.Verónika Mendoza durante la charla (Adrián
Portugal)
Dentro de poco, Verónika Mendoza cumplirá 35 años, la edad mínima para poder
postular a la presidencia de la República. Y como saben quienes siguen la cosa
política, es una de las candidatas de fuerza en las
elecciones primarias de los movimientos de izquierda agrupados en el Consejo Nacional del Frente
Amplio.
Su anuncio de postular ha sido tomado con entusiasmo en algunos sectores
“renovados” de la izquierda. El escritor Diego
Trelles, por ejemplo, la considera “el tsunami de la esperanza”.
Desde la derecha, en cambio, hay quienes ven su aspiración con recelo.
Antes de reunirnos con ella, en el ingreso del Hospicio Ruiz Dávila, en
el Jirón Ancash, donde queda su oficina, un letrero probablemente escrito por
uno de los burócratas que laboran ahí reza: “Los problemas humanos derivan de
nuestra incapacidad de sentarnos tranquilos solos en un cuarto”. No entiendo
muy bien de qué va la reflexión. Tampoco menciona al autor. Asumo que podría
tratarse del “filósofo griego Adam Smith”. Como sea. La congresista nos
recibe amablemente, y sin mayores preámbulos iniciamos esta conversación.
¿Arrepentida por tus declaraciones sobre Venezuela?
No. Creo que he sido bastante clara desde el
principio, más allá de las interpretaciones de un lado y de otro. Y me mantengo
en mi posición.
¿Y cuál es tu posición?
Mi deslinde con la violación de derechos
humanos, venga de donde venga. Que hay en Venezuela violación de derechos
humanos, hay, y eso debe denunciarse…
¿Hay democracia en Venezuela?
En Venezuela ha habido procesos electorales. No
ha habido un golpe de Estado. Lo que sí hay es una grave crisis política,
económica y una grave polarización…
Siento que no me has respondido… Pero bueno. Vamos a la siguiente
pregunta. Julio Cotler se sorprende de que una supuesta izquierda ‘renovada’ no
asuma de manera inequívoca los ideales y las prácticas democráticas.
Eso no lo voy a aceptar. Yo renuncié al Partido
Nacionalista precisamente porque se estaban violando los derechos humanos desde
una organización política a la que yo había pertenecido desde la fundación, en
la que había militado durante años. Y justamente porque los ideales y valores
democráticos son fundamentales para mí, no podía tolerar lo que estaba
ocurriendo en ese momento en el Partido Nacionalista, que estaba en el
gobierno. Ese tipo de insinuaciones, de mi falta de compromiso eventual con la
democracia, con los derechos humanos, eso sí no lo acepto.
Lo que sugiere Cotler (entre otros) es que a veces la izquierda ve
permisivamente algunas autocracias de izquierda...
Si yo hubiera sido permisiva, tolerante por
cuestiones ideológicas o dogmáticas, ¿no crees tú que me hubiera mantenido en
ese partido al cual había pertenecido por años?
De acuerdo. Pero en el caso de Venezuela me sorprende que no hayas sido
tan categórica.
Por supuesto que sí. Está clarísimo.
¿Podría inferir entonces que me estás diciendo que “en Venezuela no hay
democracia”?
Creo que prácticamente en ninguno de los países
de Latinoamérica hay democracia a plenitud. Es así. Las cosas son complejas.
Las cosas no son blanco o negro. ¿El Perú es una democracia?
El Perú es una democracia precaria, pero es una democracia. Ahora, si me
preguntas si en Venezuela hay democracia, te diría que no la hay. Venezuela
vive ahora más o menos lo que se vivió en los tiempos de Fujimori.
Una grave crisis política, económica, violación
de derechos humanos, persecución de la oposición… De acuerdo.
Y acallamiento de la prensa…
De acuerdo. Lo mismo, pero en diversos niveles,
también ocurre en el Perú. Lo que a mí me indigna es que nos quieran poner como
agenda lo que pasa en Venezuela… De acuerdo, hay que preocuparse por Venezuela…
La pregunta solo aspira a sondear la posición de un potencial candidato
a la presidencia sobre determinados temas… La interrogante sobre Venezuela era
eso.
