¿DÓNDE QUEDÓ EL NACIONALISMO? |
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Que Estados
Unidos tiene una estrategia continental de dominación, y que se dispone librar
una aventura militar contra los pueblos de América Latina, lo hemos dicho en
diversas ocasiones.
Algunos, nos
tomaron en serio y ratificaron una voluntad antiimperialista que debe
concretarse ahora. Otros, en cambio guardaron silencio, quizá con la idea que
nuestra afirmación era exagerada, y respondía al clásico estilo de
confrontación de lo que ellos llaman “la izquierda tradicional”.
Los hechos,
sin embargo, nos van dando la razón de manera constante. La agresividad
imperialista contra nuestros países se manifiesta de manera constante; y hoy se
concreta, en el Perú, con el autorizado ingreso de un verdadero ejército de
ocupación integrado por alrededor de 4,000
soldados, que se emplazarán en nuestro suelo bajo el pretexto de “combatir el narcotráfico y el terrorismo”.
Para situar
las cosas en el corto plazo, cabe citar que el 29 de enero pasado, en una decisión casi oculta, que se filtrara
recientemente a las redes sociales, el
Congreso de la República autorizó el ingreso de tropas y personal armado de los
Estados Unidos en territorio peruano, ateniéndose a un cronograma muy
preciso. Y elaborado de común acuerdo por “ambas partes”.
Los Partidos y
fuerzas que integran hoy el Congreso, y cada uno de los parlamentarios en
particular, tienen la obligación de dar cuenta cómo opinaron y cómo botaron la
decisión que hoy se conoce..
Se sabe, por
lo pronto, que ya el 1 y el 15 de febrero, pisaron nuestro suelo dos contingentes militares,
enviados por el Pentágono. El primero, integrado por 58 soldados; y el segundo
por 67. Ambos permanecerán aquí hasta febrero del 2016 en la tarea de “entrenar a los institutos armados peruanos
en el cumplimiento de operaciones especiales”
Pareciera que
en materia de “operaciones especiales” los soldados peruanos son algo menos que
neófitos. Carecen de la experiencia de combate que ha adquirido el ejército
norteamericano luego de las prolongadas guerras de Vietnam, la Península
Indochina y el Medio Oriente.
Probablemente,
Afganistán, o Irak, han acrecentado tanto el bagagge militar del ejército yanqui
que considera su deber compartirlo con sus hermanos latinoamericanos con la
idea de extender hasta aquí prisiones clandestinas como las de Bagdag o
Guantánamo, en las que la tortura y la muerte constituyen pan del día.
Sin embargo,
estos efectivos, que ya están aquí, no son nada en comparación con lo que
habrán de arribar a nuestras costas en septiembre
próximo.
Desembarcarán, en nuestra primavera 3,200
soldados yanquis, que -por el armamento que usan, la experiencia que tienen y
la preparación que poseen- constituirá un verdadero ejército de ocupación. De
este modo se cumplirán los acuerdos entre estos dos países, laboriosamente trabajados
desde hace algunos años.
La ejecución
de estos planes, pondrá en evidencia que las
constantes visitas del Secretario de Defensa de los Estados Unidos al Perú,
y las del Jefe del Comando Sur de ese país; no eran visitas
protocolares, ni turísticas. Tenían un claro contenido guerrerista que hoy
nadie puede ocultar.
Es legítimo
preguntarse entonces ¿qué mueve al
gobierno de los Estados Unidos a desplegar en nuestro territorio esta vasta
acción militar?
¿Qué está
ocurriendo en este continente, que hace que la primera potencia militar del
mundo decida abrir fuego contra los peruanos?
¿A dónde
apuntan realmente los fusiles yanquis que dispararán en el VRAE y otras zonas
cordilleranas de América?
Si miramos,
aunque sea sólo a vuelo de pájaro lo que ocurre en esta parte del mundo,
veremos que arrecia la lucha antiimperialista de nuestros pueblos.
