Rocío Silva Santisteban
¡Histórico triunfo de la
juventud organizada, enterada, resistente, alegre y consciente! El errado
manejo de la crisis anti-Pulpín por parte del gobierno fue el catalizador para
que los jóvenes de distinto color político y origen social se organizaran agrupados
en zonas y en la Coordinadora 18D y aprendieran no solo sus derechos,
analizando la ley en diversas jornadas, sino a resistir en las calles saliendo
con una estrategia inédita en cinco grandes movilizaciones en menos de un mes.
¡Algo jamás visto!
Sin duda es la victoria de los
jóvenes trabajadores y estudiantes en coalición creativa por un trabajo digno y
la demostración palpable de que la protesta social es la manera de ampliar
derechos como viene sucediendo desde hace siglos. Los mismos jóvenes, en
distintos foros públicos y privados, demostraron ante quienes argumentaban las
bondades de la ley y la incoherencia en su rechazo con el argumento de “el
pueblo es bruto y si es joven más bruto todavía” que esa era la sinrazón de una
tecnocracia insensible que perdió ante las contundente fuerza de la resistencia
juvenil.
Hubo sus oportunistas: los
dirigentes de Fuerza Popular, de Perú Posible, del APRA y otros partidos que
estuvieron de acuerdo al principio pero recularon nomás avizoraron el rechazo
masivo de la norma. Hubo algunas decisiones saludables que, ante la crisis,
tuvieron que tomar distancias: Sergio Tejada y Marisol Espinoza votaron en
contra, así como varios otros nacionalistas. El Poder Ejecutivo se quedó con 18
aislados votos. La bancada FA-AP, con la presencia de sus congresistas en las
calles y en las comisarías apoyando a los jóvenes, fue la más consecuente.
Mientras se iba votando en el
pleno del Congreso, una desesperada Nadine Heredia desde su twitter decía:
“Nacionalistas proponen: Ley aplicada SOLO para primer empleo y que se incluya
CTS y gratificaciones sobre base de media remuneración”, y seguía insistiendo:
“¿Qué proponen los otros congresistas? Derogatoria. Es decir, status quo para 2
millones de jóvenes que merecen una oportunidad!” y posteriormente los
auténtico pulpines, aquellos que aplaudían el recorte de sus propios derechos,
tomaron la palabra en conferencia de prensa echándoles la culpa a la izquierda
y a los miles de jóvenes que salían a las calles. Patético.
En estas circunstancias
siempre recuerdo al mártir y luchador de Sudáfrica Steve Biko: “no hay mejor
arma del opresor que la mente del oprimido”. El auto-convencimiento de los
jóvenes pulpines se asemeja a esa increíble cooptación de los poderes fácticos
sobre la mente de Ollanta Humala. La propuesta de recorte de derechos, de
flexibilización de la inversión a todo costo social, de ampliación de denuncios
mineros y petroleros, con tal de que entre dinero para activar la economía, es
una prueba de ello.
Esta victoria ha costado siete
semanas de una intensidad inusitada; ha costado heridos, detenidos,
perseguidos, golpes a jóvenes hombres y mujeres; maltrato a jóvenes abogados de
la CNDDHH y de otras instituciones de parte de la PNP, detenciones arbitrarias,
“denuncias preventivas” por delitos futuros, enmarrocamiento arbitrario y
humillante de detenidos, gaseadas a discreción, intercambios de tweets
agresivos con el Ministro del Interior. Pero todo ha valido la pena porque los
jóvenes han demostrado lo que es la democracia. ¡Radicalicemos la democracia
para hacerla más y más demócrata!
Rocío Silva Santisteban (Lima,
1963). Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y
Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de
poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa
negra (1993), Condenado amor y otros poemas (1995) y Turbulencias (2006). En
1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista
y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de
Derechos Humanos.
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