NO A LA GRAN COALICIÓN DE IZQUIERDA
Ideele Revista Nº 249
Juan Carlos
Ubilluz Doctor en Literatura
(Foto: Diario16)
Leo con sorpresa que
Marco Arana está en conversaciones con el grupo de Salomón Lerner para formar
parte de una gran coalición de izquierda1.
La idea, supongo, es formar un grupo político lo suficientemente variopinto
para atraer no solo al electorado de izquierda (hoy bastante reducido) sino
también al electorado de centro. Dado que hoy la derecha cree poder hacer y
deshacer a su gusto en el país, se piensa (supongo, nuevamente) que los tiempos
no están para los divisionismos de izquierda y que lo urgente es ganar las
elecciones presidenciales, o al menos un buen número de curules en el Congreso,
para redirigirlo a favor de la masas.
Esto puede sonar
bastante cuerdo, pero yo pienso que es una de las peores ideas que he escuchado
desde que a Susana Villarán se le ocurrió la reelección. Si Marco Arana forja una alianza con el grupo de Salomón Lerner, estaría comprometiendo a Tierra y Libertad
en un error del cual le sería difícil recuperarse. Pues si se quiere
desarrollar un modelo económico alternativo al modelo extractivista, y no
simplemente ganar las elecciones, formar parte de la Coalición Progresista
Unión Fuerzas de Izquierda es condenar la causa política al fracaso.
Lejos del purismo
dogmático y sectario, este ensayo delinea algunos pasos pragmáticos para una
organización política que pretende cambiar la situación del país. Pero antes de
ello, me serviré del caso Tía María para describir brevemente la actual
estructura de poder. Pues hay que conocer al adversario antes de hacer las
alianzas necesarias para enfrentarlo. De lo contrario, uno puede darse con la
sorpresa de que en el intento de superar obstáculos, acaba metiéndose cabe.
LA DEMOCRACIA
ADMINISTRADA
Hace algunas semanas,
el vocero de Southern Perú llamó a los opositores al proyecto de Tía María “terrorismo anti-minero”. En algunos
medios, se comentó que este apelativo no era más que “un desliz”. No podría
estar más de acuerdo, pero viniendo yo del psicoanálisis, sé que un desliz
revela una verdad inconsciente. Y esta verdad es la que sigue: para esta
empresa –y no solo para esta empresa—, el
ejercicio del poder del pueblo en contra del capital (ejercicio otrora
llamado “democracia”) es antidemocrático.
Asimismo, el Instituto
de Libre Empresa (ILE) ha hecho suyo el desliz. En su artículo Terrorismo
anti inversión, cuyo encabezado es una foto de Abimael Guzmán en traje a
rayas, José Luis Tapia (director del ILE) sostiene que el apelativo “terrorismo
anti-minero” ha sido una buena idea y plantea tomarla como “el punto de inicio
para completar una legislación anti terrorista que incorpore la figura de
terrorismo anti inversión”. La idea es
hacer un cambio en la legislación para tipificar como terrorismo a “una persona
o grupos de personas [que] tengan como finalidad ahuyentar las inversiones que
realicen las empresas”2.
Para el ILE, entonces,
la democracia debería ser redefinida de este modo: sistema de gobierno que
promueve y defiende a los grandes inversionistas del poder del pueblo.
El ILE puede, por
supuesto, creer lo que da la gana. El problema es que el Estado parece creer lo
mismo. De allí que la ministra de
Energía y Minas corra detrás del inversionista para calmarlo cuando éste patea
el tablero de negociaciones. Y de
allí que el Presidente de la República mienta (no hay otra manera de decirlo)
sobre lo que sucede en Arequipa: según él, la mayoría de los pobladores del
valle de Tambo quiere la mina y solo una minoría guiada por “malos dirigentes”
“amedentran” a la población (lo cual es como decir que son terroristas). Y
mientras el Presidente pide darle al proyecto “una oportunidad”, les echa la
policía encima a los manifestantes, encarcela a sus líderes y saca un paquetazo
ambiental que desprotege legalmente a las comunidades indígenas de todo el
Perú.
Que
el Estado es el Estado del capitalismo, es una tesis marxista
que en otras épocas se trataba de encubrir. Pero hoy el Gobierno peruano ni
siquiera se toma el trabajo de tratar.
