SALVADOR MENDOZA MAQUIAVELO |
En América Latina hay países
que se hunden en el “paraíso” del narcotráfico, el accionar de bandas
recargadas de sicarios y actividades delictivas impunes, con apoyo de otras
bandas y mafias jerarquizadas, de cuello y corbata, que dan órdenes, entregan el
dinero y los planes criminales; en tanto que los ciudadanos se ahogan en el
desconsuelo de las promesas incumplidas por políticos profesionales
neoliberales. Este es el ejemplo patético del fracaso de la democracia
tradicional y la política neoliberal, ligada a potencias extranjeras; es decir,
que solo es democracia de nombre, de apariencia, porque hay un abismo enorme
entre ricos y pobres; pero los primeros se quejan de que el Estado sea
demasiado grande y que disponga de mucho dinero en programas de asistencia
social, en educación gratis para los pobres y salud para enfermos menesterosos.
Plantean que ellos le darían un mejor uso a ese dinero que se “malgasta” para
mantener “miserables”. Esta es la óptica y nervio central del neoliberalismo
angurriento que ha convertido el mercado en fin supremo y a los trabajadores en
instrumentos baratos y desechables para fabricar riqueza que beneficie
directamente a las oligarquías.
Perú es parte de ese lado oscuro, siniestro, de América Latina; y
su espejo más cercano es México con todas sus lacras, miserias y dramas que hoy
hacen estremecer al mundo.
En las elecciones pasadas, en
el Perú, para elegir las autoridades
municipales y regionales, que ya muchos han olvidado y que debería ser parte de
la memoria atenta de lo que une a los acontecimientos políticos con las
actividades de las mafias, las que quieren enraizarse al interior del Estado
Peruano, y que revela el estadio político en el que nos encontramos. En esas
elecciones quedó claro que la nueva hegemonía política se traslada al campo de
las mafias y la ultraderecha. La santa alianza en el reino de los demonios.
Lima, el baluarte más significativo, de manera escandalosa, pasa a manos de la
jerarquía mafiosa, todos lo aceptan, la mayoría de muy buena gana, basta
repasar los periódicos de esos días fatales para comprobar cuánta alegría había
en las tiendas de la mafia y de la ultra derecha, llegaron al colmo de plantear
la formación de un frente político que les permita llegar al gobierno con éxito
y desde ahí pretender copar todo el Estado a nivel administrativo y
territorial.
Los medios de comunicación, hoy mayoritariamente centralizados y
con manejo monopólico, promueven e incentivan el triunfo político de la
ultraderecha, para esto levantan
cortinas de humo que encubren las relaciones que mantienen con los capos de las
mafias afincadas en todos los campos de la política nacional.
La izquierda, o lo que quedaba
de ella, derrotada, sin pena ni gloria, pareciera que se ha retirado agónica,
en espera de su resurrección y renovación programática y organizativa.
Ella aún no comprende que su accionar,
en termino de tiempo o periodo, es inmediato, de que es urgente que trate de
representar a la nación peruana con un nuevo proyecto de cambio o
transformación, que recorra y recoja los caminos y raíces ancestrales así como
los sueños de Túpac Amaru, Bolívar, Mariátegui y Arguedas. No es aceptable la
dispersión de las fuerzas de la izquierda, del centro, las nacionalistas y
patrióticas, en circunstancias dramáticas en que nos enfrentamos en una lucha
frontal contra la corrupción, las mafias y la ultraderecha.
Pese a la opacidad y debilidad
del frente democrático, patriótico nacional que se expresa mal en el Frente
Amplio, la felicidad, a la ultraderecha
y las mafias, por haber logrado notables triunfos en las últimas elecciones,
les duró poco, pues ahí nomás recibieron fuertes golpes que le ha hecho perder
el aliento y que ha puesto a las fuerzas sanas de la nación peruana en posición
de ofensiva. Pero tenemos que admitir que esta ofensiva es insuficiente sino se
convierte en fuerza política transformadora para derrotar a las fuerzas
enemigas del Perú, aliadas a la corrupción en las elecciones generales del
2016. Esto es luchar denodadamente, con un plan político de concertación
nacional a fin de que podamos recuperar el futuro para conducir al Perú hacia
un nuevo destino, con democracia real, con uso de las libertades plenas, con
dignidad solidaria y desarrollo humano.
Y es que las actividades
escandalosas de las mafias en el Perú no cesan, cada vez que tiramos de la
madeja más actividades mafiosas salen a la luz, así se ha podido comprobar en
los casos de los gobiernos regionales y municipales de Tumbes, Chiclayo, Ancash
(César Álvarez, siguiendo el ejemplo del fujimontesinismo, implementó una
central de chuponeo), caso del clan Orellana, el uso indebido del resguardo
policial a López Meneses y las acciones matonescas de su amigo.
Las cantidades
de dinero robadas por las mafias son enormes e irrecuperables en la mayoría de los
casos. Dinero que debió servir para el desarrollo y el crecimiento de las
economías de esas regiones. Esto es lo poco de lo que aún se conoce, pero ya
veremos como más adelante se descubrirán más escándalos. Si la alianza de las
mafias y la ultraderecha prosperan, todos los peruanos de a pie pagaremos las
nefastas consecuencias del saqueo de los recursos económicos de todo el país.
El Apra, de manera particular
el grupo mafioso que lo lidera, ha fracasado en su esfuerzo por aglutinar a las
fuerzas de ultraderecha y mafiosas. Y es que no podría ser de otro modo ya que
su líder y su pandilla es el personaje de imagen sucia, casi equiparable al
fujimontesinismo, de modo que las otras mafias no le tienen la mínima
confianza. Ya no es visto como un personaje político, tras dos gobiernos
moralmente desastrosos, en el que predominaron
el saqueo de las riquezas del estado y la violación de los DD HH
(Matanza en los penales y las ejecuciones extrajudiciales que realizaba el
Comando Rodrigo Franco), pero pueden crear un frente opuesto al de PPK - APP,
junto con Solidaridad Nacional, el Fujimontesinismo y el PPC
Recordemos que el
planteamiento que han hecho de formar un frente político ultraderechista para
capturar el gobierno el 2016, puede ser planteado en otros términos o en todo
caso formar dos bloques, que sin la izquierda ni las fuerzas de centro
liderando el frente nacional, les permitirá salir airosos en una confrontación
entre ellos, y arrastrar a las fuerzas pequeñas tras de sí, igual ocurriría con
la gran mayoría de la ciudadanía, de modo que les facilite el ascenso al
gobierno.
La tarea es hoy formar un
frente nacional, por la democracia, la soberanía nacional, el patriotismo
genuino, en lucha contra las mafias, la corrupción, por el ejercicio de la libertad
de expresión, contra la degeneración de política de los partidos y a favor del
bienestar humano, la integridad y el desarrollo nacional auto sostenido, en un
medio ambiente saludable.
Salvador Mendoza M
T. 16-11-14
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