Hemos sostenido que la opción
por Gana Perú en el proceso electoral pasado, fue porque se definió por la democracia con una propuesta
programática de transformaciones, la misma que fue aceptada por la mayoría del
pueblo peruano. Las demás organizaciones políticas, como siempre, apelaron a la
democracia formal, es decir una democracia de fachada que utiliza todos los
medios subalternos y mafiosos con de tal de sostener la situación actual, es
decir el predominio de las bandas mafiosas incrustadas en el poder central. Y
el caso más relevante es el del fujimorismo que ha radicalizado su opción
autoritaria, además se han intoxicado de cinismo y vocación criminal. La
venganza asolapada es su política que
hoy día se ha expresado claramente en el asunto de Javier Diez Canseco; pero en
realidad su verdadera política es la venganza violenta.
El pueblo peruano votó por la
vigencia de la democracia real con transformación nacionalista, hoy traicionada
por el gobierno fracasado que, ante el temor de no terminar su periodo político
o terminar en medio del desprecio del movimiento nacionalista peruano, prefiere
situarse en el espacio mafioso; cree que su alianza con el fujimorismo y el
aprismo alanista envejecido lo salvará de tal aislamiento político. Es
simplemente la ilusión de un nacionalista dclaudicante.
El problema real es que su
concepción del nacionalismo fue autoritaria, muy lejos del nacionalismo
transformador en democracia, el germen autoritario estuvo desde su nacimiento
sino que las condiciones preelectorales y electorales no le permitieron
expresarse abiertamente como hoy lo hace. Era en realidad un nacionalismo sin
fuerza real porque renunciaba a la organización de un partido de masas y por
eso su triunfo fue mediocre, que terminó haciendo concesiones vertebrales en
medio de un acoso desde todos los frentes. Cedió sin vergüenza alguna,
ilusionado por el aroma embriagador de un poder que, ha descubierto, está en
manos de los poderes fácticos, que no le pertenece, pero que lo acorralan como
en un yeguarizo.
Los últimos acontecimientos
políticos diseñados por el gobierno, nos muestran claramente que existe un
gobierno con piloto automático, que las decisiones más importantes no nacen en
palacio de gobierno sino en la cueva de la ultraderecha, de aquella que sueña
con un Perú convertido en un paraíso político, sin oposición o con oposición
perseguida o silenciada y el erario nacional a su disposición, reinventando
aquello de que la plata viene sola o aliándose a las grandes corporaciones para
finiquitar grandes negociados. Por ello hace todo el esfuerzo necesario para
que la Mega Comisión Anticorrupción naufrague en beneficio de la mafia aprista
y de las políticas ultraconservadoras.
Desde el periodo de formación de la Mega Comisión,
desde las más altas esferas del poder hubo una decisión de que fuera formal,
irrelevante para ello debería estar fuera de esa Comisión los parlamentarios
Chehade y Diez Canseco. En medio de mentiras, calumnias y tergiversaciones el
gobierno eliminó primero a Omar Chehade y después a Javier D.C.
El gobierno de Cachiche, sin
ninguna virtud y en medio de una política populista grosera ha ido
desembarazándose de todo representante que tenga una lejana imagen de
progresista y lo ha hecho de la manera más vulgar, como un vendedor de camotes
en la parada.
Así quedó demostrado con el
último acuerdo del congreso respecto de un proyecto de ley presentado por
Javier Diez Canseco y que suscitó las iras perversas de los apristas más
corruptos y que aún permanecen en el congreso gracias a la plata mafiosa. Suspendieron
al mencionado congresista por un supuesto conflicto de intereses y que en el
fondo se trataba de defender los intereses de grandes corporaciones como
Backus, las AFP, entre otros, que abusan de las acciones de inversión, que son
una especie de inversionistas de última categoría sin derechos ni a los
beneficios que le son inherentes. Bajo esta cantinflada del gobierno se evita
que los accionistas de inversión tengan los mismos derechos que los accionistas
comunes. Se salvaron estos monopolios de esta regulación necesaria para impedir
el enriquecimiento desmedido de quienes controlan esas empresas. ¿Cuánto de
dinero habrá habido en esa corruptela? Efectivamente la plata viene sola. Y es
evidente que nadie presentará una iniciativa como la de JDC, de antemano está
muerta por la acción de los mafiosos que se coaligaron en el Congreso y en
beneficio de las grandes corporaciones corruptas.
Entonces queda claro que de
este modo el gobierno se incorpora a la coalición mafiosa con propósitos
subversivos, contra la democracia; y el cuadro político de traiciones, la toma
y daca y de claudicaciones se presenta ahora perfectamente delineado y se ha
hecho público y notorio. No hay dudas, ha perecido toda forma de defensa de la
democracia desde el gobierno, lo último que teníamos como parte de las
coincidencias con los gobernantes. Está todo roto y se avecinan días negros.
Si la venganza desde el poder
político es despreciable por ser propia de dictadores que se ensañan de manera
brutal con sus opositores o disidentes, peor aún si el opositor es decente y
respetable, incapaz de llegar a la política sucia. La coalición, en este caso,
es el montaje descarado contra el Estado de Derecho que lo quieren convertir en una cuadrilla de
facinerosos, tal cosa ocurrió durante el gobierno de Fujimori, hoy sería su
reedición violenta utilizando a los estúpidos del Movadef y al estrafalario
asesino Abimael Guzmán.
El gobierno se ha coligado con
la extrema derecha que hará todo lo posible por llegar a gobernar y reinstaurar
la dictadura de los años 90, someter al pueblo con la violencia abierta,
imponer una situación de miedo generalizado y no dejará ningún espacio para la
crítica más dulzona y usará nuevamente al terrorismo, ahora bajo la forma del
Movadef, para una represión contra el pueblo, contra el humanismo y el programa
democrático nacionalista.
El proyecto de esta coalición
es instaurar un régimen de terror que permita la máxima explotación de los
pobres del Perú, la reducción drástica de la clase media, la minimización del estado
peruano, reducción de los servicios de salud y educación, etc. No está, ni de
lejos, en su percepción, el proyecto de modernización del país, no les importa
seguir viviendo del negocio vulgar, de la venta de piedras. Esto explica la
incapacidad de iniciar un proceso sostenido de industrialización, de
explotación minera con valor agregado, satisfacer las necesidades energéticas
del país, impulsar la producción agraria moderna que incorpore de manera
asociada a millones de minifundistas, de los pequeños y medianos productores
agrarios; dentro de un proceso de desarrollo nacional democrático y justo.
En tanto que la visión de los
nuevos coaligados es una visión chata y ramplona, propia de brujos de aldea,
además miserable que sólo busca la satisfacción o abultamiento de las cuentas
bancarias de una élite dominante y mediocre.
Estamos advertidos todos los
peruanos sobre la subversión contra la democracia y el programa nacionalista,
sobre la instauración de un régimen del terror.
La historia nos demuestra que
la derecha mafiosa jamás ha hecho esfuerzos mínimos para cambiar al Perú, su
orientación principal fue el enriquecimiento fácil y rápido, ilícito, como
ocurrió con la explotación del guano y el caucho y con los grandes negocios con
las corporaciones y monopolios nacionales y extranjeros. La década del
fujimorismo es también una demostración de nuestra afirmación, nueve mil
millones de dólares, producto del remate a precio de huevo de las empresas del
estado se esfumaron en una orgía de corrupción y propaganda barata, amén del
latrocinio.
Trujillo 18-11-12
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