Raúl Castro
Excelentísimo Señor Juan
Carlos Varela, Presidente de la República de Panamá:
Presidentas y Presidentes,
Primeras y Primeros Ministros:
Distinguidos invitados:
Agradezco la solidaridad de
todos los países de la América Latina y el Caribe que hizo posible que Cuba
participara en pie de igualdad en este foro hemisférico, y al Presidente de la
República de Panamá por la invitación que tan amablemente nos cursara. Traigo
un fraterno abrazo al pueblo panameño y a los de todas las naciones aquí
representadas.
Cuando los días 2 y 3 de
diciembre de 2011 se creó la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en Caracas, se inauguró una
nueva etapa en la historia de Nuestra América, que hizo patente su bien ganado
derecho a vivir en paz y a desarrollarse como decidan libremente sus pueblos y
se trazó para el futuro un camino de
desarrollo e integración, basada en la cooperación, la solidaridad y la
voluntad común de preservar la independencia, soberanía e identidad.
El ideal de Simón Bolívar de
crear una “gran Patria Americana” inspiró verdaderas epopeyas independentistas.
En 1800, se pensó en agregar a
Cuba a la Unión del norte como el límite sur del extenso imperio. En el siglo
XIX, surgieron la Doctrina del Destino Manifiesto con el propósito de dominar
las Américas y al mundo, y la idea de la Fruta Madura para la gravitación
inevitable de Cuba hacia la Unión norteamericana, que desdeñaba el nacimiento y
desarrollo de un pensamiento propio y emancipador.
Después, mediante guerras,
conquistas e intervenciones, esta fuerza expansionista y hegemónica despojó de
territorios a Nuestra América y se extendió hasta el Río Bravo.
Luego de largas luchas que se
frustraron, José Martí organizó la “guerra necesaria” y creó el Partido
Revolucionario Cubano para conducirla y fundar una República “con todos y para
el bien de todos” que se propuso alcanzar “la dignidad plena del hombre”.
Al definir con certeza y
anticipación los rasgos de su época, Martí se consagra al deber “de impedir a
tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de
América”.
Nuestra América es para él la
del criollo, del indio, la del negro y del mulato, la América mestiza y
trabajadora que tenía que hacer causa común con los oprimidos y saqueados.
Ahora, más allá de la geografía, este es un ideal que comienza a hacerse
realidad.
Hace 117 años, el 11 de abril
de 1898, el entonces Presidente de los Estados Unidos solicitó al Congreso
autorización para intervenir militarmente en la guerra de independencia, ya
ganada con ríos de sangre cubana, y este emitió su engañosa Resolución
Conjunta, que reconocía la independencia de la isla “de hecho y de derecho”.
Entraron como aliados y se apoderaron del país como ocupantes.
Se impuso a Cuba un apéndice a
su Constitución, la Enmienda Platt, que la despojó de su soberanía, autorizaba al poderoso vecino a
intervenir en los asuntos internos y dio origen a la Base Naval de Guantánamo,
la cual todavía usurpa parte de nuestro territorio. En ese periodo, se
incrementó la invasión del capital norteño, hubo dos intervenciones militares y
el apoyo a crueles dictaduras.
Predominó hacia América Latina
la “política de las cañoneras” y luego del “Buen Vecino”. Sucesivas
intervenciones derrocaron gobiernos democráticos e instalaron terribles
dictaduras en 20 países, 12 de ellas de forma simultánea, fundamentalmente
en Sudámerica. que asesinaron a cientos
de miles de personas. El Presidente Salvador Allende nos legó un ejemplo
imperecedero.
Hace exactamente 13 años, se
produjo el golpe de estado contra el entrañable Presidente Hugo Chávez Frías
que el pueblo derrotó. Después, vino el golpe petrolero.
El 1ro de enero de 1959, 60
años después de la entrada de los soldados norteamericanos en La Habana,
triunfó la Revolución cubana y el Ejército Rebelde comandado por Fidel Castro
Ruz llegó a la capital.
El 6 de abril de 1960, apenas
un año después del triunfo, el subsecretario de estado Léster Mallory escribió
en un perverso memorando, desclasificado decenas de años después, que “la
mayoría de los cubanos apoya a Castro… No hay una oposición política efectiva.
