Pidió licencia sin goce de haber, levantan acta por ausencia |
EL PRETEXTO: Anuncio de la conferencia que dictó Christian Salas en Venezuela y para la que pidió permiso sin goce de haber.
El informante
Claves de la renuncia de
Christian Salas.
El ministro de Justicia y el
fiscal de la Nación de la mano en el caso Belaunde Lossio. ¿Quién será el
reemplazante? Dime a quién nombras y te diré quién eres.
Ricardo Uceda.
Con la renuncia del abogado
Christian Salas al cargo de procurador anticorrupción, el gobierno consiguió
desembarazarse de un funcionario incómodo, cuya última declaración fue para
oponerse a que Martín Belaunde Lossio —hasta no hace mucho hombre de confianza
de los Humala— obtuviera beneficios de colaborador eficaz.
La renuncia se produjo hace un
mes, a raíz de un desentendido menor con el ministro de Justicia, pero en el
contexto de desentendidos mayores sobre la actuación y discurso de la
Procuraduría Anticorrupción.
ACTA DE AUSENCIA
Salas estaba invitado al IV
Simposio Internacional de Criminalística, del 23 al 26 de octubre, en Isla
Margarita, Venezuela. Lo organizaba la Universidad de los Andes. Era ponente
del tema “Técnicas para investigar un caso de corrupción de funcionarios”.
Pidió una licencia sin goce de haber. En un funcionario de su rango, se tramita
con una carta al ministro de Justicia, que usualmente no recibe respuesta. No
necesita resolución ministerial, pues no es un viaje oficial.
Antes de partir, lo llamaron
del Consejo de Defensa Jurídica del Estado para decirle que no había cumplido
con el trámite debido. Los procuradores dependen de este organismo presidido
por el ministro de Justicia y completado con dos viceministros. Salas, quien no
declaró a la prensa sobre su renuncia, ha dicho en privado que viajó en orden.
El 22 de octubre salió a Caracas y de allí a Isla Margarita. El viernes 24, un
funcionario del Ministerio de Justicia fue a la Procuraduría para levantar un
acta dejando constancia de que Salas no estaba en su oficina. Los funcionarios
anticorrupción allí presentes se quedaron estupefactos.
Cuando el procurador regresó,
se entrevistó con Daniel Figallo en términos que no se conocen. El mismo día,
27 de octubre, presentó su renuncia. Es la que ha sido aceptada el pasado fin
de semana.
DOS POSICIONES
¿Por qué la dimisión no se
anunció de inmediato? Coincidió con la difusión del primer reportaje televisivo
sobre las relaciones comerciales entre Martín Belaunde y presidentes regionales
que apoyaron la candidatura de Ollanta Humala en 2011. Anunciar la renuncia, en
esa coyuntura, podía sugerir que el gobierno no quería que la Procuraduría
metiera las manos en el asunto. Pero las metió. A la postre este fue el motivo
que precipitó la salida de Salas.
A varias fuentes les consta
que Palacio de Gobierno está interesado en ayudar indirecta, reservadamente a
Belaunde Lossio. La figura de colaboración eficaz para el caso Áncash podría
ser ventajosa para el empresario si logra una buena negociación con el
Ministerio Público que luego fuera bendecida por un juez. Antes, por cierto,
debería ser capturado o entregarse a la justicia. Contra esta posibilidad el
procurador anticorrupción se pronunció abiertamente. Lo considera, junto con
Álvarez, cabecilla de la corrupción en Áncash.
El martes 25, Figallo expresó
internamente su disgusto con las declaraciones de Salas. Luego, en público,
manifestó una posición distinta a la del procurador: la colaboración eficaz la
decidía un juez y el proceso debía estar rodeado de extrema reserva. En rigor
no era un desmentido a Salas en la medida que este no dijo lo contrario. Era un
enfoque distinto. El ministro desaprobaba que la Procuraduría Anticorrupción se
opusiera a este beneficio para Belaunde Lossio. Siete días antes, el fiscal de
la Nación, Carlos Ramos Heredia, en declaraciones a la televisión, había
admitido la posibilidad de que el empresario se convirtiera en su colaborador.
Respecto del caso, el fiscal y ministro parecen andar de la mano.
INTERÉS MINISTERIAL
Cuando estalló el caso,
Figallo preguntó y obtuvo informes sobre la situación de Belaunde Lossio ante
la Procuraduría Anticorrupción y el Ministerio Público. Salas es testigo de lo
primero y de lo segundo fue el propio fiscal del caso, Marco Huamán, quien lo
contó a varios colegas y a una fuente que habló para esta nota. Huamán y dos
fiscales (su jefe Gustavo Quiroz, y Rosario López) fueron al despacho del
ministro en julio pasado, donde se trató el tema de las imputaciones existentes
en el caso La Centralita. Huamán declaró a Ideele Radio que, además, fueron a
quejarse del procurador, quien con sus declaraciones afectaba la imagen del
Ministerio Público. Ante lo cual Salas solicitó la exclusión de Huamán del caso
por haber faltado a su deber de preservar su independencia como fiscal. ¿Qué
hacía informándole a un ministro de Estado? Y también por afectar la del
procurador, al recurrir a Figallo para que este lo llamara al orden.
La Procuraduría ha objetado
formalmente la actuación del Ministerio Público en el caso La Centralita. En el
pedido de exclusión a Huamán señaló reiteradas omisiones investigativas. El
fiscal, por su parte, no ha atendido ninguna de las más de treinta peticiones
de diligencias hechas por la Procuraduría, entre ellas la de levantar el
secreto bancario de Martín Belaunde Lossio, formulada el 15 de agosto. Ramos
Heredia, así como Belaunde Lossio y el propio Álvarez, querían a Salas fuera de
la Procuraduría. El 14 de noviembre, el fiscal Huamán suscribió la Resolución
42, pidiendo al Ministerio Público investigarlo por corrupción.
La resolución se basa en el
testimonio del colaborador eficaz 11-2014, quien el pasado 7 de octubre dijo
que Leonardo Rodríguez, un supuesto abogado de César Álvarez, le mostró sobres
de dinero que eran para pagar “a las altas magistraturas del poder”. Según el
testigo, todos ellos desean “volarle la cabeza al fiscal Marco Huamán”. Se
entiende que la supuesta coima era para persistir en ese objetivo.
Pero el declarante solo
identificó al procurador Salas. Habló de “miembros de una comisión del
Congreso”, y de un abogado Agoretti. (Pareciera una equivocación deliberada a
fin de aludir a Mario Amoretti, decano del Colegio de Abogados de Lima, quien
pidió suspender al fiscal de la Nación por estar investigado en relación a los
hechos.) En resumen, ahora el Ministerio Público, tras negociaciones a puertas
cerradas con colaboradores del caso Áncash, ya tiene munición para investigar
penalmente a sus críticos.
EL ÚLTIMO ENCUENTRO
No es concebible que un
procurador anticorrupción camine en contra de políticas delineadas por el
Consejo de Defensa Jurídica del Estado, pero estas son, precisamente, líneas
generales. Un ministro no le dice opongámonos a esta colaboración eficaz o
apoyemos esta otra. El nombramiento del reemplazo de Salas dará la medida de lo
que el gobierno desea en el expediente Belaunde Lossio. Aparte de lo de Áncash,
al empresario le esperan cargos por corrupción en obras públicas en distintas
regiones.
La semana pasada César Álvarez
insinuó que él también podría pedir colaboración eficaz. El supuesto es que
sería culpable menor de una corrupción mayor, a escala supraprovincial,
liderada por Belaunde Lossio. En todo caso, ahora que Salas ya no está en el
juego, los acusados tienen el terreno más propicio para concertar. El jueves
pasado el abogado del empresario, José Urquizo, fue a Piedras Gordas mientras
César Álvarez rendía su manifestación. Deseaba decirle algo al defensor del ex
presidente regional, Julio Carrión.
Hablaron. Acto seguido Carrión
pidió detener el interrogatorio a fin de hablar con Álvarez. Hecho lo cual, al
volver ante el fiscal, se declaró indispuesto y el interrogatorio tuvo que
suspenderse. Acaba de enterarse de que, por fin, el procurador anticorrupción
dejaría el cargo.
Diario La República
César Álvarez insinuó que él también podría pedir colaboración eficaz. El supuesto es que sería culpable menor de una corrupción mayor, a escala supraprovincial, liderada por Belaunde Lossio.
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