Ahora que, gracias al fallo del vocal supremo Javier
Villa Stein, el coronel Alberto Pinto Cárdenas ha salido en libertad y niega
sus vínculos con el grupo Colina, recordamos aquí un episodio que retrata su
cercanía con el encarcelado ex asesor Vladimiro Montesinos. Esta es la historia
de la noche en la que el SIN intentó “apropiarse” de la captura de Abimael
Guzmán y él jugó un importante papel.
SOCIOS |
La captura de Abimael Guzmán sorprendió a Fujimori y Montesinos sin saber de la operación. Después desaparecieron el GEIN.
Por Edmundo Cruz/
Aquel sábado 12 de
setiembre de 1992, a las 10 y 30 de la noche, el coronel Alberto Pinto
Cárdenas, entonces jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), tocó
la puerta de la antigua oficina del jefe de la Dirección Nacional contra el
Terrorismo (Dincote), en la cuadra 11 de la avenida España. Iba en busca de
Abimael Guzmán Reynoso, capturado dos horas antes por un equipo del Grupo
Especial de Inteligencia (GEIN) perteneciente a la Dincote. El cabecilla de
Sendero Luminoso había sido trasladado hasta allí luego de ser hallado en su
escondite de la casa de Los Sauces en Surquillo.
Setiembre 12, Capturado Abimael Guzmán conversa con el jefe de la DINCOTE. Antonio Ketin Vidal. El SIN quiso robarse el mérito.
El jefe de la Dincote, general PNP Antonio Ketín Vidal
Herrera, había ordenado que nadie ingresara a su oficina, salvo el presidente
de la República o el ministro del Interior. Pero Pinto Cárdenas franqueó las
puertas de fierro invocando órdenes supremas. En el interior, Abimael Guzmán
respondía las preguntas informales del ministro del Interior, general EP Juan
Briones Dávila, y el director de la Policía Nacional, general PNP Adolfo Cuba
Escobedo, las primeras autoridades que habían acudido a la Dincote.
Uniformado y severo, aunque nervioso, el coronel Pinto
Cárdenas hizo el saludo de rigor a sus superiores y al instante descargó el
propósito de su misión.
–Tengo orden del presidente de la República –dijo
dirigiéndose a Vidal– de trasladar a Abimael Guzmán Reynoso al Pentagonito, por
razones de seguridad.
Siguieron segundos de tensión. Ketín Vidal respondió:
–De la Dincote jamás se ha fugado nadie. En cambio, de
allá, del Pentagonito, hace un mes se ha escapado el señor Samuel Dyer. (Dyer
estuvo secuestrado en los sótanos del SIE cuando Pinto Cárdenas jefaturaba
dicho servicio).
Como si dudara en responder, el ministro Briones Dávila
mantenía silencio. Así que Ketín Vidal se adelantó:
–Señor ministro –dijo– como usted tiene conocimiento este
trabajo lo ha hecho la Dincote y lo que pase está bajo mi responsabilidad. No
estoy de acuerdo con el pedido.
Briones seguía pensando y se inclinó hacia Cuba Escobedo
en ademán de consulta. Así que Vidal, sin perder su estilo ceremonioso, optó
por la presión.
–Si va a ser así, señor ministro –advirtió–, yo pido mi
pase al retiro. No podría permitir estas cosas por varias razones.
–Ya ya, cálmate –terminó diciendo Briones al jefe de la
Dincote–. Y dirigiéndose a Pinto Cárdenas le comunicó que él personalmente iba
a hablar con el presidente. Ketín Vidal completó la orden: “Coronel, tenga la
bondad de retirarse”.
Alberto Pinto salió maltrecho, pero quedó flotando la
duda sobre quién realmente le había dado tal comisión.
Una hora antes, hacia las nueve de la noche, tras el
“flash” con la noticia de la captura de Guzmán, el jefe de la Dincote había
recibido una llamada de Vladimiro Montesinos, asesor presidencial y del
Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).
–General Vidal, ¿es cierto lo que informa la televisión o
están “cojudeando”?
–Es cierto –dijo Vidal–, Guzmán está acá en mi despacho.
Montesinos no dijo está bien, ni mal. Sencillamente
colgó.
Ketín Vidal deseaba comunicar él directamente la noticia
al presidente Fujimori y lo había llamado a Palacio de Gobierno. El mandatario
se encontraba fuera de Lima. El jefe policial no se resignó. Esta vez fue él
quien llamó a Montesinos en busca de contacto directo con Fujimori. “No te
preocupes, ya le informé”, fue la respuesta.
Fujimori fue habido recién al día siguiente. A las cuatro
de la tarde llegó la alerta de que el presidente se dirigía a la Dincote. Allí
recibió un informe completo del seguimiento de cuatro meses que concluyó en la
“Operación Victoria”. El mandatario no ocultó su alegría, pero el trato con
Vidal fue protocolar, frío. Al despedirse citó al jefe policial a una reunión
esa noche en Palacio. En la cita, el general Ketín Vidal dio al mandatario las
explicaciones sobre el manejo tan secreto de la operación. Coincidieron en que
lo fundamental era la captura de Guzmán y no los detalles. En ninguno de esos
encuentros Fujimori mencionó la supuesta orden de traslado de Abimael Guzmán al
Pentagonito, con la que el coronel Alberto Pinto había intentado sustraer al
senderista de las manos de sus captores el 12 de setiembre. ¿Quién estuvo
detrás de esa intentona? Veamos.
OPERADOR: El día que salió libre. el coronel Alberto Pinto, acusado de ser miembro del Grupo Colina, dijo que no era culpable de nada. Su cercanía a Montesinos y al grupo militar está probada.
La camaradería Montesinos-Pinto nació en la Escuela
Militar de Chorrillos. Ambos son artilleros de promociones continuas: 1966 y
1967. En 1990 Montesinos introdujo al comandante Pinto en el núcleo de
protección que cuidó del presidente electo Alberto Fujimori en el Círculo
Militar. En Palacio de Gobierno, Pinto también integró un servicio montado por
Montesinos para proteger a Fujimori.
En 1991 fue jefe de la Oficina de Coordinación del
Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) con despacho en Las Palmas, al lado del
ex asesor. Y junto a Santiago Martín Rivas fue objeto de una felicitación
especial del presidente Fujimori que le valió su ascenso. Con el grado de
coronel fue nombrado jefe del SIE. En los nueve meses y una semana que duró su
gestión se produjo el golpe del 5 de abril y los secuestros del periodista
Gustavo Gorritti y del empresario Samuel Dyer. También la casi totalidad de
eliminaciones extrajudiciales perpetradas por el grupo Colina, cuyos miembros
pertenecían a su unidad.
Fue cesado del cargo intempestivamente el 7 de octubre de
1992 y destacado a una unidad remota en el departamento de Puno. Una vez más
fue rescatado por Montesinos: lo promovió a agregado militar de Perú en
Colombia. Ese es el militar que ahora dice que no sabe nada del grupo Colina.
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