El único medio previsible para restarle apoyo interno es a través del
desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las penurias
económicas (…) debilitar la vida económica (…) y privar a Cuba de dinero y
suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar
hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Hemos soportado grandes
penurias. El 77% de la población cubana nació bajo los rigores que impone el
bloqueo. Pero nuestras convicciones patrióticas prevalecieron. La agresión
aumentó la resistencia y aceleró el proceso revolucionario. Aquí estamos con la
frente en alto y la dignidad intacta.
Cuando ya habíamos proclamado
el socialismo y el pueblo había combatido en Playa Girón para defenderlo, el
Presidente Kennedy fue asesinado precisamente en el momento en que el líder de
la Revolución cubana Fidel Castro recibía un mensaje suyo buscando iniciar el
diálogo.
Después de la Alianza para el
Progreso y de haber pagado varias veces la deuda externa sin evitar que esta se
siga multiplicando, se nos impuso un neoliberalismo salvaje y globalizador,
como expresión del imperialismo en esta época, que dejó una década perdida en
la región.
La propuesta entonces de una
“asociación hemisférica madura” resultó el intento de imponernos el Área de
Libre Comercio de las Américas (ALCA), asociado al surgimiento de estas
Cumbres, que hubiera destruido la economía, la soberanía y el destino común de
nuestras naciones, si no se le hubiera
hecho naufragar en el 2005, en Mar del Plata, bajo el liderazgo de los
Presidentes Chávez, Kirchner y Lula. Un año antes, Chávez y Fidel habían hecho
nacer la Alternativa Bolivariana, hoy Alianza Bolivariana Para los Pueblos de
Nuestra América.
Excelencias:
Hemos expresado y le reitero
ahora al Presidente Barack Obama nuestra disposición al diálogo respetuoso y a
la convivencia civilizada entre ambos Estados dentro de nuestras profundas
diferencias.
Aprecio como un paso positivo
su reciente declaración de que decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba
en una lista de países patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió
estar.
Hasta hoy, el bloqueo
económico, comercial y financiero se aplica en toda su intensidad contra la
isla, provoca daños y carencias al pueblo y es el obstáculo esencial al
desarrollo de nuestra economía. Constituye una violación del Derecho
Internacional y su alcance extraterritorial afecta los intereses de todos los
Estados.
Hemos expresado públicamente
al Presidente Obama, quien también nació bajo la política de bloqueo a Cuba y
al ser electo la heredó de 10 Presidentes, nuestro reconocimiento por su
valiente decisión de involucrarse en un debate con el Congreso de su país para
ponerle fin.
Este y otros elementos deberán
ser resueltos en el proceso hacia la futura normalización de las relaciones
bilaterales.
Por nuestra parte,
continuaremos enfrascados en el proceso de actualización del modelo económico
cubano con el objetivo de perfeccionar nuestro socialismo, avanzar hacia el
desarrollo y consolidar los logros de una Revolución que se ha propuesto
“conquistar toda la justicia”.
Estimados colegas:
Venezuela no es ni puede ser
una amenaza a la seguridad nacional de una superpotencia como los Estados
Unidos. Es positivo que el Presidente norteamericano lo haya reconocido.
Debo reafirmar todo nuestro
apoyo, de manera resuelta y leal, a la hermana República Bolivariana de
Venezuela, al gobierno legítimo y a la unión cívico-militar que encabeza el
Presidente Nicolás Maduro, al pueblo bolivariano y chavista que lucha por
seguir su propio camino y enfrenta intentos de desestabilización y sanciones
unilaterales que reclamamos sean levantadas, que la Orden Ejecutiva sea derogada,
lo que sería apreciado por nuestra Comunidad como una contribución al diálogo y
al entendimiento hemisférico.
Mantendremos nuestro aliento a
los esfuerzos de la República Argentina
para recuperar las Islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur,
y continuaremos respaldando su legítima lucha en defensa de soberanía financiera.
