miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Adónde va Humala?


¿La Gran transformación o contuinismo?

A Augusto Álvarez Rodrich se le ha ocurrido preguntarse en público: ¿y ahora dónde va Humala después de la reculada de Repsol?, que según entiende habría desatado expectativas a la derecha y a la izquierda sobre los siguientes tiempos del gobierno.
 En un lado se habría entendido que “después de una reflexión” (unos buenos batacazos de prensa, una insurrección empresarial, varias interpelaciones en camino y las zanjatorias declaraciones de Nadine), el presidente habría llegado a la conclusión de que sus cavilaciones previas no se hicieron bien, y por todo eso estaríamos de nuevo en la senda y el futuro es que la situación no se moverá, los grupos económicos seguirán predominando sin interferencias y Repsol se irá a manos de quienes quieren seguir mandando en el negocio de los combustibles. Y se acabó el espanto.
 Pero el problema, anota el columnista, es que del otro extremo pueden estar considerando que después de esta primera batalla, podrían venir otros intentos y a lo mejor en alguna de esas se desata una dinámica que empieza a reducir el tremendo poder que la derecha ha exhibido en estos días. Por tanto don Augusto vuelve a su pregunta: ¿pero adónde va el presidente?, o más claramente sea dicho: ¿sabe realmente Ollanta dónde quiere ir?
 Esta angustia existencial del analista evade muy bien dónde estuvo durante la pelotera de hace algunas semanas para impedir el giro chavista, velasquista, estatista, como si hubiéramos vuelto a los días anteriores al nombramiento de Castilla y la ratificación de Velarde. En esos días también le dieron con todo hasta que el hombre cedió los dos puestos claves de la economía que se mantienen hasta la fecha. Y, a pesar de ello, en todos estos años siempre ha habido el que se pregunta en medio de tantas concesiones: ¿y adónde va Ollanta?
 Quiero responder, a mi criterio, de una sola vez la pregunta: Ollanta no va a ninguna parte, salvo a durar, y cada vez que intenta dar un paso no lo dejan, y no es verdad que haya una presión equivalente de derecha e izquierda (salvo que se incluya en este último concepto a los movimientos sociales tipo Conga). En realidad lo que tenemos desde hace tiempo es un presidente paralizado por el poder económico y mediático de la derecha, que después se interroga: ¿por qué no camina?
 Cuando el presidente dice tímidamente que quiere ir a una relación más equilibrada entre Estado desarrollista e inversión privada (que es lo que se pide en las encuestas), le cae una andanada de advertencias de guerra y aún los “ponderados” como AAR lo marcan por retrógrado, trasnochado, mamotreto entre otras linduras. Lo que significa que no puede ir dónde quiere y de nada sirven los votos o la opinión de la gente. Y después se preguntan…

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