Estado servil |
El
liberalismo económico es una doctrina que señala que la mejor forma de alcanzar
el desarrollo económico y la eficiencia en la asignación de los recursos es a
través de un mercado libre sin la intervención del Estado (regulaciones,
impuestos, etc.)
El
liberalismo económico tiene sus orígenes en el siglo XVIII como una respuesta a
los privilegios de la nobleza que poco aportaban a la sociedad y el
mercantilismo, que defendía la intervención intensiva del Estado en la
economía.
De
acuerdo al liberalismo económico, las fuerzas de oferta y demanda son
la que de forma natural, nos llevarán a un equilibrio en donde los precios reflejan
la escasez relativa de los bienes y se produce una asignación de recursos
eficiente. Al mismo tiempo, la libre iniciativa de personas o empresas y la
búsqueda de rentas impulsan el crecimiento económico.
Cabe
mencionar que el liberalismo económico es la tendencia de pensamiento
económico que promueve el libre comercio como
la mejor forma de alcanzar el desarrollo económico. Gracias a que aprovecha
las ventajas
comparativas de los países, para alcanzar mayores economías
de escala, promover la destrucción creativa y destruir los privilegios de
grupos de interés protegidos por alguna regulación injustificada.
Elementos
básicos del liberalismo económico
El
liberalismo económico se basa en un conjunto de ideas esenciales, las que a
continuación pasamos a revisar:
La
libre interacción de la
oferta y demanda equilibran la producción y el consumo.
Las
intervenciones del Estado rompen el equilibrio natural de la oferta y demanda
generando ineficiencia.
El
rol del Estado debería limitarse a garantizar el cumplimiento de los acuerdos y
contratos establecidos libremente por las personas y empresas. Esta idea se
asocia al concepto de “Laissez Faire, laissez passer” en donde el Estado debe
limitarse a “dejar hacer, dejar pasar”.
Cada
individuo tiene la responsabilidad de ahorrar para educar a sus hijos, pagar su
salud y mantenerse durante su vejez.
El
ahorro y la acumulación de capital es el factor que impulsa el desarrollo
económico.
Los
individuos deben buscar su beneficio personal, de esta forma impulsarán el
bienestar social.
Cómo
funciona el liberalismo económico
De
acuerdo al liberalismo económico, la libre interacción de la oferta y la
demanda nos llevará a un equilibrio óptimo. De esta forma, cuando un bien o
servicio es demandado por los consumidores, su precio aumenta, esto llevará a
que algunos consumidores busquen sustitutos y
otros dejen de comprar. Los oferentes por su parte, se ven incentivados por los
altos precios lo que los lleva a invertir en capacidad y aumentar la
producción.
De
esta forma, a través de incentivos económicos, el mercado llegará a un
equilibrio tanto en el mercado del mismo bien y servicio como en los mercados
de los factores
productivos (capital, trabajo, tecnología).
Ventajas
y desventajas del liberalismo económico
El
liberalismo económico impulsa el desarrollo, la creatividad y la innovación.
Las personas y empresas tienen los incentivos para competir y buscar la forma
de lograr sus objetivos.
Los
defensores aseguran que gracias al libre comercio los
consumidores pueden disfrutar de una mayor variedad de productos y servicios a
un precio más accesible debido a la presión de la competencia.
No
obstante, los críticos argumentan que en su estado más extremo, el liberalismo
económico deja de lado consideraciones sociales. En particular se desentiende
de aquellos que se encuentran en una situación desventajosa y por ende les es
muy difícil progresar (niños pobres, enfermos, ancianos sin recursos, etc.).
Sin
embargo, sus defensores argumentan que no deja de lado las consideraciones
sociales, sino todo lo contrario, mejora la calidad de vida de todos los
ciudadanos. Para ello se basan principalmente en que el libre comercio permite
la aparición de economías
de escala y la especialización creciente
de cada agente, lo que incrementa la eficiencia y la productividad,
lo que permite precios mucho más bajos y accesibles para todos los públicos.
Principales
autores del liberalismo económico
François
Quesnay, economista francés, fue uno de los primeros liberales, según él, la
agricultura era la única actividad realmente productiva y esta debía ejercerse
con total libertad (de precios, de empresa, de cultivo, etc.). También se
encuentra Vincent de Gournay, economista francés, quien señalaba que las
actividades comerciales e industriales debían desarrollarse en libertad.
No
obstante, el verdadero precursor del liberalismo económico fue Adam Smith,
economista inglés, quien en su obra “La riqueza de las Naciones” de 1776,
desarrolló la idea de “mano invisible” que consiste en que los individuos, al
buscar su propio beneficio empujan a la economía a un equilibrio óptimo que
promueve el bienestar social sin que sea necesaria la intervención del Estado.
En otras palabras, es el mecanismo del libre mercado el que actúa como una mano
invisible llevando a una asignación óptima de los recursos.
Uno
de los autores más influyentes del liberalismo económico en el siglo XX es el
autor austriaco Ludwig von Mises, quien argumentaba que la intervención
del Estado llevan a un resultado que no es natural para una sociedad y por
ello, acaba siendo perjudicial para la sociedad e introduce el caos.
Friedrich
Hayek es otro autor influyente del liberalismo económico, fue
discípulo de Ludgwig Von Mises en la escuela
austriaca. Fue un duro crítico de la economía
planificada y el socialismo.
Argumentaba que los ciclos
económicos son consecuencia de la intervención de los bancos
centrales, mediante sus políticas monetarias.
Artículo
redactado por Paula Roldán, Mario Husillos y Andrés Sevilla.
¿QUÉ ES EL LIBERALISMO?
Carlos
Alberto Montaner nació en La Habana, Cuba, en 1943. Ha sido profesor
universitario, corresponsal de prensa y periodista. Es autor de una decena de
libros de ensayos y de narraciones entre los que destacan: Informe Secreto
sobre la Revolución cubana (1975), 200 años de Gringos (1976), El ojo del
Ciclón (1979), Cuba, Claves Para una Conciencia en Crisis (1984), Para un
Continente Imaginario (1986). Su columna periodística semanal es reproducida
por decenas de periódicos en estados Unidos, Latinoamérica y España.
El
liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una propuesta para
conseguir que las personas alcancen el más alto nivel de prosperidad potencial
que posean (de acuerdo con los valores, actitudes y conocimientos que tengan),
junto al mayor grado de libertad posible, en el seno de una sociedad que ha
reducido al mínimo los inevitables conflictos. Al mismo tiempo, el liberalismo
descansa en dos actitudes vitales que conforman su talante: la tolerancia y
la confianza en la fuerza de la razón.
¿En qué ideas se
basa el liberalismo?
El
liberalismo se basa en cuatro simples premisas básicas:
Los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a la
inversa. Valoran el ejercicio de la libertad individual como algo intrínsecamente
bueno y como condición insustituible para alcanzar los mayores niveles de
progreso. Entre esas libertades, la libertad de poseer bienes (el derecho a la
propiedad privada) les parece fundamental, puesto que sin ella el individuo
está perpetuamente a merced del Estado.
Por supuesto, los liberales también creen en la responsabilidad
individual. No puede haber libertad sin responsabilidad. Los individuos
son (o deben ser) responsables de sus actos, y deben tener en cuenta las
consecuencias de sus decisiones y los derechos de los demás.
Precisamente para regular los derechos y deberes del individuo con relación a
los demás, los liberales creen en el Estado de derecho. Es decir, creen en una
sociedad regulada por leyes neutrales que no le den ventaja a persona, partido
o grupo alguno y que eviten enérgicamente los privilegios.
Los liberales también creen que la sociedad debe controlar estrechamente las
actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las instituciones del
Estado.
¿El liberalismo es
una ideología?
No.
Los liberales tienen ciertas ideas verificadas por la experiencia sobre cómo y
por qué algunos pueblos alcanzan el mayor grado de eficiencia y desarrollo, o
la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de entender la política y
la economía radica en no señalar de antemano hacia dónde queremos que marche la
sociedad, sino en liberar las fuerzas creativas de los grupos e individuos
para que éstos decidan espontáneamente el curso de la historia. Los liberales
no tienen un plan para diseñar el destino de la sociedad. Incluso, les
parece muy peligroso que otros tengan esos planes y se arroguen el derecho de
decidir el camino que todos debemos seguir.
¿Cuáles
son las ideas económicas que sostienen los liberales?
La
de mayor calado es la que defiende el libre mercado en lugar de la
planificación estatal. Ya desde la década de los 20 el pensador liberal
austriaco Ludwig von Mises demostró cómo en las sociedades complejas no era
posible planificar centralmente el desarrollo, pues el cálculo económico no
puede hacerse. Señaló con toda precisión (en contra de las corrientes
socialistas y populistas de la época) cómo cualquier intento de fijar
artificialmente la cantidad de bienes y servicios que debían producirse, así
como los precios que deberían tener, conduciría al desabastecimiento y a la
pobreza.
Von Mises demostró que el mercado (la libre concurrencia en las actividades
económicas de millones de personas que toman constantemente millones de
decisiones orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible),
generaba un orden natural espontáneo infinitamente más armonioso y creador de
riqueza que el orden artificial de quienes pretendían planificar y dirigir la
actividad económica. Obviamente, de ahí se deriva que los liberales, en líneas
generales, no crean en controles de precios y salarios, ni en los subsidios que
privilegian una actividad económica en detrimento de las demás.
¿No conduciría el
libre juego del mercado a la pobreza de unos en beneficio de otros?
En
lo absoluto. Cuando las personas, actuando dentro de las reglas del juego,
buscan su propio bienestar, suelen beneficiar al conjunto. Otro gran pensador
liberal Joseph Schumpeter, también de la escuela austríaca, demostró cómo no
hay estimulo más enérgico para la economía que la actividad incesante de los
empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso de sus propias
urgencias sicológicas y emocionales. Los beneficios colectivos que se derivan
de la ambición personal eran muy superiores al hecho también indudable de que
se producían diferencias en el grado de acumulación de riquezas entre los
distintos miembros de una comunidad. Pero quizás quien mejor resumió esta
situación fue uno de los líderes chinos de la era posmaoísta, cuando reconoció,
melancólicamente, que «por evitar que unos cuantos chinos anduvieran en
Rolls Royce, condenamos a ciento. de millones a desplazarse para siempre en
bicicleta».
Si el papel del Estado no es planificar la economía ni buscar una sociedad
igualitaria, ¿cuál es su rol principal de acuerdo con los liberales?
En esencia, el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y
garantizar que las leyes se cumplan. La igualdad que buscan los liberales
no es la utopía de que todos obtengan los mismos resultados, sino la de que
todos tengan las mismas posibilidades de luchar por obtener los mejores
resultados, Y en ese sentido una buena educación y una buena salud deben ser
los puntos de partida para poder acceder a una vida mejor.
¿Cómo debe ser el
Estado que propugnan los liberales?
De
la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía,
asimismo postulan una forma de entender el Estado. Por supuesto, los
liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las mayorías
dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables de las
minorías. Esa democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser multipartidista
y debe estar organizada de acuerdo con el principio de la división de poderes.
Aunque no es una condición indispensable, los liberales prefieren el sistema
parlamentario de gobierno, por cuanto suele reflejar mejor la variedad de la
sociedad y es más flexible para generar cambios de gobierno cuando se modifican
los criterios de la opinión pública.
Por otra parte, el liberalismo contemporáneo cuenta con agudas reflexiones
sobre cómo deben ser las constituciones. El premio Nobel de Economía Friedrich
von Hayek es autor de muy esclarecedores trabajos sobre este tema. Más
recientemente, el también Premio Nobel de Economía (1991) Ronald Coase ha
añadido valiosos estudios que explican la relación entre la ley, la propiedad
intelectual y el desarrollo económico.
Bien, esa es la idea sucinta del Estado, pero ¿qué creen los liberales del
gobierno, es decir, del grupo de personas seleccionadas para administrar el
Estado?
Los liberales creen que el gobierno debe ser reducido, porque la experiencia
les ha enseñado que las burocracias estatales tienden a crecer parásitamente, o
suelen abusar de los poderes que les confieren y malgastan los recursos de la
sociedad.
Pero el hecho de que un gobierno sea reducido no quiere decir que debe ser
débil. Debe ser fuerte para hacer cumplir la ley, para mantener la paz y la
concordia entre los ciudadanos, para proteger a la nación de amenazas
exteriores.
¿Un
gobierno de esas características no estaría abdicando la función que se le
ha atribuido redistribuir la riqueza, terminar con las injusticias y ser el
motor de la economía?
Los
liberales piensan que, en la práctica, los gobiernos real y desgraciadamente no
suelen representar los intereses de toda la sociedad, sino que acostumbran
privilegiar a los electores que los llevan al poder o a determinados grupos de
presión. Los liberales, en cierta forma, sospechan de las intenciones de la
clase política y no se hacen demasiadas ilusiones con relación a la eficiencia
de los gobiernos. Por eso el liberalismo debe erigirse siempre en un permanente
cuestionador de las tareas de los servidores públicos, y de ahí que no pueda
evitar ver con gran escepticismo esa función de redistribuidor de la renta,
equiparador de injusticias o «motor de la economía» que algunos le asignan.
