Padrino de López Meneses |
Exigen que se investiguen esos
presuntos vínculos del operador aprofujimontesinista con dichas agencias
estadounidenses.
La posibilidad de una
extensión de los vínculos del operador aprofujimontesinista Óscar López Meneses
con organismos extranjeros como la Agencia Central de Inteligencia de Estados
Unidos (CIA) y el FBI (Buró Federal de Investigaciones), debe ser vista con
atención e investigada por el Parlamento.
Así lo demandaron a LA PRIMERA
el vicepresidente de la Comisión de Justicia del Congreso, Heriberto Benítez y
el parlamentario andino Alberto Adrianzén, al comentar la revelación en ese
sentido, aparecida en un diario local.
El capitán PNP (r ) Sandro
Espinoza Flores, organizador de una fiesta por su cumpleaños, con compañeros de
su promoción, en la que tuvo como “invitado” de honor a López Meneses, y de
quien incluso se ha jactado de ser su “amigo”, se refirió sobre los posibles
contactos de este último con dichas agencias del gobierno de Estados Unidos.
“Mi amigo es muy inteligente.
Tanto es así que la CIA y el FBI se lo pelean. Óscar López Meneses no es
cualquier sujeto”, arguyó.
Y graficó su amistad con el
operador de esta forma: “López Meneses es mi amigo. Lo conozco desde el 2001,
cuando yo era alférez y trabajaba como seguridad en el penal de mujeres de
Chorrillos”.
Para luego detallar que
“cuando escoltaba a las presas por terrorismo para que asistieran a sus
diligencias en la Base Naval del Callao, en ese lugar me encontré con López
Meneses… En la Base Naval todos saludaban a López Meneses y me cayó bien”.
“Desde entonces somos amigos y
no tiene nada de malo. Osquitar es mi ‘pataza’, ‘mi broder’ y no me
avergüenzo”, argumentó sin ningún rubor Espinoza al diario “La República”.
HAY QUE INVESTIGAR
Ante esta situación, el
congresista Heriberto Benítez manifestó que la comisión parlamentaria que
investiga la infiltración del montesinismo y López Meneses en el Estado “debe
determinar si es cierto o no que los niveles de relaciones de este operador
quedan solo dentro del Perú o si estos tenían tentáculos afuera”.
“Me parece un poco difícil
pensar eso. Pero, dentro de la investigación, habrá que determinar si era un
soplón de la CIA y del FBI. Habrá que verificar eso. De todas maneras, la
Comisión debe investigar (este asunto)”, puntualizó.
De igual parecer fue el
parlamentario andino Alberto Adrianzén, al indicar que esta presunta relación
de López Meneses con la CIA y el FBI tiene que ser investigada por las
instancias correspondientes, es decir, el Parlamento y el Ministerio Público.
“Es muy probable que
Montesinos operaba con la CIA ¿no? Por lo tanto, siendo López Meneses una
persona muy cercana y un operador de Montesinos, me imagino que podría haberse
involucrado. Pero eso tiene que ser investigado”.
VÍNCULOS DE MONTESINOS CON LA
CIA
Las relaciones de López
Meneses con el sentenciado exasesor Vladimiro Montesinos es por demás conocida.
Y este último personaje, que gobernó en la sombra el Perú, durante la década
1990-2000, mantuvo estrechas vinculaciones con la CIA, las mismas que han sido
debidamente certificadas por una serie de hechos que se remontan a la década de
los ‘70.
Por lo que no sería nada
extraño que el denominado “delfín” del “Doc”, haya seguido sus pasos.
Desde finales de los años ‘60,
cuando era un joven oficial del Ejército, Montesinos demostró un talento
especial para ejercer influencia vinculándose a poderosas figuras de la clase
dominante. En 1973 llegó a ser el ayudante personal y asesor del general
Edgardo Mercado Jarrín, quien era primer ministro, ministro de Guerra y
comandante en jefe de las fuerzas armadas del gobierno militar del general
Velasco (que expulsó a los asesores militares de Estados Unidos y compró armas
de su principal rival, la ex Unión Soviética).
Y, según la autobiografía de
un mayor del Ejército, durante esa época la CIA reclutó a Montesinos. En ese
tiempo, la agenda semanal del presidente Juan Velasco llegaba a la embajada
estadounidense casi tan pronto como Vladimiro la aprobaba. Cuando se descubrió
que Montesinos tenía un documento importante que desapareció de la caja fuerte
del general Mercado, varios oficiales sospecharon que le estaba dando secretos
militares y gubernamentales a la CIA, pero no pudieron echarlo.
En 1976, sus enemigos lograron
enviarlo a un puesto remoto cerca de la frontera de Ecuador. Pero, dos días
después, Montesinos regresó a Lima y fue a la embajada estadounidense, donde
recibió una invitación oficial para viajar a Estados Unidos. Fue una clara
señal de que, a los ojos de Washington, era un agente importante.
En Estados Unidos se
identificó falsamente como asesor del primer ministro. Se reunió con funcionarios
del Departamento de Estado y de la CIA, y dio charlas en la Universidad
Interamericana de Defensa. Cuando regresó a Perú, lo arrestaron y lo acusaron
de “traición a la patria”, lo que se castiga con la pena de muerte, pero la
acusación se anuló. En 1977 lo condenaron por mentira y deserción, lo
expulsaron del Ejército y lo sentenciaron a un año de cárcel. Y parecía que la
historia había acabado.
Sin embargo, cuando el
exdictador Alberto Fujimori tomó posesión de la presidencia del Perú, en julio
de 1990, escogió a Montesinos como asesor personal. Y, desde esa posición de
poder, este último puso a sus aliados en puestos clave del Ejército, la Policía
y los ministerios.
Y cómo era de esperarse,
Montesinos también reactivó sus vínculos con la CIA, si es que acaso los
suspendió. Con regularidad iba a reunirse con el jefe de estación de la agencia
de inteligencia americana, en Lima, y recibió una invitación a la sede de la
Agencia, en Langley, Virginia.
En 1992, pocos meses después
del autogolpe, un grupo de congresistas norteamericanos le preguntaron al
Departamento de Estado sobre las relaciones de Estados Unidos con Montesinos.
Estaban preocupados porque esa relación podía resultar embarazosa, como en el
caso de Manuel Noriega, en Panamá. La investigación del Congreso estadounidense
concluyó: “La CIA tiene una relación con él. Es un personaje muy valioso”. Y
esta fortísima relación de la CIA con Montesinos se mantuvo incólume hasta la
caída de la dictadura fujimontesinista, en diciembre de 2000.
Además, nuevos documentos
desclasificados por el gobierno de Estados Unidos complementados por
testimonios de funcionarios estadounidenses y peruanos, recogidos en una
investigación del Centro para Integridad Pública y publicados en el diario The
Miami Herald, revelaron que la Agencia Central de Inteligencia de Estados
Unidos (CIA) pagó a Vladimiro Montesinos 10 millones de dólares por sus
“servicios”, entre los años 1990 y 2000, a pesar de que ésta conocía sus
vínculos con narcotraficantes colombianos.
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