“El Ecuador es un territorio
de paz. No se permite el establecimiento de bases militares extranjeras ni de
instalaciones extranjeras con propósitos militares. No se puede ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas y de
seguridad extranjeras”. (Artículo 5)
Allá por el año 2009, Ollanta
Humala me citó en un restaurante de
Miraflores para una conversación que prefería no realizar en su local de la Av.
Arequipa. Nos vimos en la tarde y el tema de la conversación era la entrada en
modalidad de hormiga de militares estadunidenses que iba en aumento en el país.
¿Estarán pensando en instalar
una base militar en el Perú, ahora que Correa los saca de Ecuador?, pregunté.
Me dijo que parecía que sí, pero que había que tener en cuenta que cada tipo
que entraba al país como asesor militar de los peruanos ya estaba creando un
germen de control militar sobre nuestros soldados. Me explicó que en Chiclayo había
tropas estacionadas de la operación Unitas, en Iquitos funciona el Centro de
Capacitación Conjunto Riverino y en Ayacucho hay una asesoría directa a los
comandos del VRAEM. Me pidió finalmente que hiciera campaña sobre el tema, lo
que me pareció coherente con la posición nacionalista que había abrazado.
El asunto era picante porque
el gobierno aprista venía aprobando permisos de grupos de 30 a 50 militares a
través del Congreso con la curiosa indicación de que ingresaría sin sus armas
respectivas. Humala decía que eran operaciones pensando una situación de
tensión en caso de un eventual gobierno suyo, que podría llevar a un golpe de
Estado, y también proyectándose a intervenir en el giro político que vivía
Latinoamérica y que Estados Unidos consideraba contrario a sus intereses.
Han pasado los años, y Ollanta
Humala no hizo nada contra los militares extranjeros que ya estaban en nuestro
país, ni para impedir que siguieran llegando. Y lo más grave, cuando ya está de
salida, aumenta las autorizaciones para invadir nuestro territorio con nada
menos que 4 mil soldados que vendrán este año a
combatir el narcotráfico y el terrorismo. El Congreso aprobó casi en
secreto este ingreso masivo de personal de guerra y no se conoce hasta ahora
algún escándalo fuerte de alguno de sus miembros. El pedido, por cierto, venía
del Ejecutivo, cuya cabeza se comió todo lo que decía hace algunos años.
¿Por qué trasladarle la batalla del VRAEM, que según el gobierno se va
ganando a los norteamericanos?, ¿qué clase de lucha se hace contra el
narcotráfico con soldados, sino es la represión a los productores cocaleros?, ¿qué
tiene que ver está ocupación del Perú con la aceleración de la crisis política
en varios países claves de Suramérica?, ¿en qué te has convertido Ollanta en
cinco años en que debías usar el poder para lograr un país más soberano y
desarrollado, y nos entregas uno igual de pobre y más sometido?
www.rwiener.blogspo.com INVASION MILITAR YANQUI
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