La reunión en Palacio de
Gobierno el lunes 3 de junio evidencia el tamaño que tiene la escena política
peruana para el gobierno de Ollanta Humala. Estuvo reunida la derecha que se
arropa con el proyecto neoliberal, no solo económico sabemos una vez más que
también es político. Nadie de izquierda
fue invitado, ni siquiera la alcaldesa de Lima Susana Villarán. Se llegó al
colmo de invitar a Pedro Pablo Kuczynski que no tiene partido inscrito y
excluir a Tierra y Libertad que si cuenta con esa formalidad legal, habrá
valido el pasaporte norteamericano. Estamos enterados así de la compañía en la
que se encuentra cómodo el Presidente en funciones.
Lo grave es que la cita era
para tratar un “asunto de Estado”, la situación de la demanda sobre el
diferendo marítimo con Chile que espera pronta sentencia en las semanas que
vienen. Unidad nacional, repitieron todos los convocados al salir de la
reunión, unidad nacional titularon los periódicos al día siguiente. Unidad de
la derecha es lo que en realidad existe y unidad nacional es lo que le toca
propiciar ante asunto tan delicado al gobierno de Humala. Sin embargo, parece
que el viraje ocurrido año y medio atrás no sólo es un cambio de aliados sino
también una voluntad excluyente frente a otras fuerzas políticas que no
comparten el actual rumbo del gobierno.
Esta exclusión se completa con
la falta de voluntad también para propiciar un debate sobre nuestra posición
frente al tema de La Haya, que más de una vez hemos dicho en Otra Mirada, no
solo es la solidez del argumento jurídico peruano del que nadie duda, sino de
aliados en la región para afrontar la sentencia y la aplicación de la misma. De
igual forma, lo que quizás sea más importante, analizar los elementos de una
agenda post Haya con nuestro vecino del sur, una agenda en la que se juega el
destino de esta relación fundamental.
Desde la izquierda, se ve una
vez más la arbitrariedad de no considerarla parte de los actores políticos a
tomar en cuenta y llevarla, como trataba Alan García a Ollanta Humala el
quinquenio pasado, a los márgenes del “antisistema”, más allá del caudal
electoral que la protesta sacara el 2006 y luego repitiera el 2011. Es muy
grave que no se tome en cuenta para la gobernabilidad del Perú a una expresión
política que influye sobre la vasta mayoría de los trabajadores organizados,
como es el caso con la CGTP, y que gobierna, más allá del fallido intento de
revocatoria, en la ciudad capital y primera urbe nacional como es Lima. Así es
la ceguera reaccionaria cuando se trata de contar a los actores políticos. El
hecho entonces deja como lección que continúa el operativo de la exclusión en
marcha, igual o peor que en los tiempos de García, pero también que se extraña
un esfuerzo mayor de la izquierda, quizás mayor que el de otros actores que
cuentan con el favor del poder de turno, para que su presencia sea inevitable.
Mientras tanto, el compás de
espera con La Haya continúa, pensando siempre que los errores se corrijan más
temprano que tarde y el sectarismo político no termine afectando lo que son
intereses de todos los peruanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario