LOS NATIVOS OLVIDADOS |
Escribe: Milcíades Ruiz
Nos han domesticado para tomar a
julio como “el mes de la patria”, como antes nos habían domesticado para
referirnos a España como la “madre patria”. Ahora nos introducen al cerebro la
figura del Bicentenario de la independencia del virreinato del Perú, como eje
central de nuestros actos y como autómatas lo repetimos. Pero, ¿qué significa
tal Bicentenario para los peruanos ancestrales que son la amplia mayoría
nacional?
La lucha por la independencia del
Tahuantinsuyo (no del virreinato), fue insistente en muchísimos lugares,
durante toda la dominación colonial pero sus heroicidades fueron ocultadas por
el poder dominante y nunca se las ha podido rescatar para la historia. Es que
la versión histórica que recibimos desde niños responde a la ideología del grupo
social que detenta el poder. Actualmente, los luchadores sociales somos lo peor
en la versión dominante y los que nos reprimen, calificados como defensores de
la patria.
Toda la historia oficial está
tergiversada en función de los intereses dominantes. Otra es, la versión de los
dominados de cada época y esta es la que nos hace falta para conocer la verdad
completa. La única versión con la que nos educan (amaestran) desde la escuela
primaria, proviene de los cronistas parcializados con los conquistadores y sus
descendientes, colonialista y republicanos, de los que descienden los
historiadores.
Se ha generado así, un proceso
bicentenario de alienación social, que hace a la población autóctona celebrar
como propia, una independencia ajena. De igual modo podríamos decir, ¿Qué
motivos podrían tener los esclavos procedentes de África y sus descendientes
para entonar el himno nacional de sus amos? Ni que decir de los peruanos
ancestrales, cuya condición social seguía siendo la misma, aun después de
declarada la independencia en 1821.
En este mes, también se recuerda
la independencia de Estados Unidos, cuando los colonialistas lucharon con el
apoyo de Francia y España para separarse del imperio británico, al mismo tiempo
que Túpac Amaru, Túpac Catari y otros líderes nativos lo hacían contra la
dominación colonialista para recuperar la patria cautiva. Dos corrientes
distintas pero simultáneas.
Túpac Amaru II no tuvo el poder
suficiente para triunfar, pero si los subversivos revolucionarios venidos del
extranjero (hoy terroristas), que en 1821 declararon la independencia del
virreinato del Perú. Hubo separatismo administrativo respecto al imperio
español, pero sin devolver el territorio a la población autóctona. Los
opresores colonialistas se lo apropiaron como lo habían hecho desde la
conquista del Tahuantinsuyo y se posesionaron del poder político militar.
De este modo, la población nativa
no pudo recuperar su patria y ella quedó cautiva de los usurpadores. Entonces,
cuando el coronel José De la Torre escribió el himno nacional no estaba
pensando en el Tahuantinsuyo ni en la población nativa, sino en los españoles
criollos como él, segregados por los españoles peninsulares.
A esta situación y no a otra, se
referían las frases: “Somos libres, seámoslo siempre.”, “largo tiempo el
peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró”. “Condenado a una cruel
servidumbre, largo tiempo en silencio gimió”. “la indolencia de esclavo sacude,
la humillada cerviz levantó”. Tales “peruanos oprimidos” del himno, no eran los
nativos a quienes se les motejaba como “indios” o “naturales”, como tampoco los
negros nacidos acá, pues ambos no tenían derecho a llamarse peruanos.
Los criollos se consideraban
oprimidos por el régimen monárquico con sede en España, pero sin reparar en la
opresión que ellos ejercían sobre la población autóctona. Sin embrago esta,
cubrió los gastos y deudas contraídas por la independencia del virreinato,
mediante la “contribución de indios” que era el mayor sostén del erario
nacional en la naciente república.
Pero también alimentó a las
tropas patriotas y puso su sangre esperanzada en que los amos se irían y la
dejarían libre. No solamente estaban en la tropa sino también en las numerosas
guerrillas andinas que hostilizaban a los realistas causándoles numerosas
bajas. Pero estos guerrilleros independentistas no figuran en la historia y los
que cayeron heroicamente pasaron al olvido. Los esclavos negros también fueron
engañados y derramaron su sangre en la contienda.
De ellos no se hablará en el
bicentenario. Tampoco de los morochucos ni de las atrocidades que sufrió el
pueblo de Cangallo, incendiado por el sanguinario oficial realista Carratalá en
venganza por apoyar la independencia. Solo se hablará de los criollos
oportunistas que siendo del campo enemigo, se pasaron a las filas patriotas
ocupando los más altos cargos de gobierno, de los tribunales de justicia y de
las fuerzas armadas.
Ellos figuran en la historia como
próceres y están en los textos escolares. De ellos se hablará. De los héroes
nativos jamás. Es comprensible que a muchos no les agrada estas expresiones. Los
enfermos mentales nunca creen que lo están. Los alienados tampoco. Por eso me
adelanto a pedir disculpas, por la forma tan irreverente de escribir esta nota.
No obstante, me atrevo a sugerir
que, en vez de pensar en celebraciones rimbombantes, ¿por qué no pensar en
poner fin al despojo y la usurpación política devolviendo el poder político a
los peruanos ancestrales? ¿Es que no tienen derecho al autogobierno? Es una
locura dirán los intereses de clase como lo dicen los parlamentarios
estadounidenses respecto a los países latinoamericanos.
No faltará quien diga que no
están capacitados, como lo dijeron liberales y conservadores colonialistas, al
inicio de la república. Lo mismo decían los amos y sus lacayos para evitar la
reforma agraria. Con esta mentalidad nunca hubieran votado por Evo Morales, que
mantiene en la cumbre económica a su país. Preferirán la reforma política
planteada por el gobierno de Vizcarra para seguir con la predominancia actual y
seguir postergando a los peruanos ancestrales, refugiados en los andes, su
defensa natural.
Al igual que “El Día de la
Alimentación” decretada por la ONU, en que los barrigones se banquetean en
nombre de los desnutridos, así también, los peruanos más auténticos no tendrán
ni gratificaciones, ni panetones, ni días de descanso, ni brindarán por una
independencia ajena. Se escuchará por todos lados la frase “Feliz 28”, pero sus
chozas seguirán en la más espantosa soledad, comiendo de su pobreza y
trabajando para no morir.
La gesta de los revolucionarios
republicanos encabezados por San Martín y Bolívar, es un hecho histórico de
merecida recordación y nada de lo dicho en esta nota, puede empañarla. Pero es
necesario reflexionar sobre una reparación histórica que nos corresponde
asumir. Está en el ambiente, pero todos se hacen los desentendidos. No esperemos
que explote de la peor manera. Hay que darle una salida.
Julio 2019
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