Pasado el Domingo de
Resurrección, la resaca de Semana Santa parecía tener a más de un político
alucinando que exhuma olor a santidad y a perdón divino. Esa, por lo menos, es
la imagen que el expresidente Alan García exhibió, tras esos días de reflexión
cristiana, para responder una grave denuncia por sus 5 mil 500 conmutaciones de
penas e indultos, cientos de las cuales fueron otorgados a sentenciados por
narcotráfico.
Apenas a un día de ser
interrogado por la Megacomisión en referencia al tema de los indultos –entre
otros–, citando a algunos medios a una conferencia de prensa, y por intermedio
de un discurso de pomposa retórica y forzada mística, el expresidente Alan García
intentó excusar, con “la conciencia tranquila”, los motivos “morales” y legales
que lo llevaron durante su gestión a abrir las puertas de los penales para que
cerca del 10% de los reclusos del país –de un total de 47 mil internos–
salieran en libertad.
Con el fin de convencer a sus
oyentes, García usó en 15 ocasiones la palabra “indulto”, seis veces la palabra
“oportunidad”, cuatro veces “humilde” y ocho veces “hijo”. Las palabras
“compasión” y “comprensión” las pronunció en tres oportunidades cada una, casi
siempre juntas y para referirse a sí mismo, el mismo número de veces que usó
los términos “hacinamiento”, “vida destruida”, “madre” y “Dios”, esta última en
vano. Por algún tipo de autocensura, la palabra “conciencia” solo fue usada por
él en dos oportunidades.
Llamó la atención que el
expresidente aprista señalara que tenía cerca de 7 mil expedientes de solicitud
de indultos, de los cuales aprobó más de 5 mil, justificando que responde a que
“la sociedad habla a través del presidente”.
“NO VOTEN POR MÍ”
En lo que refiere a la norma, y a su potestad
como mandatario, afirma haber hecho todo “estrictamente
dentro de la ley”. Y esgrime razones de hacinamiento en las prisiones,
además de retar las decisiones que toma el Poder Judicial.
“Un año en una cárcel peruana
equivale a cuatro años en una prisión de Norteamérica o Europa”, excusó.
“La política de reducción de
penas que instrumentó mi gobierno está dentro de la política penitenciaria y de
deshacinamiento de los penales, además del objetivo moral de la compasión por
el que sufre o de dar una nueva oportunidad a jóvenes y madres”, fue otro de
los puntos cumbres del afiebrado alegato de García, en el que también aseguró haber pasado “miles de horas
durante cientos de noches” revisando “caso por caso”, incluso las sentencias, y
que de darse la oportunidad lo volvería a hacer. “Si no les gusta mi política
de indultos, no voten por mí”, pidió a quien le escuchara.
El expresidente también usó
cifras de sobrepoblación penal para justificar sus miles de indultos y
conmutaciones. Apeló también al drama y la emotividad recurrente, incluso llegó
a decir que cada caso lo decidió con el consejo de Dios.
“Hay gobiernos que prefieren
lavarse las manos ante los pedidos, otros que siguen el camino de la indiferencia
o de la crueldad en algunos casos. Yo prefiero el camino de la compasión, de la
comprensión, y de dar una oportunidad a muchos peruanos, esencialmente humildes
que han cometido un delito o una falta, pero que creo necesitan la comprensión
del gobernante (…) Ese es mi punto de vista cristiano y es mi convicción
moral”, agregó.
Por último, el expresidente
aseguró que a través de la Ley Nº 29604 su gobierno determinó que si una
persona que ha merecido una gracia presidencial como reducción de pena o indulto
vuelve a delinquir, “el juez aplicará automáticamente la mitad más de la pena
como una sanción por haber traicionado la nueva oportunidad que la sociedad a
través del presidente le da”.
“LIBEREN A BARRABÁS”
Por esos motivos, y porque “no
está en su corazón”, el expresidente consideró muy noble de su parte perdonar a
infortunados jóvenes que se dedican al tráfico de drogas; obviamente de los
peces gordos y bandas criminales –referidos por la Megacomisión del Congreso–
no habló. “Esos jóvenes, menores de 23 años, en enorme cantidad, de esos que
están en una esquina, en un grupo, y cuando se acaba su cerveza, arrebatan un
celular al que pasa y tienen la torpeza de ir a venderlo detrás”, detalló como
los grandes elegidos por su corazón.
“¿Si tiene 19 años lo puedo dejar pudrirse en la cárcel diez años? Yo
no puedo. Y si no les gusta,
sencillamente no voten por mí, pero esa es mi conciencia ante Dios y como
hijo de preso político”, afirmó golpeándose el pecho mediáticamente.
Allí no quedó el asunto,
también metió en el bolo de sus indultos justificados a las mujeres.
“Y es también porque
encontramos una inmensa cantidad de madres, muchísimas, iletradas, humildes y
campesinas, de las fronteras del Perú con Bolivia y con Chile, que habían sido sentenciadas a penas que, a
mi concepto, eran muy graves y yo diría a veces inhumanas, que considero
injusto que por 200 gramos de cocaína se sentencie a una persona a diez años de
prisión porque alguien le ha ofrecido 100 soles por pasar esto en la frontera a
pie”, sostuvo García en lamentable discurso que tira por los suelos la
dureza en las sanciones que tanto pide la ciudadanía a los jueces. Además de su
poca colaboración en la lucha contra el narcotráfico.
En el caso de los burriers, su excusa no fue menos extravagante. Para
él se trata de “turistas a quienes, carentes de formación moral ellos, les
proponen pasar uno o dos kilos de droga en sus estómagos”.
“Nosotros creímos –agrega–, de
acuerdo a su conducta y al informe psicológico, que una vez que superaran los
tres años y cuatro meses debían ser sometidos a la expulsión del Perú,
comprando ellos su propio pasaje, comunicando a sus embajadas y a sus gobiernos
de esa expulsión y de la prohibición de volver al territorio nacional”, dijo
García Pérez.
Finalmente, tras extenderse
por cerca de diez minutos en la lectura de bien escogidos casos de
conmutaciones de penas, y de reiterar lo draconiano que le parecía que condenen
a diez o más años de cárcel a esos jóvenes menores, madres iletradas y
humildes, y burriers carentes de formación moral, Alan García negó la
posibilidad de haber otorgado indultos a narcotraficantes, “esos capos de
cuello y corbata que deambulan por las calles y frente a los que nadie hace
nada”.
La Megacomisión que ha citado
para este miércoles 3 al expresidente formulará las preguntas referidas a este
escandaloso caso.
El programa “Cuarto Poder”
reveló que fue durante la gestión de la exministra de Justicia Rosario
Fernández que se indultó a 3 259 reos, muchos de ellos condenados por tráfico
de drogas. Le sigue en el ‘ranking’ el exministro Aurelio Pastor, con 1 692 indultados;
el exviceministro Víctor García, con 447 indultados; y la exministra María
Zavala, con 102.
MARIANO VÁSQUEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario