En el Perú los jóvenes han
sido condenados a malbaratar sus años más fértiles, vigorosos, con los que
deberían sentar las bases para una madurez decente, pero no, todo este esfuerzo
de esclavo maquillado será en beneficio de una oligarquía ociosa y angurrienta.
Y lo hace un gobierno que prometió la gran transformación cuando no es otra
cosa que un gobierno neoliberal a ultranza, de esto no le cabe ninguna duda a
la primera dama por eso acusa a los politiqueros de “mal informar” a la
juventud, pues sabe que en el 2021 no la podrán ver ni en pintura y menos como
candidata presidencial.
Con esta ley del empleo
juvenil, el gobierno les está diciendo a los jóvenes que no sirven que son
personas de ínfima categoría, y que siempre serán trabajadores desvalorizados.
Es una condena a vivir como subhumanos, pues de este modo les están arrancado
lo último que les queda de autoestima, les están arruinando el futuro y los
clasifican como gente sin destino y sin valor en el mercado de pulgas. Es una
forma descarada y descarnada de decirle que no importan como personas sino como
instrumentos de producción de riqueza en beneficio de una oligarquía alucinada
con el enriquecimiento rápido y barato.
El ultra neoliberalismo ha
sentado sus pezuñas en el Perú, ha domesticado y sometido a los partidos
políticos y ha convertido a los trabajadores peruanos en mercancía barata, en
instrumentos descartables. Recordemos que en los años noventa, cuando el
dictador Alberto Fujimori gobernaba rodeado por la gran prensa “peruana” que
hacía de corte con propaganda vergonzosa, dijo igual, que el trabajo debería
ser para los jóvenes y que la estabilidad laboral perjudicaba a las personas
que estaban parados por años y a los jóvenes (de ese entonces) se les negaba la
posibilidad de trabajo, de ese modo se negó la estabilidad laboral y los otros
derechos de los trabajadores.
Ahora vuelven con la misma
cantaleta, sin rubor alguno. De este modo el gobierno se comporta como un
vulgar neoliberal para acatar las órdenes que le imparten desde la CONFIEP
(esta es el poder real).
El neoliberalismo no sólo ha
hecho de nuestra economía un satélite dependiente del capital financiero
internacional, sino que también ha sido un instrumento de corrupción eficaz, ha
roto todo tipo de moral y puesto por encima de todo al gran dios de las
finanzas. No es casual pues que desde los noventa aparecieran las mafias de
alto vuelo que usaban a los más pobres del Perú como sus “cholitos” o
“mochileros” en el narcotráfico, ahora estos se han independizado y actúan como
bandas de asaltantes, de extorsionadores o sicarios.
Todo tipo de actividad delictiva hay en el Perú, tal como ocurre en los demás
países sometidos al poder avasallador del capital financiero, el mismo que ha
acelerado el empobrecimiento de las poblaciones nacionales y el enriquecimiento
abrumador de las oligarquías. Los mismos que han producida la última gran
crisis mundial, de la cual aún no podemos salir, pues la caída de los precios
de los minerales se debe a la baja del consumo por escasez de trabajo y dinero.
Hay un fuerte deterioro del salario y un crecimiento de la desocupación, pero
igual la oligarquía financiera ajusta las clavijas para seguir enriqueciéndose
como en el periodo de bonanza.
El “Perú” ha tenido veinte
años de enriquecimiento económico debido al alto precio de los minerales, como
nunca antes había ocurrido, la oligarquía se ha enriquecido de manera acelerada
sin hacer mucho esfuerzo y sin arriesgar nada. Y la mayoría de ellos han
llevado su riqueza al exterior “por medida de seguridad”.
Esta oligarquía que ha medrado
de manera extraordinaria durante estos veinte años de enriquecimiento acelerado
con el soporte del Estado peruano y la alianza estratégica con los poderes
fácticos, entre ellos los medios de comunicación concentrados en una sola
entidad monopólica que se ha propuesto ser el poder en todos los ámbitos del
país. Después de estos años de mucha riqueza no se ha producido un progreso
mínimo en el proceso de industrialización, pues esta misma oligarquía nos ha
condenado a ser vendedores de materia prima, principalmente de minerales.
Nuestra clase dirigente es
ociosa, especulativa, no tiene una estrategia para el desarrollo industrial, la
articulación de los mercados regionales, la ampliación de la infraestructura,
ni una política soberana ante las potencias del mundo. Es decir no se
prepararon para enfrentar situaciones deplorables como las que estamos
empezando a padecer.
Y quiere seguir teniendo el
mismo ritmo de ganancias como en los años anteriores. Por eso se prepara con
las leyes laborales que exige al gobierno que las apruebe; pero la mira la
tiene puesta en la juventud, pues ella está en la plenitud de sus energías para
producir más riqueza y con salario de pobreza y cuando declinen sus fuerzas serán despojados de sus
centros de trabajo y declarados inútiles. La oligarquía se frota las manos
porque ve que su futuro es próspero..
La Ley sobre el empleo juvenil
que aprobó el congreso y que el gobierno defiende con todas sus energías
represivas y brutales, sin importarle el costo político, es tosca, grosera y
desesperada, orientada más bien a garantizar altas ganancias a los monopolios,
dejando a las pequeñas empresas a expensas de los malos tiempos. En realidad
esta ley lleva la impronta del núcleo duro de la CONFIEP,
Salvador Mendoza MaquiaveloT.21-12-2014
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