Está bien. Lo acepto, respondo y doy mi
posición. ¿Por qué no se hace lo mismo con el Perú? Con este gobierno, que fue
al principio mi gobierno. Ha habido cincuenta muertos en conflictos sociales
por agentes del Estado. Eso es violación a los derechos humanos. Todas esas
muertes están en la impunidad. No hay nadie procesado. El caso de Espinar, el
caso de Cajamarca. Nadie está siendo procesado. El Estado no asume en absoluto
la responsabilidad. No hay indemnización, no hay mea culpa. No hay nada. En el
gobierno anterior, el de Alan García, ¿cuántos fueron? Ciento cincuenta. ¿Por
qué nadie les pide deslinde a ellos? Que deslinden con las prácticas de
violaciones de derechos humanos de su gobierno precedente, y no me refiero solo
a los ochentas.
Bueno. Dejemos el tema de Venezuela a un lado, porque veo que te eriza
un poco…
Lo que me eriza es que con ese pretexto -porque
termina siendo un pretexto- se desvía la atención de lo que pasa aquí, en el
Perú. Lo que está pasando ahora. Eso es lo que me indigna, lo que me eriza.
¿Es la izquierda “una olla de grillos, un carnaval de cuchillazos”, como
la describe Sandro Venturo?
No. En estos momentos yo tengo una experiencia
muy positiva en la izquierda. Gente joven, gente nueva, gente fresca que quiere
hacer política, que ha estado haciendo política desde sus colectivos, desde sus
universidades, pero que no se animaba a entrar a la política partidaria, más
institucional, ahora está asumiendo ese reto. Eso más bien me indica que la
izquierda tiene grandes perspectivas.
¿En un hipotético gobierno de izquierda, quiénes podrían calificar como
potenciales ministros de Economía?
Tenemos cantidad de expertos…
Solamente dame tres nombres...
… con trayectoria política y técnica…
Ya. Solo quiero tres nombres…
Tienes a Óscar Dancourt, José Távara, Óscar
Ugarteche, Félix Jiménez.
No has mencionado a Pedro Francke.
Pedro Francke, por supuesto que sí.
En términos de percepción, hay una suerte de descrédito de la izquierda.
Por ejemplo, en las encuestas, sumados todos sus candidatos, no llega ni al 5%
de la intención de voto.
Por múltiples factores. Hay una estigmatización
en la que ha tenido mucho éxito la concentración de medios.
¿El Estado debería financiar a los partidos políticos?
Sí. Sé que no es una propuesta bien acogida por
la opinión pública, pero es necesaria. De lo contrario, serán financiados por
el narcotráfico, por la corrupción, por la minería ilegal. Eso sí.
Financiamiento público, pero al mismo tiempo fiscalización rigurosa y
mecanismos de sanción efectivos, que vayan desde multas hasta la cancelación de
la inscripción, si no se tienen las cuentas claras.
¿Debería eliminarse el voto preferencial?
Definitivamente, sí. Para fortalecer la
institucionalidad dentro de los partidos. Lo que debe primar son las
propuestas, el proyecto político, y no las individualidades.
¿El voto debe ser facultativo u obligatorio?
En este momento debemos mantener el voto
obligatorio.
¿En qué momento habría que plantear entonces la instauración del voto
facultativo?
Como en muchas otras cosas, el abordaje tiene
que ser integral. Tienes que ir construyendo una ciudadanía más informada -y
eso tiene que ver con la democratización de los medios de comunicación-, una
ciudadanía mejor educada -y eso tiene que ver con educación pública de calidad
hasta en la última comunidad andina y amazónica del país-.
¿Qué significa eso de “democratizar los medios de comunicación”? Me ha
dado escalofríos al escuchar esa frase…
Tranquilo, no vamos a estatizar ni expropiar
ningún medio de comunicación.
¿Puedo respirar tranquilo?
Sí. Creo, por ejemplo, que las universidades
-las públicas y las privadas- deberían tener acceso al espectro radiofónico.
Ahora bien. Volviendo a la pregunta anterior. ¿Se podría inferir de tu
reflexión que el Perú no está maduro o lo suficientemente adulto para ejercer
el voto facultativo? ¿Debo entender eso?
Creo que, además de lo que hemos hablado…
¿Debo entender que el Perú todavía no ha llegado a la mayoría de edad?
Para eso necesitas tener partidos políticos
sólidos, que hagan su trabajo de manera constante. No cada cinco años, y que se
activen como franquicias electorales para buscar votos.
¿El Perú no está maduro?
Los partidos políticos no están lo
suficientemente maduros. Falta educación, falta información. Pero abramos el
debate. Sí me parece que estamos suficientemente maduros como para abrir el
debate.
Te cuesta responder categóricamente, ¿no?
Es que no tengo una posición definitiva sobre
eso.
¿Y por qué no dices simplemente que no tienes una opinión formada sobre
el tema?
Porque tengo que evaluar distintos aspectos que son los que se ponderan sobre la mesa…
Porque tengo que evaluar distintos aspectos que son los que se ponderan sobre la mesa…
Hay respuestas tuyas que no son directas o frontales o taxativas...
Si la instrucción es que responda a tus
preguntas con un sí o con un no, lo haré si puedo, pero si puedo darte mis
razones… Porque las cosas son complejas. Vayamos a un tema álgido. Si tú me
preguntas si estoy a favor del aborto, te diría: “A ver. Un ratito. La cosa no
es así de simple. No es blanco o negro. A favor o en contra”.
¿En qué casos estarías a favor del aborto?
Debe ser el último recurso. Si mis respuestas no
son categóricas o taxativas es porque las cosas son complejas, y hay que
empezar a verlas en su complejidad, cosa que no han hecho los últimos
gobiernos.
Si prosperase tu idea de cambiar la Constitución, ¿qué cosas en concreto
deberían cambiarse o, en su defecto, introducirse?
Ya no te voy a hablar del proceso a través del
cual quisiéramos tener una nueva Constitución, porque tú quieres que las
respuestas sean categóricas o taxativas.
(Risas) No te pido un sí o un no, sino que me digas qué cosas deberían
cambiarse, renovarse o quitarse.
Por ejemplo, el capítulo económico. Creo que el
Estado no puede limitarse meramente a un rol subsidiario. Hay sectores estratégicos
–no todos- en los que el Estado tiene que participar y conducir.
El capítulo económico debería replantearse, y en consecuencia cambiarse,
a tu juicio…
Por ejemplo, para ser taxativo y concreto.
Habría que permitir que Petro-Perú pueda participar libremente –con la debida
evaluación técnica, económica y financiera, garantizando su sostenibilidad- en
el lote 192. Otro tema a debatir es que el Estado debe ser verdaderamente
laico. En este momento la Constitución le da cierta preferencia a una religión
en particular, la cual respeto profundamente. Pero si queremos un país
democrático, se debe respetar y promover la pluralidad. Pero en este momento
nuestra constitución no lo hace.
Te refieres a la religión católica, que encarna el cardenal Cipriani.
Efectivamente.
Ese tipo de respuestas enfáticas es lo que le gusta a la gente.
A ti te gustan…
(Risas) ¿Crees que debería eliminarse el Te Deum?
Como presidenta de la República sería respetuosa
de todas las creencias y las manifestaciones de fe, pero yo no asumiría
públicamente ninguna. Tendré la mía propia, que practicaré en privado. Pero
públicamente la presidenta debería mantener una imagen de neutralidad respecto
de los diversos credos religiosos.
¿Entonces el Te Deum estaría demás?
Yo no asistiría.
No lo eliminarías, simplemente no asistirías.
No asistiría, para empezar.
Las elecciones internas del Frente Amplio son el 4 de octubre, y
cualquiera puede participar. ¿Por qué debería alguien, que no es de izquierda,
votar por ti? Como yo, por ejemplo. A ver. Convénceme.
Primero, porque tú no quieres votar en las
elecciones presidenciales por Alan, por Keiko ni por PPK, porque son todos la
misma cosa. Porque están marcados por la corrupción y lo único que han hecho,
cuando han estado en el gobierno, es poner piloto automático para rematar los
recursos naturales, generar renta y eventualmente redistribuir. Pero todo lo
que es diversificación productiva, planificación, prevención de desastres
naturales, seguridad ciudadana, que requiere chamba, no lo han hecho. Porque su
lógica es “al Estado hay que reducirlo a su mínima expresión”, porque creen que
las cosas se arreglan mágicamente con la mano invisible del mercado. La mayoría
de la ciudadanía no quiere eso. Lo que quiere es una alternativa. Nosotros
estamos construyendo esa alternativa y estamos convocando a los ciudadanos para
que elijan quién -entre los precandidatos- representa mejor esa alterativa.
Tenemos una propuesta programática común, que tiene que ver con construir,
fortalecer un Estado moderno, eficiente y al servicio de la gente, que regule,
que garantice que se respeten los derechos, con mecanismos de participación
ciudadana, con diversificación de la economía, con garantías e igualdad de
derechos.
