La mentira
repetida una y otra vez por los políticos peruanos y medios de comunicación ha
convencido a muchos compatriotas que la inversión extranjera es deseable y
garante del desarrollo de nuestra nación. Su doctrina y práctica es que se debe
hacer lo que sea para atraer y complacer a los inversionistas extranjeros:
flexibilizar el mercado laboral, que quiere decir trabajar más por menos, dar
beneficios tributarios, quiere decir que paguen muy pocos o ningún impuesto,
dar subvenciones etc., y todo esto en un marco legal hecho a su medida para
proteger sus extraordinarias ganancias mientras el peruano trabajador sigue
luchando por un espejismo de dignidad en el mejor de los casos o nada más para
sobrevivir.
El Perú es uno
de los países más ricos del mundo, tenemos costa sierra y selva con abundantes
recursos naturales y humanos que si fueran correctamente aprovechados, nos
tendrían que aportar alta calidad de vida para todas las familias y estabilidad
económica. Sin embargo no sucede así, inversionistas extranjeros tenemos de
sobra, prácticamente todas nuestras riquezas y las industrias que las extraen
ya han sido privatizadas de gobierno en gobierno y ya no nos pertenecen, lo
poco que queda también quieren entregarlo, rematar y venderlo.
Mientras tanto
Bolivia, con el gobierno de Evo Morales ha triplicado sus ingresos y reservas
nacionalizando sus industrias del sector energético de gas y petróleo, plantas
eléctricas y su red nacional, agua, telecomunicaciones entre otros, lo que
quiere decir que ha expropiado lo que en su día fue privatizado, o simplemente
ha recuperado lo que al Estado y al pueblo boliviano le pertenece. No por ello
han dejado de cooperar con inversores extranjeros que aportan tecnología, pero
estos ahora se tienen que conformar con un porcentaje mucho menor de
beneficios, estas son las nuevas condiciones impuestas por el gobierno
boliviano que hace prevalecer el interés nacional y el desarrollo de la nación.
Lo mismo hizo Ecuador y muchos otros países de nuestro continente, y no por eso
dejaron de interesarse ni participar inversiones extranjeras, Rafael Correa
comentaba que en los 3 primeros años de su gobierno revolucionario no se
presentaban los inversionistas, pero que el Ecuador tampoco los quería,
inversiones a cualquier costo no es la política del gobierno, y luego se
acercaron con tecnología y respetando los intereses de la nación.
Hasta en Cuba,
país socialista, quieren ir inversionistas extranjeros. Las riquezas que poseen
nuestras naciones valen mucho más que el capital y el dinero, en simple el
dinero no se come ni acá, ni en los EEUU, Europa o Canadá, son ellos quienes
nos necesitan y no al revés. En Perú los inversionistas están mal acostumbrados
a llevarse todo gratis, nuestros gobiernos entreguistas se llenan los bolsillos
negociando el saqueo de nuestra nación y los medios de comunicación de la
oligarquía, cómplices propietarios también de muchas empresas, se reparten
entre ellos lo poco que dejan los inversionistas, una élite corrupta y apátrida
amasa fortunas disponiendo del país como si fuera su hacienda privada.
Pero no se
puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, millones de compatriotas luchan
por sus tierras y recursos contra estos buitres inversionistas y un gobierno
servil. El Perú necesita un cambio de modelo económico, ya no nos conformamos
con el goteo, esta perversa ideología neoliberal que dice que debemos permitir
a los multimillonarios enriquecerse cada día más porque de sus fortunas
gotearan las sobras que mejoraran nuestras vidas. El peruano quiere y necesita
nacionalizar todos los sectores estratégicos industriales y financieros del
país, redistribuir los beneficios entre los trabajadores y población, y cuando
los inversionistas lo tengan claro, aquellos que vengan a cooperar bajo
nuestras condiciones con transferencia de tecnología, así no más serán
bienvenidos.
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