Como parte de la campaña que
organiza la mafia en contra de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, los
partidos políticos que buscan desesperadamente recuperar su predio más
importante, después del gobierno central, han iniciado una campaña sucia que
dirige desde su escondrijo, en Alfonso Ugarte, el ex presidente Alan García,
quien además ha decidido que Mauricio Mulder sea quien saque la cara por él en
esta sucia campaña.
Alan García sabe que es de
suma importancia derrotar a la alcaldesa en esta desigual campaña que avala la
ultra derecha o lo que se llama hoy en día la DBA.
Le va a permitir definir con
mayor claridad cuáles son las fuerzas que lo van a apoyar, cuáles son las
contradicciones que se mueven en el interno de este frente mafioso y cuál será
la estrategia. Sabe bien que de nada vale simplemente aparecer en los diarios
como alternativa en un maremágnum de organizaciones que van a postular sus
propios candidatos como ocurrió en las elecciones pasadas. Por eso cuenta
también con el apoyo incondicional de la mafia en los medios.
Es una especie de mandadero
del ex Presidente, muy singular en esta circunstancia en que se delimitan los
terrenos de la decencia y el mafioso, obviamente que a Mulder ni siquiera la
imagen le ayuda a pasar por inocentón sospechoso y menos para liderar un
espacio despreciable desde una perspectiva la moral.
Es obvio que él conoce las
consecuencias negras para un político en estos avatares, pero tiene ese
instinto de la obediencia ciega que lo obliga a continuar y es probable que
esté a la espera de una tabla de salvación o algo parecido al milagro terrenal
porque del divino sabe que no encontrará ninguna ayuda.
Además es difícil definir en
el APRA cuál es el personaje simplón más representativo de esa organización
política y que además tiene vocación de lacayo, yo me ratifico en que es
Mauricio Mulder antes que por Mantilla, este, Mantilla el señor de los besitos,
conserva cierta apariencia del manejo político, se reserva el don del silencio
como signo de estar por encima de la diatriba y del juicio apresurado, es
amante de las sombras, la luz lo espanta.
En tanto que Mulder es como
los hampones que rápidamente cogen la metralleta verbal y dispara a las locas
para ver si acierta. Y tiene una verborrea propia del vendedor de baratijas que
envuelve su mercancía con el falseamiento y la mentira.
Es un neoliberal extremista y
naturalmente dispuesto a defender a la mafia con toda la pasión del alma
adormecida por el aroma del dinero.
Su fachada es la mímesis de un mandarín chino de aldea,
en este caso que se encarga de los negocios del APRA, no sé si por esa
apariencia es que le llaman perro de chacra o porque tiene una vocación servil,
sus compañeros lo pueden explicar mejor.
Salvador Mendoza
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