Después de leer el extenso artículo de Mario Vargas Llosa, publicado en El País de España y reproducido en la prensa latinoamericana, me queda clara la impresión de que este escritor profesional, peruano de nacimiento, no sale de la diatriba enfermiza de cualquier libelo de folletín universitario.
Por ejemplo nos dice en su virulenta mercancía para satisfacción de los poderosos del continente: “Esta mañana he vivido una vez más esa sensación de asco e ira, viendo al risueño presidente Lula del Brasil, abrazando cariñosamente a Fidel y Raúl Castro.” No podía ser de otra manera, la alegría de quienes defienden a los pobres resulta hiriente para quienes defienden a los ricos. Una fotografía de los seres humanistas revolucionarios, sonrientes y abrazados, admirados por su obra socialista de reivindicación social en lo educativo, cultural, sanitario, alimenticio, en maternidad e infancia, debe irritar a los déspotas dueños de la riqueza o a sus propagandistas. Eso queda claro. Decenas de millones de ciudadanos latinoamericanos, la gran mayoría, sabemos como piensa este conspicuo merecedor de los réditos editoriales. La pregunta es ¿a quién le importa la ira de Mario Vargas Llosa?
A esta gran mayoría de ciudadanos latinoamericanos, siguiendo con los ejemplos, no nos dan ira sino repugnancia las fotografías de abrazos y sonrisas de Mario Vargas Llosa con José María Aznar, el ex presidente del gobierno español que, confabulado con George W. Bush y Tony Blair, propició y ejecutó la invasión armada a Irak bajo el pretexto de las “armas de destrucción masiva” que nunca existieron; y nos dan asco y repugnancia porque esta guerra ilegal ha generado más de un millón de muertos inocentes, desapariciones y torturas. Muertes que pocos denuncian y, por supuesto, no indignan al escritor profesional de marras. Nos dan repugnancia, a su vez, las fotografía de Vargas Llosa defendiendo a los terroristas cubano-americanos de Miami, entre ellos a Luis Posada Carriles, Carlos Alberto Montaner y Orlando Bosch y a otros, sus amigos, en cuanta junta contrarrevolucionaria, a manera de conferencias “democráticas del mundo libre” se organizan a fin de derrotar el grito liberador de los pueblos. Nos repugnan las fotografías del escritor profesional con los pinochetistas redivivos con Sebastián Piñera en Chile, con el demócrata narco-paramilitar Álvaro Uribe y con un hombre como Alan García, acusado de enormes latrocinios y los genocidios de su primer gobierno y la siniestra matanza de Bagua en la región amazónica.
Dentro del montaje del muerto útil de la Fundación Nacional Cubano Americana de Miami, no podía faltar la historieta chilindrina de Mario Vargas Llosa, jefe de redacción del grupúsculo de los Jorge Castañeda, Enrique Krause, César Hildebrandt, Fernando Rospigliosi o Carlos Alberto Montaner; y de los editorialistas de El País, el ABC, el Mundo, La Razón, etc. de la prensa española. En el tinglado de la prensa reaccionaria contra la revolución cubana y de paso la venezolana, el suicidio del delincuente cubano, ex obrero, Orlando Zapata, sigue la línea de acción trazada, difundir mentiras, armar falsificaciones y embustes, sin importar, en realidad, la muerte de un ser humano equivocado que bien es utilizado sin llorarlo ni sentirlo. Y no podía faltar el ditirambo porque este escritor profesional es el principal encumbrado de la entente reaccionaria internacional para asuntos de América Latina. La decadencia de Mario Vargas Llosa es irreversible, lástima por él en su enfermedad terminal. Da pena ver a un individuo creyéndose la conciencia moral de Latinoamérica cuando desposeído de escrúpulos y de principios básicos de decencia y ética, ha perdido toda credibilidad y sólo los medios de comunicación masiva patronales lo acogen como a todos los escribas, polizontes monetaristas de la contrarrevolución continental. Hoy se vive en América Latina una época de cambio social, intentos de liberación del yugo imperialista neocolonizador y el derrotado escritor profesional no puede asumir su derrota ideológica de cuando por intereses crematísticos se alejó de la revolución cubana y por consiguiente de los pobres del continente y el mundo. Siendo un hombre instruido, enterado y culto, nos inspira tristeza verlo defender una democracia inexistente y una libertad sólo de los ricos, es decir, cuando lo vemos perderse en la sinrazón de su causa.
Y como buen provocador que es, Mario Vargas Llosa intenta, en medio de su rabieta, tal vez senil, una luz de clarividencia argumentativa esponjosa y falaz, típica de los embaucadores y sofistas, pues pondera y ataca a la misma vez al presidente Lula mediante los siguientes juicios: “Pero de Luiz Inácio Lula da Silva, gobernante elegido en comicios legítimos, presidente constitucional de un país democrático como Brasil, uno esperaría, por lo menos, una actitud algo más digna y coherente con la cultura democrática que en teoría representa, y no la desvergüenza impúdica de lucirse, risueño y cómplice, con los asesinos virtuales de un disidente democrático, legitimando con su presencia y proceder la cacería de opositores desencadenada por el régimen en los mismos momentos en que él se fotografiaba abrazando a los verdugos de Orlando Zapata Tamayo.” Aquí la temeraria acusación del escritor profesional cae por su propio peso, ya que eleva a la categoría disidente democrático a un probado delincuente común, a un criminal agresivo que le partió el cráneo a un ciudadano cubano de un certero machetazo, a un condenado, desde 1990, por los delitos de estafa, tenencia de arma blanca, daños a la propiedad pública y lesiones a los ciudadanos pacíficos. Así el terrorista cubano, Posadas Carriles, que voló en mil pedazos un avión de Cubana de Aviación con la delegación completa de jóvenes deportistas, asesinando a 73 personas, resulta también un héroe de la “democracia y el mundo libre” en la naturaleza mezquina de este escritor enriquecido por difundir sus mentiras. Así también llega al colmo de llamar “asesinos virtuales y verdugos” a los gobernantes cubanos por no ceder al chantaje de un convicto suicida financiado desde Miami.
Después de las barbaridades que escribe, no me queda claro si Mario Vargas Llosa, producto de su derrota ideológica de neoliberal extremista, ahora que la economía capitalista está de regreso a las regulaciones del estado, llega al resentimiento social o a la desadaptación personal que ocurre a los sujetos con tendencia a la agresividad, el cinismo, la conspiración y la impostura. Parecería una exageración de mi parte apreciarlo de esta manera, pero mis dudas se disipan cuando leo de su parte lo siguiente: “Pero, cuando se trata del exterior, el presidente Lula se desviste de los atuendos democráticos y se abraza con el comandante Chávez, con Evo Morales, con el comandante Ortega, es decir, con la hez de América Latina.” Allí reside el problema del desequilibrio o la enajenación temprana en este escritor profesional, porque se puede discrepar de los líderes latinoamericanos citados pero de ahí a llamarlos “la hez de América Latina” no armonizar con el discurso de un hombre o intelectual que se pretende serio y creíble. El ALBA representa una corriente de integración latinoamericana democrática y solidaria, donde el individualismo, el egoísmo, la deslealtad, el enriquecimiento, la especulación, la usura y el lucro desorbitado, en medio de la indigencia de más de la mitad de los habitantes de la tierra del sistema capitalista-imperialista, no tienen cabida. ¿Será esta creación de ALBA la que despierta la ira santa de Vargas Llosa? Pues, parece que sí, ¿qué otra explicación puede darse al insulto descomedido respecto a tres líderes elegidos abrumadora y democráticamente por sus pueblos y respaldados en la continuidad de las consultas populares, a las que no se atreven otros presidentes envueltos en la corrupción, el atropello, el crimen y el enriquecimiento ilícito.
No crea la prensa patronal masiva que engaña a los pueblos latinoamericanos con desatinos como los de su escritor estrella, seguido de otros por un salario y las sinecuras de sentirse periodistas. Mario Vargas Llosa ha perdido la noción del significado de las palabras: moral, honestidad, honorabilidad y decencia, porque para él los héroes de la democracia no la “hez” son sus amigos con quienes se retrata sonriente y abrazado, tales como José María Aznar de España, Carlos Menem de Argentina, Sánchez de Losada de Bolivia, Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Alan García de Perú, Álvaro Uribe de Colombia, Carlos Salinas de Gortari de México, es decir, con quienes comparte la mesa mirando la caja de caudales de cada uno de ellos, multimillonarios hechos a razón de expoliar los recursos naturales de sus países y someter a la pobreza extrema a sus pueblos. Entonces, no estamos ya frente a un problema ideológico, discutible y controvertido, sino frente uno sin solución: el de los valores humanos invertidos. Valores humanos invertidos, elevados por los escribas, gratificados con buenas pagas, a verdades de Perogrullo, con la finalidad de salvar y fortalecer el sistema de dominación capitalista imperante. Sujetos sin principios siempre ha existido, seres sin escrúpulos de ninguna clase también, por ello mismo llaman la atención los hombres con ideales, los hombres capaces de sacrificar su bienestar personal en función de los demás. Sin ideales a defender no existirían en la historia universal nombres como Montesquieu, Rousseau, Marx, Lenin, Mao, Bolivar, Martí, Ho Chi Minh, Mariátegui, Che Guevara y otros tantos luchadores sociales cuyos valores humanos y morales estuvieron por encima del beneficio individual.
La búsqueda de la justicia social significa crear una moral distinta, verdadera. Significa llevar a la práctica los valores humanos declarativos, jamás implementados. El esfuerzo de la revolución cubana es descomunal y ejemplar en este sentido; y el reconocimiento al comandante Fidel Castro es universal desde hace cincuenta años, por todos los líderes mundiales vivos y muertos y por los intelectuales de mayor renombre, le guste o no le guste a Mario Vargas Llosa y sus escribas alrededor. Cuba ha obtenido resultados innegables, los índices comparativos de los organismos especializados de las Naciones Unidas, publicados por PNUD, en cuanto a desarrollo humano, abolición del racismo, educación, salud, nutrición, mortalidad infantil, protección a los ancianos, acceso a la cultura, emancipación de la mujer, medicina, protección del medio ambiente, etc. sitúan a esta pequeña nación en niveles superiores, junto a los países más eficientes del mundo. ¿Molestan estos resultados al escritor profesional? ¿Le produce una ira irremediable el avance de la revolución bolivariana, el triunfo abrumador de Evo Morales en Bolivia, la alfabetización masiva de los pueblos indígenas y de los pobres, la curación de la ceguera y la atención médica (Operación Milagro) a un millón y medio de ciudadanos desprotegidos y abandonados en doce países de Latinoamérica y el Caribe? ¿Y le da rabia que el gasto social en Venezuela se haya multiplicado por diez con postas médicas, escuelas, educación universitaria y alimentación y que ladrones como Carlos Andrés Pérez y sus amigos no se puedan levantar el dinero en costalillos?¿Y le da cólera el triunfo del tupamaruPepe Mújica en Uruguay? ¿Y le da alegría el triunfo de Augusto Pinochet resurrecto en la persona de Sebastián Piñera? La cuestión de fondo señor Vargas Llosa es que el mundo vive de espaldas a la realidad del hambre y la desigualdad, de espaldas al infortunio de millones de millones de seres humanos, y usted lo sabe muy bien; sin embargo, usted se alinea con los ricos y los sirve, nosotros con los pobres y luchamos por la dignidad, la educación, la salud y el bienestar de quienes no tienen nada.
En conclusión, señor Vargas Llosa, Usted defiende a los ricos y poderosos porque disfruta de ellos y con ellos; además, piensa como ellos: que los analfabetos son necesarios al sistema de dominación porque de ese modo no conocen las palabras democracia ni libertad; y que los ignorantes son útiles porque desconocen sus derechos; y que los pobres son inevitables a fin de manejarlos de acuerdo a sus necesidades y su hambre; y que los trabajadores son piezas de recambio sin dignidad, reemplazables en cualquier momento porque deben mendigar trabajo; y que los indígenas y campesinos deben quedarse tranquilos esperando la usurpación de sus tierras y los recursos naturales a favor de la inversión; y que los enfermos deben seguir enfermos porque ya no sirven para trabajar y nada producen; y que el Estado es propiedad de los ricos porque el resto de la ciudadanía no sabe gobernar. Este es el mundo ideal que preconiza ¿verdad, señor Vargas Llosa? Y si no es así como usted dice, porque le viene en gana, todos los líderes de oposición al sistema de la falsa democracia que defiende son unos infecto-contagiosos a ser odiados con furia, son la “hez” que según usted le “revuelven las tripas”.
Carlos Angulo Rivas es poeta y escritor peruano residente en Canadá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario