Durante el gobierno anterior se pretendió relacionar las
protestas y conflictos socio ambientales con Ollanta Humala. La creencia era
que Ollanta y las autoridades elegidas y militantes del PNP, con apoyo y dinero
chavista estaban detrás de lo de Bagua, Tía María u otros conflictos. Hoy que
Ollanta Humala está en Palacio de Gobierno, Marco Arana es el nuevo gran
orquestador de toda la protesta en defensa del ambiente, en coordinación con
las autoridades de Tierra y libertad y de otros grupos, con el financiamiento
de una supuesta red anti minera global.
Los actores cambian, otros como Ollanta trasmutan, pero
la interpretación de los hechos sociales permanece intacta: gentes confundidas
(indios brutos en realidad) que pueden tener ciertas razones pero que
definitivamente son azuzadas y manipuladas por autoridades, líderes sociales o
radios locales. Ante ello, antes con Ollanta y ahora con Marco Arana y su red,
hay que proceder a romper el espinazo (franco tiradores incluidos) de la
protesta en defensa del “estado de derecho”, que hoy implica situaciones tan
aberrantes como la arbitraria y violenta detención del alcalde Mollohuanca,
espinarenses, miembros de la Vicaria de Sicuani o del dirigente Huamán.
BOTELLITAS
DESESTABILIZADORAS
La farsa se completa en estos días con un hecho que no
resiste el mínimo análisis periodístico: tres botellitas con gasolina
“colocadas” en las afueras del aeropuerto de Cajamarca, frente a lo cual se
decidió, en una obvia coordinación de alto nivel político empresarial, cerrar
el aeropuerto de Cajamarca y cancelar los vuelos de Lan. Pero, no que el país
no se puede detener frente a los ultras y cada minuto de paro nos hace perder
miles de dólares. Pues bien, la posibilidad de que Isaac Humala participara en
la marcha contra Conga simplemente mando al traste la ecuanimidad y Valdez
logró paralizar el tránsito aéreo cajamarquino con todas las consecuencias que
ello produjo.
Las botellitas además tienen relación con la táctica del
“sembrado” con armas de fuego y bombas molotov a los dirigentes y autoridades
de Espinar. Y es que cuando no existe voluntad ni argumentos, las posibilidades
de usar el poder de forma tan burda responden directamente a la capacidad de
los ministros. En ese sentido Isaac Humala tiene razón cuando sostiene que
Valdés es estúpido (falto de inteligencia) y además violentista (capturas y
militarización). Característica que luego de las declaraciones de Ollanta y los
twits de Nadine sobre Espinar parece ser contagiosa en Palacio.
En ese contexto, ni la tremenda campaña de desinformación
ejercida por el oligopolio mediatico desde Lima puede borrar la realidad: el
mundo, no sólo el país, atraviesa por una tensión y conflictividad emanada
desde la voracidad de las empresas extractivas que vía los medios crean
sentidos comunes y como en un juego (Xtrata hace pocas semanas cambio de dueños
como en una timba) colocan un mapamundi sobre la mesa para distribuir sus
planes de explotación e inversión, obviamente buscando maximizar sus ganancias.
El discurso ambiental asumido por algunas de estas empresas es accesorio,
mientras que a otros nos resulta central, teniendo en cuenta que está
ampliamente demostrado que este modo de producción de riqueza está agotado y
arriesga la sobrevivencia de las especies.
NEGACIONISMO
AMBIENTAL
No son los falsos profetas y agitadores que existen en
todas partes los que originan el conflicto, sino el negacionismo socio
ambiental practicado por los gobiernos lo que deriva en situaciones límite en
las cuales la violencia termina aflorando como consecuencia natural. La
negativa a debatir la zonificación territorial o el incremento de impuestos a
las actividades extractivas, cuando eso justamente sería una válvula de escape
a la presión social, no tiene otra explicación que la ideológica y
mercantilista, sostenida por aquellos que asumen que el problema ambiental es
irrelevante o mínimo.
La otra alucinante posición asumida por los gobiernos,
medios y “analistas” es que esta coordinación anti minera tiene “fines
políticos” y eso la deslegitima. Obvio, ¿qué asunto puede ser menos político
que plantear la revisión del modelo de crecimiento, su relación con el ambiente
y la distribución de la riqueza generada? Estamos frente a una nueva situación
en la que los que tienen el poder para resolverla ya optaron por fortalecer la
lógica que antes denigraban (Ollanta), y otros que siendo agentes expresos o
ingenuos de los intereses mineros se aferran a una visión del mundo que es
insostenible.
En ese contexto los puntos intermedios se diluyen y la
intransigencia cultivada con esmero y paciencia por los sucesivos gobiernos y
con saña por los medios, terminará generando más y diversas respuestas a lo
largo del Perú y del mundo. Nuestra pretensión cosmopolita a la sombra de la
Marca Perú por más sofisticada que pretendas ser, es ligera y provinciana (con
el perdón del uso del término); el discurso, la pantallas y el papel pueden
soportar todo el peso del poder económico, pero como una y cien veces la
historia enseña, la profundidad de los problemas aflorará sin respuestas a la
vista.
Alexandro Saco
Rebelión
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