Que ella se
expresa en demandas concretas: Respeto a
la Independencia de nuestros países, vigencia
plena de la Soberanía Nacional, recuperación de las riquezas básicas, y
protección de la biodiversidad; en un mundo en el que los recursos hídricos y
los productos naturales, se convierten en fortaleza de supervivencia para la humanidad entera
Hace ya un
buen rato que Estados Unidos está buscando la manera de intervenir militarmente
en Venezuela y acabar a sangre y fuego con el proyecto bolivariano liderado
históricamente por el Comandante Hugo Chávez, y que hoy conduce Nicolás Maduro,
acosado por una brutal campaña de desprestigio y violencia desatada por las
fuerzas más reaccionarias de nuestro continente.
Por lo pronto,
desembarcar tropas en el Perú, y lograr
que esto sea admitido pacíficamente por la comunidad internacional, sería
un modo de afirmar la idea de que es normal que Estados Unidos recurra a este
procedimiento en América: y que podría hacerlo mañana en Venezuela, o en
cualquiera otra parte.
Quien tiene licencia para matar, puede hacer uso de
ella en cualquier circunstancia.
Bolivia, o Ecuador bien
podrían recordar el dicho aquel: cuando veas las barbas de tu vecino cortar,
pon las tuyas a remojar; porque la advertencia yanqui se proyecta también hacia
la zona altiplánica -contra Evo y la
multicultural Bolivia- y la región más al norte, donde las acciones del gobierno ecuatoriano de Rafael Correa
no cuentan precisamente con el beneplácito de Washington.
El argumento que se usa
para justificar a intervención militar
norteamericana, es la lucha contra el
narco tráfico y el terrorismo. Esta es una vieja y falsa cantaleta. En 1965
se puso en boga cuando la administración Belaúnde Terry aceptó la denominada
“Operación Ayacucho”, que no tuvo resultado alguno.
Joy, el
combate contra el Narcotráfico en el Perú está virtualmente a cargo de la DEA desde hace muchos años. Y de resultas de ello, el Perú se ha
convertido en el primer productor mundial de PBC. Antes de la DEA, nunca
tuvimos tal privilegio.
¿Hasta dónde
escalaremos con la “estrategia de ahora? ¿Tal vez hasta la expansión de los
cultivos de droga trayendo aquí el Hashis de Afganistán, o el Opio de otras
latitudes? ¿Será eso lo que busca la administración norteamericana para lanzar
tropas en nuestro suelo en lo que bien podría ser el reto para una nueva
Batalla de Ayacucho?
Pero la
estrategia de dominación yanqui va incluso más allá: Busca enfrentar a unos
pueblos con otros y a gobiernos de los que, en mayor menor escala, desconfía.
No tendríamos
que ser particularmente perspicaces para intuir que tras el “operativo de
espionaje” chileno contra el Perú recientemente denunciado, esté la traviesa
mano de los servicios de inteligencia yanquis, que bien podrían montar
operativos de ésta, y otra magnitud, incluso a espaldas de los gobiernos,
valiéndose de la infiltración en los servicios secretos que ellos manipulan.
A los pueblos
de nuestro continente corresponde actuar con la firmeza y la consecuencia
requerida, en una circunstancia en la que está de por medio la supervivencia
del continente, agredido por la barbarie imperialista.
A comienzo de
los años 30 del siglo pasado, en otro contexto y también en otras condiciones,
Augusto C. Sandino dijo de manera categórica: “La soberanía de los Estados, no
se discute. Se defiende con las armas en la mano”
En algunas
semanas más, los peruanos evocaremos el 200 aniversario del fusilamiento del
joven poeta Mariano Melgar, caído en manos del ejército colonial español luego
de la batalla de Umachiri- ¿Será su recuerdo motivo de afirmación patriótica
que lleve a nuestros jóvenes de hoy a levantar esa misma bandera?
En todo caso,
el deber de cualquier `patriota es asumir su compromiso con la historia y
denunciar lo que constituye una verdadera agresión amada contra el Perú y su
pueblo (fin)
(*) Del
Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera.
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