R. Wiener y A. Mariátegui |
La novedad de ayer fue
enterarme que la idea de “dignidad” de Aldo M es igualita a la de Althaus, sólo
que el segundo la expresa con angustia y al otro las cosas importantes le dan
risa. Y cómo de la ley del empleo juvenil se trata se refiere en primer lugar
al video de la campaña electoral de segunda vuelta en la que aparece Humala y
Martín Belaúnde ante un grupo de jóvenes. ¿Qué demuestra eso? No sé, pero el
más tonto de los más tontos, que ha ocultado casos de fondo como narcoindultos,
BTR, obras sobrevaluadas, caso Oyarce, plata de las privatizaciones
desaparecida, etc., se cree en condiciones de darnos lecciones de periodismo,
cuando todos saben que MBL se reenganchó a la campaña de Humala en su parte
final.
Pero como eso no tiene nada
que ver con lo que quiere criticar, el jovencito mayor de 50 años, sigue su
menú y añade “Y Wiener, su hija y los izquierdistas confunden dignidad con
necedad”. Y ustedes se preguntarán que hace mi hija en ese paquete. Nada, salvo
que cree que esta es la parte en la que me pico. Algo tiene además de estilo
gánster, cuando el malvado dice chantajistamente que también sabemos que tienes
una hija a la que le puede pasar algo. Pero después de tantas introducciones M,
dicta el súmmun de su filosofía: “¿de qué te sirve una dignidad que choca con
la realidad?”. Imagínense a los negros sudafricanos, a los hindúes, a los
palestinos bajo este criterio. Y sigue: “¿de qué te sirven…un montón de
derechos laborales si no tienes trabajo?”
Claro M, pero de lo que se
discute no es de cuántos derechos hacen a alguien supuestamente digno, o cuánto
vale la dignidad (Althaus), sino que hay humillaciones, discriminaciones y
postergaciones que hieren a los seres humanos en lo más profundo. Si se reacciona,
se asumen riesgos y se pierde la comodidad de lo seguro, es porque los
supuestos “necios” han decidido hacerse respetar. Ese es el problema eterno de
las derechas falsamente liberales, que creen que conectarse a la realidad es
someterse a ella y no porque sean demasiado religiosos, sino porque tienen una
mirada estamentaria de la sociedad cuyo orden lo establece el poder económico.
Los derechos adquiridos por
los trabajadores: vacaciones de 30 días, compensación por tiempo de servicios,
gratificaciones, seguro sobre accidentes de trabajo, indemnizaciones, etc., no
han venido del aire, sino de intensas luchas, concluidas en lo que un liberal
verdadero debería denominar un contrato social en firme. Si está establecido
que en este país esos derechos existen, ¿es o no es una agresión, definir que
de cierta edad para abajo se les recorta o desaparece. Y eso, sin consulta con
los jóvenes, sino con los patrones que están contabilizando cuánto se van a
ahorrar. Entonces hay aquí dos temas: abaratamiento del trabajador joven, y
atropello a su dignidad. Sólo un necio no lo puede ver.
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