La ley del “terrorismo anti-inversión” no es una alucinación del
radicalismo neoliberal. Esta ley existe
ya en la práctica cotidiana del Estado como una suerte de suplemento
obsceno. Es decir, como una práctica secreta y paralegal que suplementa la
debilidad del sentido que se quiere imponer la sociedad. Y lo que vemos ahora
con la propuesta de la nueva tipificación de terrorismo es que la obscenidad
sale de su escondite y exige ser reconocida bajo el sol.
¿QUÉ
SE PUEDE DECIR DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN?
Nada diferente de lo que Marx dijo hace
siglos: que son los órganos de prensa del capital. La barra brava del
empresariado (me refiero a Miguel
Santillana y a Juan Carlos Eguren) se pasea por todos los canales difamando
a los opositores al proyecto Tía María y esparciendo teorías conspirativas
sobre una gran complot malévolo (conformado por grupos tan disimiles como Tierra y Libertad, el Movadef, el
etnocacerismo) para ahuyentar la inversión minera y quebrar la economía
peruana. Y la prensa, en general, repite este tipo de mensajes como si fuesen
un poco excesivos, faltos de tacto, pero ciertamente dignos de atención y,
claro está, de preocupación. Obsérvese cómo después de todos los improperios y
mentiras de Santillana contra los supuestos complotadores, los presentadores de
Buenos Días Perú solo se disculparon por no haberlo detenido a tiempo cuando se refirió a la pareja de Verónika Mendoza
como “brichero”. En resumen, para la prensa en general, la barra brava del
empresariado se equivoca en la forma, mas no en el fondo.
Tenemos
entonces un consenso entre el gran capital, los medios de comunicación y el
Estado: un consenso que privilegia las grandes inversiones sobre los derechos
ciudadanos, y criminaliza a quienes pretendan invertir el privilegio. ¿CÓMO LLAMAR A ESTE TIPO DE SISTEMA
POLÍTICO?
Stephen Wollin ha
esgrimido el término “democracia administrada”, el cual alude a un sistema que
se reviste de las formas democráticas mientras se toman las grandes decisiones
a espaldas del pueblo.
Wolin también llama a
esta forma de gobierno “totalitarismo
invertido”, diferenciándolo del totalitarismo clásico. Mientras que en el totalitarismo clásico el partido-Estado imponía una
sola visión política a la sociedad (como en la URSS de Stalin y la Alemania
de Hitler”), en el totalitarismo
invertido el gran capital fagocita al Estado e impone una visión económica al
conjunto de la población. Simplificando quizás demasiado, pasamos del
totalitarismo del gran hermano al totalitarismo económico.
No hay que subestimarla: la democracia
administrada es un sistema fuerte y bien consolidado. Obsérvese cómo
actualmente las instituciones financieras de la Unión Europea están teniendo
éxito en revertir el rechazo de Syriza a las políticas de austeridad, a pesar
de que Syriza había recibido un claro mandato anti-neoliberal en las
elecciones. Y aunque la historia de Grecia está aún por escribirse, queda claro
que quien llegue al gobierno debe enfrentar a un sistema de extorsión
internacional. Un sistema de extorsión tan institucionalizado que a veces se
hace difícil no compartir el desaliento de los oprimidos en el famoso poema de
Brecht:
HOY
LA INJUSTICIA SE PAVONEA CON PASO SEGURO.
Los opresores se
instalan como para diez mil años.
La violencia asegura: “Todo seguirá como está”.
No suena otra voz que
la de la clase dominante y en los mercados la explotación proclama: “Esto
recién comienza”.
Y sin embargo… los
manifestantes de Bagua, Conga y Tía María han podido resistir toda la fuerza
del Gobierno peruano, de los medios de comunicación, de las grandes empresas y
de los miles de millones de dólares que los impulsan. Tal vez Syriza acabe
arrodillándose ante la Unión Europea, o tal vez contribuya a refundar el poder
del pueblo en Europa, pero los manifestantes de los conflictos medioambientales
en el Perú han demostrado ya una fuerza de resistencia admirable. Es por ello
que cuando los Santillana y los Eguren salen a los medios a denunciar el
complot malévolo de la izquierda, sus voces expresan no solo el tempo frenético
de nuestra era de capitalismo de alta intensidad sino también la impotencia del
yuppie que no puede creer que una “sarta de zarrapastrosos” le malogre el
negocio.
