Pedro corso:
El
narcotráfico se ha unido al socialismo del siglo XXI
Desde hace varios años
politólogos y analistas –entre ellos Carlos Sánchez Berzaín– vienen denunciando
el control que ejerce el crimen organizado sobre la política hemisférica. Una
situación que se confirma con el vil asesinato de Fernando Villavicencio,
candidato a la presidencia del Ecuador, y también con la represión sistemática
y permanente que ejecutan los gobernantes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y
Bolivia.
Cada día es más evidente
que para que los malos ganen es suficiente que los supuestos buenos no hagan
nada. Una actitud en la que tienen mucha responsabilidad los funcionarios
electos, la burocracia y hasta los cuerpos encargados de imponer la ley y el
orden. Al parecer han olvidado el consejo del libertador, Simón Bolívar:
“Llamarse jefe, para no serlo, es el colmo de la miseria”. Aunque en honor a la
verdad, muchos de estos sujetos, solo buscan apropiarse de los dineros de la
delincuencia.
El crimen contra el
periodista candidato, es también un ataque a fondo a la democracia ecuatoriana,
que refleja la impunidad con la que actúa una mafia internacional que no
reconoce fronteras cuando de la defensa de sus intereses y privilegios se
trata. Esa pandilla transnacional, cuenta con amplísimos recursos que le
proveen sus sucios manejos y disfrutan de la impunidad que le confieren aliados
poderosos entre los que destacan los sucesores de los Castro en Cuba –como
Miguel Díaz-Canel– y los impresentables Luis Inacio Lula da Silva y la dupla
Fernández-Fernández que, además, son estrechos aliados de los peligrosos
gobernantes de Rusia, China e Irán.
Ecuador fue una víctima
del Socialismo del Siglo XXI, en la persona del déspota Rafael Correa, como lo
han sido Bolivia a través de Evo Morales y Nicaragua por medio de esa pareja de
depredadores que integran Daniel Ortega y Rosario Murillo. Correa sigue
teniendo una amplia influencia en su país, y, a pesar de haber sido sancionado
por corrupción, semejanzas con el actual presidente de Brasil es pura
coincidencia, controla un amplio segmento de la política ecuatoriana a través
de fieles servidores y de un sector del electorado que no comprende que el
paraíso en la tierra no se consigue por decreto, sino por trabajo e ingenio.
Villavicencio fue un duro
crítico de los diez años de mandato de Correa y aun, después que éste dejó el
gobierno, al extremo, que en una ocasión se preguntó: ¿Está permitido que un
delincuente prófugo haga campaña? A lo que el exgobernante respondió: “Eres un
cobarde sinvergüenza”. Y agregó un comentario digno de Nostradamus: “Pronto se
te acabará la fiesta”.
El asesinato siempre ha
estado presente en la política hemisférica, pero desde hace unos años, la
asociación de fuerzas políticas y la delincuencia instituida, se ha fortalecido
en detrimento de los derechos de todos, probablemente, como resultado del deterioro
de los valores que enarbolaron agrupaciones políticas que se corrompieron, aun
antes de ser gobierno, vinculándose al tráfico de estupefacientes.
Tal vez el ejemplo más
notable está representado en la estrecha asociación de Hugo Chávez con
narcotraficantes nacionales y extranjeros, aunque es justo recordar que se le
atribuye a Ernesto Guevara, el haber dicho, que había que inundar a Estados
Unidos de narcóticos para destruir su juventud y dejar al “imperio sin futuro”.
Además, desde los lejanos
ochenta, el entonces subsecretario de Estado de EE.UU. para Asuntos
Interamericanos, Thomas Enders, denunció ante el Senado de su país que Cuba
participaba en el tráfico de drogas y armas, años más tarde, explotó el caso del
general Ochoa y los hermanos La Guardia.
No obstante, fueron
Chávez y sus herederos, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, bajo el liderazgo de
Fidel Castro, quienes asociaron, con eficiencia máxima, la política al crimen
organizado, a través de las propuestas del Socialismo del Siglo XXI, un
eje que, con sus nuevas consignas, ha rendido grandes beneficios a quienes
buscaban el poder y el enriquecimiento ilícito.
El Socialismo del Siglo
XXI fue parte de un proceso constante de reinvención de estrategias, en la
actualidad, hay nuevas variantes, al servicio de quienes odian la democracia y
el disfrute de la libertad por los otros, sin embargo, el verdadero peligro radica
en dejar de aplicar las leyes, y permitir, que el orden sea violentado
impunemente, conduciendo inexorablemente a la decadencia en todos los aspectos,
inclusive, de quienes se hacen cómplices de la caída.

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