“Por cobarde callaste cuando descuartizaron a Mariella Barreto, volviéndote cómplice de uno de los crímenes más horrendos que hayamos visto”.
POR MARIELLA PATRIAU
Por eso, el ver tu melodrama teatrero ante la corte,
despeinado y casi en pijama para dar lástima y correrle a tu responsabilidad
penal, no me sorprende. Lo esperaba. Es digno de ti.
Ahora que no muestras ni siquiera la entereza de
defender tu mandato, ahora que bajas la cabeza, fingiendo soponcios y montando
melodramas, ahora es que revelas tu verdadera cara.
Te disfrazabas de estadista, pero no eras más que un
advenedizo que llegó al poder mintiendo y que, canallada tras canallada, se
convirtió cada vez más en ese tirano inmoral que se sentía invencible y
poderoso ante las ‘portátiles’ o las ‘geishas’, pero que temblaba como una
gallina asustada cuando se sentía acorralado.
¡Cómo se te quebraba la voz la noche del intento de golpe
de Salinas Sedó! “¿Adónde me voy?”, le preguntabas tembleque y asustado a tu
socio Montesinos. Y tu ADN te hizo pretender asilo en la única embajada en la
que podrías sentirte seguro: la de tu país, Japón.
Te hacías el valiente, mientras bajabas las escaleras
sorteando los cuerpos de los emerretistas acribillados en esa imagen para la
historia, pero no te atrevías a que un periodista de verdad te entrevistara
sin antes pasar por el visto bueno de Vladimiro.
Fuiste muy enérgico cuando disolviste el Congreso. Pero
le regalaste a Ecuador el kilómetro cuadrado de Tiwinza donde murieron
nuestros soldados. Porque siempre fuiste y siempre serás un cobarde.
Encerraste a tu mujer tras una puerta soldada. A la misma
mujer a la que años atrás, enviaste ante la prensa a decir que te habías
intoxicado con bacalao para no presentar tu plan de gobierno después de la
Semana Santa de 1990. Ese mismo año, le pediste a Alan García que fabricara un
apagón antes del debate con Vargas Llosa, para no tener que enfrentarlo,
utilizando al General Edwin Díaz como intermediario.
Por cobarde callaste cuando descuartizaron a Mariella
Barreto, volviéndote cómplice de uno de los crímenes más horrendos que hayamos
visto. Porque Montesinos te dominaba, te chantajeaba y te manejaba como
quería, haciéndote creer en mil conspiraciones para sembrarte más miedo. Por
eso viviste encerrado en los cuarteles y en los sótanos de Inteligencia durante
años. Agazapado y medroso.
Solo una mente cobarde y abyecta sería capaz de concebir
una maquinaria tan inmunda como la de los diarios ‘chicha’. Y diez de los
condenados por este juicio del que hoy quieres escapar, entre ellos
Montesinos, han declarado monolíticamente que la idea fue tuya.
Solo un cobarde renuncia a la presidencia por fax. Solo
un cobarde se escuda en las faldas de su novia japonesa para evadir la
justicia. Solo un cobarde se refugia en la casa de una familia chilena mientras
sus abogados se oponen a su extradición. Solo un cobarde se hace el enfermo
terminal para engañar al presidente y forzar un indulto. Solo un cobarde se
disfraza de loco despeinado y monta esta exhibición tragicómica. Ya no solo
eres cobarde, Chino. Ahora tampoco le tienes miedo al ridículo.
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