Otro gran pensador liberal, el Premio Nobel de Economía James Buchanan, de la
escuela de Public Choice (La Opción Pública), originada en su cátedra de la
Universidad de Virginia, ha desarrollado una larga reflexión sobre este tema.
En resumen, toda decisión del gobierno conlleva un costo perfectamente
cuantificable, y los ciudadanos tienen el deber y el derecho de exigir que el
gasto público responda a los intereses de la sociedad y no a los de los
partidos políticos.
¿Quiere
eso decir que los liberales no le asignan al gobierno la responsabilidad de
procurar la implantación de la justicia social?
Eso
lo que quiere decir es que los liberales prefieren que esa búsqueda descanse en
los esfuerzos de la sociedad civil y se canalice por vías privadas y no por
medio de gobiernos derrochadores e incompetentes, los cuales no sufren las
consecuencias de la frecuente irresponsabilidad de los burócratas o de los
políticos electos menos cuidadosos.
En última instancia, no hay ninguna razón especial que justifique que los
gobiernos necesariamente se dediquen a tareas como las de transportar personas
por las carreteras, limpiar las calles o vacunar contra el tifus. Todo eso hay
que hacerlo bien y al menor costo posible, pero seguramente ese tipo de trabajo
se desarrolla con mucha más eficiencia dentro del sector privado. Cuando los
liberales defienden la primacía de la propiedad no lo hacen por codicia, sino
por la convicción de que es infinitamente mejor para los individuos y
para el conjunto de la sociedad.
En inglés la palabra liberal tiene un significado aparentemente distinto al
liberalismo que aquí se describe. ¿En qué se diferencia el liberalismo
americano de lo que en Europa o en América Latina se conoce como liberalismo?
El idioma inglés ha tomado la palabra liberal del castellano y le ha dado un
significado distinto. En líneas generales puede decirse que en materia
económica el liberalismo europeo o el latinoamericano no son bastante
diferentes del liberalismo norteamericano. Es decir, el liberal americano le
suele quitar responsabilidad a los individuos y asignarlas al Estado. De ahí el
concepto del Estado benefactor o «welfare» que redistribuye por vía
de las presiones fiscales las riquezas que genera la sociedad. Para los
liberales latinoamericanos y europeos, como se ha dicho antes, esa no es
una función primordial del Estado, puesto que lo que suele conseguirse por
esta vía no es un mayor grado de justicia social, sino unos niveles
generalmente insoportables de corrupción, ineficiencia y derroche, lo que acaba
por empobrecer al conjunto de la población.
Sin embargo, los liberales europeos y latinoamericanos si coinciden en un grado
bastante alto con los liberales norteamericanos en materia jurídica y en
ciertos temas sociales. Para el liberal norteamericano, así como para los
liberales de Europa y de América Latina, el respeto de las garantías
individuales y la defensa del constitucionalismo son conquistas irrenunciables
de la humanidad.
¿En qué se
diferencia el liberalismo de la socialdemocracia?
La
socialdemocracia pone su acento en la búsqueda de una sociedad igualitaria y
suele identificar los intereses del Estado con los de los sectores proletarios
o asalariados. El liberalismo, en cambio, no es clasista y pone por encima de
sus objetivos y valores la búsqueda de la libertad individual.
¿En qué se
diferencian los liberales y los conservadores?
Aunque
en el análisis económico suele haber cierta coincidencia entre liberales y
conservadores, ambas corrientes se separan en lo tocante a las libertades
individuales. Para los conservadores lo más importante es el orden. Los
liberales están dispuestos a convivir con aquello que no les gusta, siempre
capaces de tolerar respetuosamente los comportamientos sociales que se alejan
de los criterios de las mayorías. Para los liberales la tolerancia es
la clave de la convivencia, y la persuasión el elemento básico para el
establecimiento de las jerarquías. Esa visión no siempre prevalece entre los
conservadores.
¿En qué se
diferencian los liberales y los Democristianos?
Aún
cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus premisas
básicas está la de una cierta concepción trascendente de los seres humanos. Los
liberales, en cambio, son totalmente laicos y no entran a juzgar las creencias
religiosas de las personas. Se puede ser liberal y creyente, liberal y
agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente, no pertenece al mundo
de las disquisiciones liberales (por lo menos en nuestros días), aunque sí es
esencial para el liberal respetar profundamente este aspecto de la naturaleza
humana. Por otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia
cristiana (o por lo menos con algunas de las tendencias de ese signo) cierto
dirigismo económico al que normalmente se le llama socialcristianismo.
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