Carlos Angulo Rivas
Ollanta Humala parece tener algunos problemas
de comprensión de la lectura, de la política nacional, de su partido
nacionalista y, por consiguiente, de las decisiones a tomar. Cada vez que
declara a la prensa necesitamos de intérpretes y traductores. La reciente
alianza con los fujimoristas en el Congreso para sancionar ilegalmente a Javier
Diez Canseco, congresista izquierdista renunciante a la bancada de Gana Perú,
constituye una negra historia de presión palaciega, una completa vendetta,
sobre los débiles parlamentarios “nacionalistas” u Ollantistas. Presión sobre
la que debe responder el cogollo gobernante Nadine Heredia, Ollanta Humala,
Marisol Espinoza, y los ujieres que los rodean. Esta sanción a Diez Canseco, de
indudable origen palaciego y subrepticio, trastoca la agenda política nacional
en cuanto se sospecha, con fundadas razones, los arreglos bajo la mesa entre la
familia japonesa Fujimori, los fujimoristas, y Ollanta Humala, convertido en un
felón tal como fue calificado en su época de gobernante el general Francisco
Morales Bermúdez. El grave problema para el país es que los felones no tienen
límites, una vez saltan la primera barrera las siguientes les parecen normales,
naturales, colaterales y domésticas. Allí tenemos también a varios especimenes
gemelos de la política nacional como el propio Alberto Fujimori y Alan García
Pérez, para quienes una raya más al tigre no hace diferencia.
Vamos a decirlo con toda claridad. Liberar al
reo Alberto Fujimori, mediante un indulto amañado, cocinado en las alturas
corruptas del poder, sería la felonía más grande de este régimen que se inició
con banderas de renovación y esperanza; sería pisotear la dignidad nacional
nada menos que por un soldado que vistió el uniforme patrio. Mario Vargas
Llosa, guardando las formas ante la sospecha de la liberación de un criminal y
ladrón de la talla de Fujimori, dice: el gobierno “mancharía su gestión, si le otorga la gracia presidencial al
sentenciado a 25 años por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta;” además,
de acusarlo de haberse levantado del país seis mil millones de dólares que la
familia japonesa Fujimori no quiere devolver. A estas alturas de los
acontecimientos, alrededor de un pedido de indulto ilegal, prohibido en la
forma y fondo de su solicitud, Ollanta Humala declaró ante el diario El País de
España, con uno de sus trabalenguas diciendo: “él tomará una decisión “poniendo
por delante el interés nacional,” quejándose de que “hay mucho juego político
de diferentes actores que no tienen vela en el entierro” lo cual “enturbia todo
este proceso en el cual se va a decidir sobre una persona”. Por favor, señor
presidente, Usted no es el dueño del Perú así quiera regalarlo a los mejores
postores; en este asunto de dignidad nacional todos los peruanos tenemos que
ver, principalmente,los que votaron por su “hoja de ruta” contra la mafia
encabezada por la japonesa Keiko Fujimori, Alan García, Kuczynski, Castañeda.
El vaivén del antijurídico indulto a Fujimori
por parte del gobierno corresponde a la voluntad de otorgarlo. La vacilación de
no hablar claro respecto al indulto por parte de Ollanta Humala, Nadine
Heredia, y del burócrata con fajín ministerial Juan Jiménez Mayor, se relaciona
con la conciencia sucia de los nombrados y las negociaciones turbias con la mafia
aprofujimorista. Los exabruptos de los japoneses Keiko y Kenji Fujimori, contra
Vargas Llosa por sus contundentes declaraciones son una prueba de que existen
conversaciones secretas en el montaje de un indulto ilegal que vendría con una
alianza abierta entre los fujimoristas y los restos insepultos del
“nacionalismo.” La japonesa Keiko Fujimori señala que a Vargas Llosa “le sobra
imaginación, pero que le falta caridad humana” ¿tuvo caridad humana su padre
cuando ordenó los numerosos asesinatos de los que se le acusa? Por otra parte,
se confirman las conversaciones secretas con el gobierno cuando la insolente
japonesa exige: “Humala Tasso debe “resolver pronto” la solicitud de indulto
para evitar “que un tema humanitario se convierta en un desfile de turistas que
solo hablan por la herida” en referencia a Vargas Llosa. Otras pruebas de las
turbias negociaciones entre el fujimorismo y el círculo palaciego serían las
declaraciones de la dogmática evangelista Ana Jara que señaló: “las opiniones
de terceros sobre el pedido de indulto de Fujimori salen sobrando” o las del
primer ministro Jimenez Mayor: “respeto la opinión de Mario Vargas Llosa contra
de un eventual indulto al ex presidente Alberto Fujimori pero la postura del
escritor no es vinculante a la decisión que tomará, en su momento, el
mandatario Ollanta Humala. Por último, el silencio de cuando le preguntaron
sobre el indulto la metiche, presidenta, Nadine Heredia.
El pus del cuerpo nacional vuelve a saltar por
todos los poros. Ollanta Humala ha cruzado varias vallas de felonías, una más
grande sería la libertad del criminal japonés Alberto Fujimori, cuya solicitud
de indulto no reúne los requisitos establecidos en la ley, ni siquiera en
cuanto a la presentación sin la firma del reo. Humala, no contento con otorgar
a Fujimori una cárcel dorada a costa del presupuesto nacional, con un área de
10,050 metros cuadrados con todas sus comodidades, quiere insultar a la ciudadanía con
violaciones a la ley y a la constitución. ¿Quién paga el policlínico, médicos,
enfermeras y ambulancia permanente; los ambientes de la cárcel donde el reo
tiene libertad de decidir quienes lo cuidan, la libertad de ser visitado las 24
horas del día, de disponer de un ambiente privado al que no accede el INPE,
etc., es decir, quién paga la propiedad de Fujimori en la DIROES, fundo
"Pampa Bonita," donde no rigen las normas porque él gobierna. Ollanta
Humala con el indulto presentado viene actuando, por inmoral cálculo político,
a favor de la impunidad, de la corrupción, de la descomposición casi
irreversible del Perú. No sólo quiere salvar a Fujimori sino a Alan García y
sus secuaces. Actuando por principios, con dignidad, honestidad y rectitud, la
cuestión del indulto no debe marcar la agenda nacional; la situación es muy
sencilla para un líder íntegro, limpio y honorable, pues bastaría una sola
declaración sin tartamudeos palaciegos: el indulto no procede; con ella se
acabaría la discusión, la porfía, el debate; y sobre todo la insolencia de los
japoneses Keiko y Kenji Fujimori, quienes no quieren devolver la plata robada a
todos los peruanos.
Señor Ollanta Humala es hora de que Usted
aclare de una vez por todas el significado de su declaración al diario El
País “yo tomaré una decisión poniendo
por delante el interés nacional” porque el único interés nacional real y
concreto es que la familia Fujimori devuelva los calculados seis mil millones
de dólares robados al Perú y que el reo por usted protegido en la DIROES pague
por sus crímenes. Observe su comportamiento de hombre frente al espejo de su
habitación; y piense con sinceridad por qué a su hermano Antauro Humala no le
otorga los privilegios carcelarios dados a Alberto Fujimori.
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