una notoria transpiración axilar. Sí, carismático, sí,
buenagente, pero igual de neoliberal que el resto. Sentí que había oído
suficiente y corté amablemente la cita.
Después y antes de eso había
escrito y he seguido escribiendo en contra de casi todo lo que defiende Guzmán
como modelo. Cuando defendí su derecho a participar en las elecciones no ha
sido porque yo sintonice con la derecha (en su caso educada) que representa,
sino por 3 consideraciones: 1) creo en la primacía del derecho constitucional
–más si el establishment corrupto pretende usar la ley de menor jerarquía para
posicionarse y coaccionarnos–, 2) fuentes diversas insisten en que está
“limpio” y esa sí es tremenda novedad en nuestra política (que el aprismo le
haya inventado vínculo con palacio a falta de trapos sucios es sintomático), 3)
como en 2011 o 2006, muchos enfrentamos el dilema de pelear desde nuestras
trincheras más contra lo que creemos será nefasto para el país (alanismo y
fujimorismo) que por una verdadera opción de decencia y transformación del
modelo (léase: la honesta Vero o el tardío Barnechea, que por ahora no llegan).
Guzmán dijo que no implementaría la Consulta
Previa, luego se rectificó pero no lo creo.
Soy recia defensora de los
Pueblos Indígenas, sobre sus derechos he escrito muchas veces y es incluso mi
tema actual de tesis. Guzmán ha defendido los paquetazos económicos
antiambientales (minuto 6:10 a 7:10 https://goo.gl/1GKUid
), yo los he criticado una y otra vez (http://larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/cuarto-paquetazo-antiindigena-12-04-2015
o http://larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/del-baguazo-al-paquetazo-sintomas-de-un-desarrollo-fallido-29-06-2014
) por beneficiar a la gran empresa robándole al país al menos 30 millones que
no le cobró en multas a casi medio centenar de empresas extractivas.
Guzmán defiende el abusivo TPP (transpacífico), yo lo repudio (http://larepublica.pe/impresa/opinion/709688-tpp-un-proyectil-contra-el-pueblo).
Guzmán ha trabajado para una transnacional
beneficiaria de la anulación de la Norma XVI, que deja que los ricos nos roben (http://larepublica.pe/impresa/opinion/16395-norma-xvi-asi-nos-roban-los-ricos).
La gente de Guzmán habla de quitarles derechos
laborales a los jóvenes, yo me he asfixiado de lacrimógenas en las 5 marchas contra la ley
Pulpín (http://larepublica.pe/impresa/opinion/727387-ley-pulpin-de-la-protesta-la-propuesta)
y más.
Pero el derecho de
participación de Guzmán lo he defendido pese a todo esto por lo dicho arriba y
algo más: si bien Guzmán es tan de
derecha como Keiko o Alan y defiende el mismo modelo económico, el que no
tenga un partido consolidado y cuajado en redes de corrupción como los otros es
una ventaja para su fiscalización ciudadana. A eso hemos llegado. Por lo demás,
como tantos, mantengo esperanza en que los nuevos valores –no solo en
honestidad sino en combate de la secta neoliberal que promueve el capital a
toda costa, incluyendo la muerte de lo humano– agarren fuerza en lo que queda
de campaña.
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