jueves, 11 de marzo de 2010

El Pastor de Crousillat

Cada día está más claro que el indulto a José Enrique Crousillat fue una maniobra concertada, que no respondía a ningún criterio médico válido.
Nadie creyó que Crousillat estuviera tan enfermo que mereciera el gesto humanitario de Alan García. Este diario señaló desde el principio la farsa que presentaba a un levantador de pesas como paciente cardíaco al borde de la tumba. Abrumador y rápido fue también el rechazo público a esa maniobra.
Diversos sectores políticos, en particular el Partido Nacionalista, exigieron desde el primer momento una investigación sobre ese indulto amañado.
Ahora, hasta el presidente García y su entorno consideran que hubo engaño en el proceso que condujo al indulto. Si es así, el responsable político, el director de la ópera bufa, es Aurelio Pastor, ministro de Justicia.
Puede discutirse la afirmación de García, en el sentido de que lo sorprendieron con unos informes médicos al parecer postizos. ¿Resultará tan ingenuo el jefe de Estado como para ignorar el real estado de salud de un personaje de la corrupción como Crousillat?
¿No sabía el doctor García que el médico José Luis Janampa, que fue jefe del Área de Salud del Establecimiento Penitenciario de Lima, evaluó la salud de Crousillat, entre 2008 y 2009, y consideraba que aquella no encerraba peligro? ¿Qué informes médicos tomó en cuenta?
En el Congreso, Aurelio Pastor ofreció, sin quererlo, indicios de su culpa en el caso. Dijo que, como no es médico, no se atrevería a discutir los diagnósticos de éstos. Pero no aludió al indiscutible informe del doctor Janampa.
Pero tampoco como abogado parece competente el doctor Pastor. Porque alegó en el Congreso que, según algunos constitucionalistas, el indulto no se puede anular. Omitió decir que constitucionalistas de peso, como Aníbal Quiroga y César Valega, han señalado que sí cabe la anulación de un acto jurídico cuyo fundamento es ilegítimo.
Igualmente grave es que el ministro de Justicia no haya dicho qué opina él, en su calidad de abogado, de la necesidad de esa anulación y más bien haya sostenido que el indulto es “cosa juzgada”, es decir, que no debe ser anulado.
En el fondo, Pastor defiende a Crousillat. No otra cosa significa que incluso se haya atrevido a declarar que no se puede impedir que Crousillat salga del país. Preludio y justificación del gran escape.
El congresista Carlos Bruce, portavoz de Alianza Parlamentaria, ha puesto el dedo en la llaga al declarar: “El presidente García ya ha dicho que los papeles que le llevó Pastor se revisan, y eso significa retiro de confianza. Por dignidad Pastor debería renunciar”.
Bruce ha dicho, además, que los servicios de Pastor a Crousillat no han sido gratis.
Por el escándalo del indulto tramposo y por los lados turbios de su conducta, la moral pública exige que Pastor se vaya a su casa o a su partido.
César Lévano

cesar.levano@diariolaprimeraperu.com

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