(Por Rocío
Silva Santisteban), publicado en La República
Les pregunté a mis alumnos de pregrado hace
unas semanas cuáles eran los motivos exactos por los cuales Alberto Fujimori
estaba encarcelado. La memoria en nuestro país es frágil y ominosa y la
educación en historia del Perú con los libros del gobierno aprista francamente
deficiente. Todos tenían la idea borrosa de que Fujimori fue un dictador, pero
tenían miedo de ser inexactos con los delitos.
“Miren, chicos, es fácil:
Fujimori está en la cárcel por corrupto, asesino y ladrón”.
41 pruebas que condenan a Fujimori
Es cierto: se
encuentra procesado por los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos, por el
secuestro de Gorriti y Dyer, por los pagos de CTS a Vladimiro Montesinos y por
levantarse en peso las arcas del Estado peruano, incluyendo el presupuesto de
la Caja Militar-Policial, lo que implica un escándalo para las propias fuerzas
armadas, algo que algunos militares serviles “no recuerdan”.Hoy Alberto
Fujimori se victimiza como estrategia de chantaje y sale a los medios, algo
totalmente prohibido, para decir que está en “cuasi aislamiento celular y
régimen de silencio obligado”. Esto es completamente falso. Un régimen de
aislamiento celular implica que la persona no tiene contacto con nadie, excepto
sus carceleros, y que podría estar confinado en una celda, esto es, en un
espacio de 1.5 mts cuadrados, por meses. Fujimori en el mismo audio se
desmiente: “los lunes, miércoles, viernes y sábado no hablo con nadie, excepto
con congresistas y abogados”. ¿Habla o no habla?, ¿apenas con congresistas y
abogados? El domingo Luz Salgado en Cuarto Poder sostuvo que no veía a Fujimori
desde hace tres meses, para inmediatamente pedir disculpas por no haber podido
ir en todo ese tiempo debido a problemas de salud de su madre. ¿En qué
quedamos? ¿No lo ha ido a ver porque NO la han dejado o porque, humanamente, NO
ha podido? Entonces ¡no tergiversen la realidad!
Fujimori es un hombre acabado, derrotado y
humillado a los 74 años de edad después de haber tenido todo el poder de un
país en sus manos. Obviamente en estas circunstancias es natural que se
deprima, ¿no?, por lo menos no tiene la megalomanía de otros dictadores que
incluso derrotados se sienten vencedores. ¿Es justo que esté en la cárcel? Lo
contesto con otras preguntas: ¿es justo que Kenneth Anzualdo haya sido
asesinado en los sótanos del SIN y que su cuerpo haya sido destruido para que
su hermana Marly y su padre nunca puedan enterrar sus restos?, ¿es justo que
Javier Ríos Rojas, ocho años, haya quedado sin vida con una bala en la frente
durante la matanza de Barrios Altos perpetrada por el Grupo Colina que tenían
una partida presupuestal aprobada por Fujimori?, ¿es justo que las cuatro
hermanas Ortiz no puedan compartir una Navidad con su hermano Luis Enrique
desaparecido en La Cantuta?, ¿es justo que don Jorge Noriega, poeta, cantautor,
brillante orador, haya perdido 19 años buscando los restos de su hijo
enterrados a mansalva en el desierto de El Santa?
Los fujimoristas y anti-derechos humanos de
siempre dirán que son los “costos” de la guerra. Pues bien, siguiendo esa misma
lógica, la cárcel de Fujimori es el costo de haber corrompido a un país, de
haber destruido las instituciones, de haberse considerado omnipotente, de haber
tomado en sus manos la vida de los otros. Si ahora Keiko Fujimori argumenta que
ciertas razones de Estado son montesinistas, pues argumenta con un despiadado
sarcasmo sobre cientos de cadáveres.
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