No quiero hacer de esta
resistencia una virtud chauvinista. Los conflictos medioambientales son una
fuerza a la vez nacional e internacional, particular y universal. Como lo
sostiene David Harvey, la contradicción capital-naturaleza es quizás la
contradicción principal de nuestra época. Si al inicio de este ensayo he
mencionado a Tierra y Libertad, es porque se trata de la fuerza política
nacional que se encuentra más cerca de esta contradicción, aunque no
necesariamente de resolverla.
HASTA
AQUÍ LLEGA EL ELOGIO A TIERRA Y LIBERTAD.
Aunque la relación
entre este movimiento y los conflictos medioambientales ha contribuido al
desarrollo de una incipiente conciencia ecologista en el país, es claro que no
ha bastado para conducir la causa ecologista a buen puerto. Llevamos más de una
década estancados en el ciclo protestas--mesa de negociación--acuerdo—incumplimiento--nuevas
protestas, lo cual hace entendible la prisa de crear alianzas con otras
agrupaciones. Sin embargo, antes de aliarse con éste o aquél, hay que
preguntarse seriamente cuál es la forma política correcta para romper el
círculo vicioso y abrir un horizonte político más allá de la democracia
administrada.
Por supuesto, yo no
tengo la respuesta a la pregunta del millón. Y en realidad, no la tiene nadie:
la respuesta solo puede venir de la práctica en la lucha social. Pero sí puedo sentar
modestamente cuatro principios que debe respetar toda organización que aspira a
tomar el poder estatal a fin de potenciar a los movimientos sociales. Como
veremos, esta forma tiene poco que ver
con la Coalición Progresista Unión de Fuerzas de Izquierda.
Para
el ILE, entonces, la democracia debería ser redefinida de este modo: sistema de
gobierno que promueve y defiende a los grandes inversionistas del poder del
pueblo
Principio 1. No al
partido.
La lógica del partido
(revolucionario o democrático) es ser la vanguardia que lidera a los
movimientos sociales hacia el poder. Y lo que ocurre, por lo general, es que
una vez que llega al poder, el partido relega o desplaza las demandas de los
movimientos sociales. En otras palabras, el partido comienza representando a la
base, pero luego esta representación cobra vida propia y el partido termina bailando solo.
Lo que se requiere, por
tanto, es una organización que funcione como instrumento de los movimientos
sociales. Hay que atravesar la fantasía del pequeño grupo de ilustrados que
conoce las leyes históricas e impone un sentido al descontento amorfo de la
masa. Hay que pensar en una organización que vaya lentamente adquiriendo una
dirección política a través de su cercanía a la práctica de múltiples movimientos
sociales y, por supuesto, del diálogo constante entre estos. De allí la
necesidad también de estudiar a las organizaciones políticas, como el MAS o
Podemos, que han avanzado problemáticamente en esa dirección.
Dicho esto:
· ¿se puede
realmente creer que Simon y Villarán serán buenos intérpretes del movimiento social y no actuarán de manera partidista?
· ¿No son ellos
más bien ejemplos de esos viejos políticos que forman un “petit comité” que
toma acuerdos a espaldas de los militantes y acaba representando a nadie más
que a sí mismo?
Recuérdese
cómo, seducida por el sonido de las palabras “izquierda moderna”, esgrimidas
por los medios de comunicación hegemónicos, Villarán se deshizo de las fuerzas
populares que la llevaron a la alcaldía, incluida Tierra y Libertad.
Principio 2. No dejarse
tomar por el Estado
En los últimos
decenios, todos los partidos que han pretendido tomar el Estado para
reconducirlo a las necesidades del pueblo han fracasado. Uno puede decir que Ollanta Humala es un
traidor (y lo es), que Alan
García mintió al electorado (y lo hizo), pero el análisis no se puede quedar
allí, en la falta moral de unos gobernantes. Es un hecho que ellos forman parte
de una serie global --Zapatero, Obama, Hollande, etc.-- que tuvo que traicionar
las propuestas esenciales que los vinculaban con sus electores. Llegar al gobierno no quiere decir que se
ha tomado el Estado, pues este no está solamente conformado por las
distintas dependencias gubernamentales sino por los lazos que estas tienen con
las empresas y los bancos.
Así,
es importante que la organización política que arribe al poder tenga la
fortaleza necesaria para deshacer estos lazos. Que tenga la fortaleza, por ejemplo, de cortar por lo sano con la
burocracia neoliberal. ¿Realmente
puede alguien imaginar a Lerner, Simon o Villarán realizando despidos masivos
en el Ministerio de Economía?
No quiero llevar este
argumento a lo personal. No es mi intención descalificar psicológica o
moralmente a estos políticos. Solo quiero resaltar que, para no ser tomado por
el Estado, se necesita tener fuertes raíces en los movimientos populares. Ya
sabemos por Fujimori y Humala que no se puede confiar en un outsider
cualquiera. Para poder enfrentar a los grandes señores de la democracia
administrada sin acabar como su valet, es imprescindible estar vinculado a esos
movimientos sociales que están acostumbrados a jugarse la vida aun cuando se
tenga todo en contra.
Por
otra parte, los políticos de la gran coalición de izquierda han sido ya tomados
por el Estado. Tanto Lerner como Simon tuvieron que renunciar a sus cargos de primer
ministro después de tentar lo imposible: ser la bella alma humanitaria mientras
se enfrenta como primer ministro un conflicto medioambiental. Y Villarán pasó
de liderar la marcha gay y organizar la zona rosa a una alianza con la derecha
política (el PPC) y económica (Graña y Montero) para “hacer obras”. En resumen, si lo que se pretender es tomar
el Estado, ¿para qué aliarse con aquéllos que han demostrado su incapacidad
para resistirse a ser tomados por él?
Tanto Lerner como Simon
tuvieron que renunciar a sus cargos de primer ministro después de tentar lo
imposible: ser la bella alma humanitaria en un conflicto medio ambiental
Principio 3. La
dialéctica entre el Estado y los movimientos sociales
Contra
la prisa de los partidos del siglo XX por tomar el Estado (ya sea por asalto o
por la vía democrática), John Holloway propuso en el 2002 “cambiar el mundo sin tomar el poder”.
Es decir, apostar por los movimientos sociales. No obstante, más de una década
después, Holloway reconoce los límites de su propia propuesta: “El capital
sigue existiendo y es cada vez peor, implica cada vez más miseria y
destrucción. No podemos limitarnos a cantar la gloria de los movimientos. No es
suficiente”3. Por otra parte, si se deja el Estado a los
poderes de la democracia administrada, estos boicotearán los esfuerzos de los
movimientos sociales.
Por ello, basándose
principalmente en las experiencias de América Latina en el nuevo siglo, García
Linera y Slavoj Zizek han propuesto la síntesis difícil de un Estado que potencia los movimientos sociales a la vez que se
deja afectar por ellos4. Se
trata de una paradoja: por un lado, el Estado se sirve de su fuerza para
potenciar los movimientos sociales, y, por el otro, permite que estos
movimientos empoderados redibujen la forma estatal. En términos marxistas, se trata de la paradoja de una dictadura
del proletariado que al mismo tiempo promueve la destrucción del Estado.
Por supuesto, ninguna
de las experiencias latinoamericanas está a la altura de este ideal. Pero es
importante estudiarlas para aprender de sus alcances y limitaciones. Y ya
que estamos hablando de experiencias y límites, quizás se pueda decir que
puesto que muchos de los políticos del grupo de Salomón Lerner conocen las
rigideces del Estado, ellos serían los más indicados para doblegarlas. Quizás,
por qué no. Pero, ¿pero hay en alguno de estos políticos una reflexión que
apunte a una manera de hacer política
que se distinga del verticalismo del partido-Estado?
Principio 4. No al No
Se
entiende que se quiera tomar el Estado para potenciar los movimientos sociales,
pero si éstos no están dispuestos a apoyar al Gobierno contra los poderes
fácticos, ¿para qué darse el trabajo? Por eso, tan importante como tomar el
Estado es ir urdiendo con los movimientos sociales una “comunicación” de
sentido político.
Esto quiere decir que
la nueva organización política no debe constituirse a partir de la negatividad.
Es decir, no debe tomar como punto de partida lo que se rechaza del Estado sino
más bien la afirmación de las organizaciones sociales que escapan a la lógica
estatal. Es muy fácil decir "No a la destrucción del medio ambiente".
Es más difícil decir: he aquí un modelo de desarrollo alternativo al extractivismo
minero.
En otras palabras, la nueva organización debe hacer visible
qué va a reemplazar a lo que se rechaza. Y esto por dos motivos. Primero,
porque la organización misma debe saber hacia dónde va y hacer primar esa
dirección. Si uno parte simplemente del No, uno acaba haciendo alianzas
políticas que son contrarias al movimiento social. Piénsese en todas las
alianzas que Susana Villarán hizo con la derecha solamente para hacer primar el
No en la revocatoria. Y segundo, porque hay que convocar a la gente a la “nueva
visión del mundo”. Como sostiene Jacques Rancière, los oprimidos está menos
interesados en conocer las condiciones de su dominación que en formar parte de
un colectivo ajeno a esas condiciones.
Para concluir, no soy de aquellos que piensa que se debe “cambiar el mundo sin tomar el poder”. Pero tampoco soy de aquellos que cree que tomar el poder es llegar al gobierno. Para que llegar el gobierno sea en efecto tomar el poder se requiere una verdadera confluencia con la base social. De lo contrario, el nuevo gobernante se convierte fácilmente en un agente más de la democracia administrada.
Para concluir, no soy de aquellos que piensa que se debe “cambiar el mundo sin tomar el poder”. Pero tampoco soy de aquellos que cree que tomar el poder es llegar al gobierno. Para que llegar el gobierno sea en efecto tomar el poder se requiere una verdadera confluencia con la base social. De lo contrario, el nuevo gobernante se convierte fácilmente en un agente más de la democracia administrada.
Lo mejor que puede
hacer Tierra y Libertad –o si se quiere, el Frente Amplio-- es seguir
trabajando cerca de los movimientos sociales, al margen de la coyuntura electoral.
Por lo pronto, el nombre del movimiento ha adquirido por fin una relativa
notoriedad (al menos para designar a los enemigos del crecimiento económico).
Su actividad política se encuentra muy cercana a la contradicción fundamental
de nuestra época globalizada: capitalismo—naturaleza. Y como ya lo he señalado,
el movimiento ha contribuido a crear una incipiente consciencia ambientalista
en el país (a pesar de que, según la encuestadora IPSOS-APOYO, una mayoría de
peruanos apoye el proyecto de Tía María por ser bueno para “nuestro”
desarrollo).
No
hay que apresurarse. Tomar el Estado --realmente tomarlo-- requiere
paciencia. Esto lo debe saber un movimiento ecologista que se enfrenta a la
prisa de los inversionistas. Por supuesto, no hay que dormirse en los laureles.
Falta, en todo caso, conseguirlos. Falta potenciar la organización del
movimiento para conseguir algunas victorias ecologistas que permitan que la
posibilidad de la posibilidad (lo cual representa hoy Tierra y Libertad) se
convierta en posibilidad latente. No obstante, hay que confiar en que si uno va
por el camino correcto, las oportunidades se presentarán tarde o temprano. Y
por el momento, hay que irse preparando sin meterse cabe. A veces el tradicional divisionismo de izquierda es más pragmático de
lo que parece.
1 Sé que Marco
Arana ha aclarado que las conversaciones entre el Frente Amplio y la Coalición
Progresista han sido magnificadas por la prensa, y que muy probablemente estás
agrupaciones no vayan juntas a las elecciones del 2016. Pero más vale precaver
que lamentar… En cualquier caso, quiero
dar aquí un argumento por el “No a la coalición” que tenga mayor peso que el
rechazo a las figuras de Yehude Simon o de los políticos tradicionales.
2 José Luis
Tapia, “terrorismo anti inversión”.
En:
http://ile.pe/?tag=terrorismo-anti-inversion,.
3 John Holloway, “Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas, pero el desafío es salir del capitalismo”. En http://www.eldiario.es/interferencias/John_Holloway_Podemos_Syriza_capit... .
4 Ver la conferencia “¿Es posible pensar un cambio radical hoy?” de Slavoj Zizek y Álvaro García Linera, auspiciada por la Vicepresidencia de la República de Bolivia, en http://www.youtube.com/watch?v=YoQEi4rOVRU .
3 John Holloway, “Podemos o Syriza pueden mejorar las cosas, pero el desafío es salir del capitalismo”. En http://www.eldiario.es/interferencias/John_Holloway_Podemos_Syriza_capit... .
4 Ver la conferencia “¿Es posible pensar un cambio radical hoy?” de Slavoj Zizek y Álvaro García Linera, auspiciada por la Vicepresidencia de la República de Bolivia, en http://www.youtube.com/watch?v=YoQEi4rOVRU .
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