Cráneo de K14. Fuente: Museo Pedro el Grande (San Petersburgo). |
El fósil de Kostenki 14, un
hombre del oeste de Rusia, revela sorprendentes hallazgos sobre la evolución en
el continente.
El fósil de Kostenki 14, un
hombre que vivió en el oeste de Rusia hace más de 36.000 años, ha revelado que
sus antepasados, cazadores y agricultores del Paleolítico, superaron la última
glaciación, y por tanto son más antiguos de lo que se pensaba. Luego
colonizaron Europa, se mezclaron con neandertales y se dividieron en al menos
tres grupos, todo ello antes de que Kostenki 14 naciera.
El análisis del ADN del fósil
de Kostenki 14 o K14, un hombre que vivió en el oeste de Rusia hace más de
36.000 años, ha revelado que los ancestros de los primeros europeos
sobrevivieron a la última glaciación. Las piezas básicas del genoma europeo
moderno son, por tanto, más antiguas de lo que pensaban los científicos. Su
origen se remonta al Paleolítico Superior, hace entre 50.000 y 100.000 años.
El estudio, que se publica
esta semana en la revista Science y que ha sido liderado por el Centro de
GeoGenética de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), traza un calendario
más detallado de la historia de los primeros europeos, que aún sigue sin estar del
todo escrita. Según los nuevos hallazgos, las tierras de Europa fueron
colonizadas durante 30.000 años por una única metapoblación (grupo de
poblaciones locales que están conectadas entre sí por procesos de emigración e
inmigración) formada por cazadores y agricultores del Paleolítico, que
superaron la última glaciación.
Los abuelos de los humanos
modernos salieron de su tierra original, en África, y se dispersaron por
Eurasia. Después de mezclarse con neandertales –en un encuentro que el nuevo
estudio data hace 54.000 años– la población ancestral enseguida se habría
dividido en “por lo menos” tres grupos iniciales (desde Eurasia occidental,
Asia oriental y un linaje desconocido), cuyos descencendientes desarrollarían
toda la diversidad de rasgos que hoy puebla Europa. Esa separación sucedió hace
menos de 36.000 años.
Trayectorias
“Cada grupo tuvo una
trayectoria propia, se mezclaron los unos con los otros en función de sus
distribuciones geográficas, y estas seguían su propia dinámica en función de los
efectos de la última glaciación en los ecosistemas de Eurasia”, explica a Sinc
Marta Mirazón Lahr, directora del Laboratorio Duckworth en la Universidad de
Cambridge (Reino Unido) y coautora del estudio.
Las comunidades se mezclaron y
fragmentaron, sufrieron cambios culturales, pasaron por un cambio climático,
pero siguieron unidas por el mismo hilo genético, que no cambió de manera
significativa hasta que los vecinos granjeros de Oriente Medio llegaron hace
8.000 años, trayendo con ellos la agricultura y un color de la piel más claro.
El análisis genético de K14
demuestra que antes de que él viviera, los ancestros de los europeos modernos
“ya se habían separado de los otros grupos, y que a partir de entonces se formó
la metapoblación europea, en la cual pequeños grupos de cazadores se
expandieron, colonizaron nuevos territorios, se aislaron, adquirieron algunas
características propias, y luego se extinguieron o se volvieron a mezclar con
otros grupos de europeos”, explica Mirazón Lahr.
Este proceso creó periodos de
unidad cultural sobre espacios inmensos que acabaron durante el último máximo
glacial, “cuando la población europea se fragmentó en refugios ecológicos”,
apunta la coautora. En este periodo, algunas poblaciones pudieron sobrevivir a la
fase climática extrema y seguir acumulando sus características genéticas.
Ejemplo de ello son los pueblos mesolíticos de Europa.
Según los análisis, el ADN de
K14 era similar a Mal’ta, un chico de 24.000 años de edad hallado en el centro
de Siberia, que pertenecía a los europeos del Mesolítico. Pero además, K14
compartió muchas variantes de genes con los granjeros europeos del Neolítico y
de poblaciones contemporáneas de Oriente Medio.
Un único encuentro con
neandertales
El análisis de K14 recoge además
otras informaciones. Una de ellas apunta a las interacciones prehistóricas con
los neandertales. “El genoma de Kostenki, al tener más de 36.000 años, tiene la
misma edad que las últimas poblaciones neandertales en Europa, y podría incluso
haber sido mitad neandertal. Pero no es así”, subraya Mirazón Lahr.
Según el estudio, el genoma de
K14 sugiere que hubo “un único momento de mezcla en el cual nuestros ancestros
tuvieron individuos neandertales dentro de su grupo”, añade la científica. K14
pudo albergar cerca del 1% más de ADN neandertal que los humanos modernos. Esto
se debe a que los genes no tuvieron tanto tiempo para combinarse después del
cruce entre neandertales y humanos. Este evento ocurrió hace unos 54.000 años,
al principio de la historia evolutiva de los pueblos que dejaron África.
Otro aspecto que revela el
genoma de K14 es su aspecto. “Ahora sabemos que las poblaciones paleolíticas de
Europa tuvieron piel oscura hasta hace muy poco. K14 tenía también piel oscura
y sus ojos eran marrones”, asegura la investigadora.
Los resultados muestran una
compleja imagen de la colonización de Europa por los humanos y sugieren que las
contribuciones genéticas de los primeros euroasiáticos a las poblaciones
modernas europeas no llegaron a través de diversos eventos migratorios desde
Asia hacia Europa, sino por un flujo de genes procedente de varias direcciones.
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