¿Es verdad que tienes pasaporte francés?
Sí. Mi madre era francesa. Yo soy cusqueña, nací
en el Cusco, soy peruana, pero tengo una madre francesa, que me heredó su
nacionalidad.
¿Y eres de las que critica a PPK por su pasaporte americano?
De PPK lo último que me preocupa es su
pasaporte. Lo que me preocupa son sus negocios, porque el señor, por ejemplo,
fue asesor de Hunt Oil, y luego estuvo en el gobierno y desde allí favoreció
los negocios de Hunt Oil. Ha trabajado para la Southern y para una serie de
empresas privadas con las que mantiene vínculos e intereses. No sé si en su
eventual gobierno –negado- va a favorecer a sus clientes o a los ciudadanos.
Eso es lo que me preocupa.
¿Qué querías ser de niña?
Primero quise ser psicóloga. Estudié psicología.
Tuve la oportunidad de hacerlo en Francia y luego me decidí por la
antropología.
¿Y en qué momento te diste cuenta de que querías ser política?
Empecé a hacer activismo político en la
universidad.
¿A qué político peruano admiras?
A Javier Diez Canseco.
¿Y de otro país?
Allí tengo un problema. Otra vez mi respuesta no
va a ser taxativa...
Bueno. Pero estoy seguro de que la Thatcher no lo es…
Definitivamente, no.
¿Y Pepe Mujica?
Él sí me parece una persona muy interesante.
¿Qué cambiarías de ti misma?
Qué pregunta más difícil.
¿Más difícil que la de Venezuela?
Tengo un tic, y es que cierro mucho los ojos.
¿Cuál es el mejor consejo que te dieron tus padres?
Más que consejos, me dieron ejemplos. Mi madre
era una persona muy franca y directa. No se andaba con rodeos. Decía lo que
había que decir en el momento. Si tenía que decirme “No”, me decía “No”, de
frente.
¿Pero eso no lo has heredado, no?
…. (Silencio con mirada reprensiva) …
(Risas) Te estoy fastidiando…
Los peruanos en general tenemos tendencia a no
decir “No” de frente. Nos andamos con rodeos, con excusas. Mi madre era una
persona muy franca, directa y frontal. Y eso me parece importante.
¿Con quién te gustaría quedar atrapada en un ascensor?
Con mi pareja. ¡Qué pregunta!
¿Qué te asusta? ¿Qué te da miedo?
La indiferencia, la resignación. Cuando la gente
ya no se indigna frente a la injusticia o deja pasar por alto las cosas. Eso me
asusta.
¿Te arrepientes de algo?
No haber hecho lo suficiente como militante del
Partido Nacionalista para que este fuera verdaderamente democrático, y no
caudillista como ha terminado. Lo intenté como dirigente de base, pero creo que
pude hacer más.
¿Tienes algún pasatiempo favorito?
Tenía. Pero ya no tengo tiempo.
¿Cuál era?
Bailar danzas folclóricas. Me encanta. Pero no
sé si podría ahora, porque estoy más dura...
¿Con qué personaje histórico te sientes identificada?
Con Micaela Bastidas.
Tu mayor extravagancia...
El chocolate negro. Ochenta por ciento, cacao.
¿Qué es lo que más detestas en general?
La soberbia.
¿Qué estás leyendo actualmente?
Tres libros. Uno de Henry Pease, sobre reforma
política. Otro de Karina Pacheco, escritora cusqueña. Y uno de José Luis
Rénique (Incendiar la Pradera), del cual solo he leído la introducción.
¿Qué le dirías a Ollanta Humala?
“Perdiste la oportunidad”.
¿El gobernante Maduro es democrático?
Otra vez… Es un caudillo con gestos
autoritarios. Pero eso no es suficiente para calificar el proceso venezolano.
¿Ves diferencias sustantivas entre el Perú de Fujimori y la Venezuela de
Maduro?
Claro. Son épocas distintas y procesos
distintos. No son lo mismo.
¿Vas al cine?
Poco. No tanto como me gustaría. Quiero ir a ver
La Hija de la Laguna y quiero ver Magallanes.
Tienes que ver Magallanes de todas maneras...
Tengo que ver Magallanes, lo sé. He escuchado
muy buenos comentarios.
Ya no te torturo más, Verónika…
(Risas)
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