Seguiremos apoyando las
acciones de la República del Ecuador frente a las empresas transnacionales que
provocan daños ecológicos a su territorio y pretenden imponerle condiciones
abusivas.
Deseo reconocer la
contribución de Brasil, y de la Presidenta Dilma Rousseff, al fortalecimiento
de la integración regional y al desarrollo de políticas sociales que trajeron
avances y beneficios a amplios sectores populares las cuales, dentro de la
ofensiva contra diversos gobiernos de izquierda de la región, se pretende
revertir.
Será invariable nuestro apoyo
al pueblo latinoamericano y caribeño de Puerto Rico en su empeño por alcanzar
la autodeterminación e independencia, como ha dictaminado decenas de veces el
Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.
También continuaremos nuestra
contribución al proceso de paz en Colombia.
Debiéramos todos multiplicar
la ayuda a Haití, no sólo mediante asistencia humanitaria, sino con recursos
que le permitan su desarrollo, y apoyar que los países del Caribe reciban un
trato justo y diferenciado en sus relaciones económicas, y reparaciones por los
daños provocados por la esclavitud y el colonialismo.
Vivimos bajo la amenaza de enormes arsenales
nucleares que debieran eliminarse y del cambio climático que nos deja sin
tiempo. Se incrementan las amenazas a la paz y proliferan los conflictos.
Como expresó entonces el
Presidente Fidel Castro, “las causas fundamentales están en la pobreza y el
subdesarrollo, y en la desigual distribución de las riquezas y los
conocimientos que impera en el mundo. No puede olvidarse que el subdesarrollo y
la pobreza actuales son consecuencia de la conquista, la colonización, la
esclavización y el saqueo de la mayor parte de la Tierra por las potencias
coloniales, el surgimiento del imperialismo y las guerras sangrientas por
nuevos repartos del mundo. La humanidad debe tomar conciencia de lo que hemos
sido y de lo que no podemos seguir siendo. Hoy nuestra especie ha adquirido
conocimientos, valores éticos y recursos científicos suficientes para marchar
hacia una etapa histórica de verdadera justicia y humanismo. Nada de lo que
existe hoy en el orden económico y político sirve a los intereses de la
humanidad. No puede sostenerse. Hay que cambiarlo”, concluyó Fidel.
Cuba seguirá defendiendo las
ideas por las que nuestro pueblo ha asumido los mayores sacrificios y riesgos y
luchado, junto a los pobres, los enfermos sin atención médica, los
desempleados, los niños y niñas abandonados a su suerte u obligados a trabajar
o a prostituirse, los hambrientos, los discriminados, los oprimidos y los explotados que
constituyen la inmensa mayoría de la población mundial.
La especulación financiera,
los privilegios de Bretton Woods y la remoción unilateral de la convertibilidad
en oro del dólar son cada vez más asfixiantes. Requerimos un sistema financiero
transparente y equitativo.
No puede aceptarse que menos
de una decena de emporios, principalmente norteamericanos, determinen lo que se
lee, ve o escucha en el planeta. Internet debe tener una gobernanza
internacional, democrática y participativa, en especial en la generación de
contenidos. Es inaceptable la militarización del ciberespacio y el empleo
encubierto e ilegal de sistemas informáticos para agredir a otros Estados. No
dejaremos que se nos deslumbre ni colonice otra vez.
Señor Presidente:
Las relaciones hemisféricas,
en mi opinión, han de cambiar profundamente, en particular en los ámbitos
político, económico y cultural; para que, basadas en el Derecho Internacional y
en el ejercicio de la autodeterminación y la igualdad soberana, se centren en
el desarrollo de vínculos mutuamente provechosos y en la cooperación para
servir a los intereses de todas nuestras naciones y a los objetivos que se
proclaman.
La aprobación, en enero del
2014, en la Segunda Cumbre de la CELAC, en La Habana, de la Proclama de la
América Latina y el Caribe como Zona de Paz, constituyó un trascendente aporte
en ese propósito, marcado por la unidad latinoamericana y caribeña en su
diversidad.
