El caricaturista Heduardo ha resumido magistralmente la situación: el error de Toledo fue hacer un Habeas Corpus, cuando lo que tenía que hacer era un Alan Corpus.
Pero el ego colosal tampoco ha perdido la oportunidad de contar un chiste al agradecer públicamente a sus adversarios “porque con sus torpezas han podido poner al APRA al lado del pueblo”.
O sea el tipo anda con un promedio cercano al 80% que opina que está involucrado en graves actos de corrupción, según todas las encuestas, muchos de los cuales los ha puesto en evidencia la megacomisión, pero imagina que unos titulares de la gran prensa de un solo propietario, significan un espaldarazo de popularidad.
Alan García parece que entiende que hay un pueblo que aplaude los narcoindultos, los petroaudios, los decretos de falsa urgencia, las obras asignadas sin controles, etc. Y que lo único que le preocupa es que el eterno candidato (no ha trabajado en nada más en la vida) tenga expedito volverse a presentar a las elecciones teniendo detrás suyo a todos los que vimos en acción entre el 2006-2011.
En el Perú hay magistrados que piensan que a una persona como García hay que alcanzarle las preguntas que le van a hacer para que sus abogados le preparen las respuestas. Y a eso le llaman debido proceso, cuando lo que quieren hacer es salvar al expresidente del efecto de sus propias palabras.
No fue la megacomisión la que le colocó en la boca eso de que consultaba con Dios para dictar indultos y conmutaciones, que Facundo Chinguel era un hombre probo y que lo que lamentaba era no haber tenido tiempo para otrogar más gracias liberadoras a narcos y otros delincuentes. Si algo anularon los jueces son las propias palabras del fanfarrón.
Pero ahora sale al ruedo como si alguien hubiera proclamado su inocencia y todo lo que estuviera en juego es el supuesto veto que el malvado de Tejada viene organizándole para su votación en el Congreso.
Ya todos hemos tomado nota de lo difícil que es acusar a este personaje. O si se quiere, que lo que verdaderamente está pasando es un complot para construir una víctima de persecución congresal a alguien que tiene que responder por asuntos ineludibles.
AGP, sin embargo, no está vetado, sino señalado por haber hecho abuso de sus facultades como gobernante. La Megacomisión no ha llegado más lejos que eso, porque no lo está acusando aún de complicidad con diversos delitos que sabemos que existieron: pagos para salir libres, tráfico de influencias para favorecer a ciertas empresas, manipulación de pruebas incriminatorias, enriquecimiento en el poder, favores de empresas favorecidas, etc.
En vez de hablar de veto para candidatear, se debería hablar del peligro del regreso del partido de las langostas al poder, para no ser juzgados por lo que hicieron y completar su tercera gran corrupción.
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