domingo, 12 de mayo de 2013

Pastor descarriado


Comisión sin ÉTICA del Congreso

Si existe un círculo de los cínicos en el infierno ahí irá a parar el pastor Lay que hizo todo lo posible por andar al mismo tiempo de la mano de Dios y la del diablo, para terminar siempre alineado con las peores causas. Fue así miembro de la Comisión de la Verdad y aparente referencia del nuevo diálogo de católicos y protestantes, para derivar más adelante en candidato fallido a las presidenciales del 2006 y a las municipales de ese mismo año y el 2010, dejando al garete a sus parlamentarios y regidores una vez electos.
 En el 2011, el evangélico sintió que lo más afín a sus creencias era PPK y su sancochado por el Gran Cambio, y llegó finalmente al Congreso donde la adulonería de siempre lo trató con especial deferencia aparentemente por su condición de religioso y persona mayor, y pasó por alto las denuncias que llegaban de sectores de sus partidarios sobre malos manejos de los recursos de las campañas y tratamiento autoritario de las diferencias.
 Unánimemente fue consagrado presidente de la Comisión de Ética en el 2011 y ha mantenido el cargo hasta el presente. Y por si alguien podía tener duda de su imparcialidad por ahí fueron quedando sus sanciones a Anicama, Romero, Chehade y otros nacionalistas que parece que molestaron al presidente sobre todo por el número y el escandalete, a algunos fujimoristas y a otros de tercera línea de varias bancadas como para que se diga que había cierto equilibrio.
 Pero obviamente por estos detalles no es que pasará a la historia. Lay se irá de este mundo con la conciencia sucia por la manera tortuosa como manejó la sanción contra Javier Diez Canseco. En ese punto su cinismo y su afán de quedar bien con los “importantes” fueron singularmente rastreros. Seguramente imaginó que Javier estaba aislado por su ruptura con Gana Perú y cuando vio venir la orden de Palacio para castigar al izquierdista otorgó el voto que no quiso dar en la Comisión y que lo llevó a abstenerse de fundamentar el veredicto sin ética que quedo encargado, quizás por ironía, a un pobre diablo que apellida Díaz Dios.
 Luego han sido las exculpaciones de Kenji Fujimori, asociado a una empresa que hace contrabando y ayuda a pasar droga, al que ni siquiera le han preguntado de dónde sacó el dinero para invertir en ella; o a Velásquez Quesquén que asumió directamente la defensa de los intereses de la Universidad San Martín en el Congreso; o a Melgar Valdez que sigue amenazando gente en Huaura para que no le quiten el control de la distribución de agua; o a Grandez que echó la culpa a su mamá de 80 años del prostíbulo de menores que regenta con su familia. Esos son los verdaderos santos de don Humberto Lay.

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