Lo demuestra el hecho de que avanzamos hacia
procesos de integración genuinamente latinoamericanos y caribeños a través de
la CELAC, UNASUR, CARICOM, MERCOSUR,
ALBA-TCP, el SICA y la AEC, que subrayan la creciente conciencia sobre la
necesidad de unirnos para garantizar nuestro desarrollo.
Dicha Proclama nos compromete
a que “las diferencias entre las naciones se resuelvan de forma pacífica, por
la vía del diálogo y la negociación u otras formas de solución, y en plena
consonancia con el Derecho Internacional”.
Vivir en paz, cooperando unos
con otros para enfrentar los retos y solucionar los problemas que, en fin de
cuentas, nos afectan y afectarán a todos, es hoy una necesidad imperiosa.
Debe respetarse, como reza la
Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, “el derecho
inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y
cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre
las naciones”.
Con ella, nos comprometimos a
cumplir nuestra “obligación de no intervenir directa o indirectamente, en los
asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de
soberanía nacional, igualdad de derechos y la libre determinación de los
pueblos”, y a respetar “los principios y normas del Derecho Internacional (…) y
los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas”.
Ese histórico documento insta
“a todos los Estados miembros de la Comunidad Internacional a respetar
plenamente esta declaración en sus relaciones con los Estados miembros de la
CELAC”.
Tenemos ahora la oportunidad
para que todos los que estamos aquí aprendamos, como también expresa la
Proclama, a “practicar la tolerancia y convivir en paz como buenos vecinos”.
Existen discrepancias
sustanciales, sí, pero también puntos en común en los que podemos cooperar para
que sea posible vivir en este mundo lleno de amenazas a la paz y a la
supervivencia humana.
¿Qué impide, a nivel
hemisférico, cooperar para enfrentar el cambio climático?
¿Por qué no podemos los países
de las dos Américas luchar juntos contra el terrorismo, el narcotráfico o el
crimen organizado, sin posiciones sesgadas políticamente?
¿Por qué no buscar, de
conjunto, los recursos necesarios para dotar al hemisferio de escuelas,
hospitales, proporcionar empleo, avanzar en la erradicación de la pobreza?
¿No se podría disminuir la
inequidad en la distribución de la riqueza, reducir la mortalidad infantil,
eliminar el hambre, erradicar las enfermedades prevenibles, acabar con el el
analfabetismo?
El pasado año, establecimos
cooperación hemisférica en el enfrentamiento y prevención del ébola y los
países de las dos Américas trabajamos mancomunadamente, lo que debe servirnos
de acicate para empeños mayores.
Cuba, país pequeño y
desprovisto de recursos naturales, que se ha desenvuelto en un contexto
sumamente hostil, ha podido alcanzar la plena participación de sus ciudadanos
en la vida política y social de la Nación; una cobertura de educación y salud
universales, de forma gratuita; un sistema de seguridad social que garantiza
que ningún cubano quede desamparado; significativos progresos hacia la igualdad
de oportunidades y en el enfrentamiento
a toda forma de discriminación; el pleno ejercicio de los derechos de la niñez
y de la mujer; el acceso al deporte y la cultura; el derecho a la vida y a la
seguridad ciudadana.
Pese a carencias y
dificultades, seguimos la divisa de compartir lo que tenemos. En la actualidad
65 mil cooperantes cubanos laboran en 89 países, sobre todo en las esferas de
la medicina y la educación. Se han graduado en nuestra isla 68 mil
profesionales y técnicos, de ellos, 30 mil de la salud, de 157 países.
Si con muy escasos recursos,
Cuba ha podido, ¿qué no podría hacer el hemisferio con la voluntad política de
aunar esfuerzos para contribuir con los países más necesitados?
Gracias a Fidel y al heroico pueblo cubano, hemos venido a esta
Cumbre, a cumplir el mandato de Martí con la libertad conquistada con nuestras
propias manos, “orgullosos de nuestra América, para servirla y honrarla… con la
determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos,
y se la respete por sus sacrificios”.
Muchas gracias.
*DISCURSO DEL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ, PRSIDENTE DE LOS
CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS DE LA REPÚLICA DE CUBA EN LA CUMBRE DE LAS
AMÉRICAS. Panamá, 10 y 11 de abril de 2015
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