“No dudo de las buenas intenciones de algunos apristas de base, hoy, una vez más, defraudados”
La crisis del Partido Aprista es integral. Es una crisis ideológica, programática y moral. No sólo es una crisis orgánica, como sostienen algunos; tampoco se debe a la falta de mística, como dicen otros. Lo anterior son consecuencias de esa crisis. Es crisis ideológica, porque su dirigencia, la cúpula, ha renunciado a sus principios y valores éticos (si es que alguna vez los tuvieron). Han adoptado la ideología de las clases dominantes y por tanto, no defienden los intereses del pueblo. La corrupción al más alto nivel del gobierno es una manifestación de esa crisis ideológica. La ideología tiene carácter de clase.
Es crisis programática. Del programa teórico el PAP – Programa fundacional de 5 puntos – nada se cumplió, pese a que el aprismo estuvo en el gobierno desde 1945 hasta 1948, durante el gobierno de Luis Bustamante y Rivero y luego durante el régimen de la “Convivencia” en el segundo gobierno del oligarca Manuel Prado, entre 1956-1962. En el gobierno de Bustamante y Rivero, el APRA predominaba en ambas cámaras mediante la “célula parlamentaria”.
El gobierno de Velasco Alvarado los dejó sin programa. Eso explica el fracaso de Alan García durante su primer gobierno. El programa del APRA ahora es el neoliberalismo extremo y el Consenso de Washington, modelo económico al servicio del gran capital transnacional. El compromiso de Alan García con la derecha, el gran capital y los intereses imperialistas en el Perú, es irrompible. Del Hayismo no le queda nada, ni siquiera la constitución de 1979. Ahora su bandera es la Constitución fujimorista del 93; su estilo de gobierno es el caudillismo autoritario y corrupto; su promesa: el saqueo de los recursos naturales y el crecimiento de la economía en beneficio de pocos.
Es crisis moral. Esto no es novedad; viene desde su primer gobierno. Ahora es mucho más evidente. Hay grandes negociados, coimas, ventajas, corruptelas, como el caso de los “petroaudios”, el caso de Cofopri y los anteriores como la sobrevaluación de centenares de patrulleros, ambulancias, materiales para educación, etc. También, la sobrevaluación del programa “Agua para todos”, cuyo costo es 70% más alto que estándares internacionales; aquí hay una coima de más de 400 millones de soles. El gobierno nada en el charco de la corrupción y la arbitrariedad, poniendo en práctica valores que provienen del estercolero neoliberal. La corrupción es familiar al gobierno y está instalada en toda la estructura del Estado.
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