Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros
Hay muchos aspectos de la vida
en los que el fondo son las formas. Me ha dado vueltas el pensamiento al ver la
manera torpe y descortés con que se ha manejado la salida del premier César
Villanueva y el cambio parcial de gabinete.
La descalificación del premier
hecha por el ministro Luis Miguel Castilla el domingo pasado en Cuarto Poder,
puede parecer a primera vista el exceso de un tecnócrata petulante, pero es
evidente que –por más erosionado que estuviera su criterio por el jet lag–
Castilla no se hubiera lanzado a desmentir a quien hasta ese momento era su
jefe de gabinete ministerial sin la aprobación del despacho presidencial.
Si un ministro desmiente a su
premier e indica que lo que este afirma “no está en agenda […] no está dentro
del gobierno” –cuando el solo hecho de que un primer ministro lo anuncie
significa que sí lo está–, equivale en los hechos a que el ministro anuncia el
despido del premier. Una falta de respeto
a Villanueva, que además de totalmente inmerecida es torpe e inmadura.
El nuevo primer ministro, René
Cornejo, no es un desconocido. El 2011 y 2012 apareció en un par de
investigaciones de IDL-Reporteros (reporteros.pe) la publicación digital de
periodismo de investigación que dirijo.
Una, escrita por Emilio
Camacho, examinó la forma en la que el consorcio Eje Vial Norte(Odebrecht,
Graña y Montero y, entonces, Andrade Gutierrez) ganó la buena pro de la
carretera Interoceánica Norte en mayo de 2005. La Contraloría investigó el caso
y encontró que el proceso de adjudicación le otorgó ventajas indebidas al
consorcio capitaneado por Odebrecht.
Según la Contraloría, el
cambio en las reglas de juego que hizo Proinversión “le restó transparencia al
proceso”, y pasó por alto “el principio de debido procedimiento”.
El entonces director ejecutivo
de Proinversión era René Cornejo, hoy nuevo premier.
Años después, en la campaña
para las elecciones de 2011, Cornejo trabajó en el equipo de Plan de Gobierno
de PPK. Como sucedió con algunos otros tecnócratas, ganó perdiendo y terminó en
el gabinete ministerial de Ollanta Humala.
De acuerdo con la nota “el
chuponeo y la purga” escrita por Romina Mella y publicada en IDL-R en mayo de
2012, la llegada de Cornejo al gabinete obedeció “a la enfática recomendación
del ministro de Economía, Luis Miguel Castilla”.
Cornejo tuvo inicialmente como
viceministro a Enrique Juscamaita, quien
había sido jefe de campaña de Ollanta Humala y Gana Perú en Lima y Callao,
en las elecciones de 2011. Antes de eso fue, desde 2006, coordinador general de Prodin, la ONG que creó Nadine Heredia.
Juscamaita parecía tener poder y llegada a la familia
Humala-Heredia. Pero el 18 de abril
de 2012, Cornejo le pidió la renuncia.
El viceministro quiso
hablar con el Presidente, sin conseguirlo. El 20 de abril leyó en El
Peruano la resolución que lo despedía, firmada por Humala y por Cornejo.
Viendo la evolución de las
cosas en los últimos días, uno pensaría que Castilla hizo una segunda “enfática
recomendación”.
Los que se quedan, las que se
van
Entre los que se quedan y los
que se van, hay por lo menos dos casos destacables.
Se queda el ministro del
Interior, Wálter Albán. Pensé que iba a aprovechar el “refresco del
gabinete” para esfumarse del ministerio,
pero no fue así. Y esa es una mala noticia.
Albán es una persona cordial,
afable, que no sirve como ministro del Interior. Ese es un ministerio que
requiere conocimiento, planes claros y bien pensados, acción.
En cambio, se pude hacer mucho
daño por pasividad, ignorancia, falta de resolución. A comienzos de año, Albán
mandó al retiro a varios de los mejores policías del país.
El visible y rápido deterioro
de la seguridad pública saltó pronto a la vista.
Si el ministro no sabe y
tampoco manda, si apenas flota mientras hay corrupción en todos los niveles, no
se necesita ser directivo del club Mensa para saber que, salvo las islas de
integridad que quedan en la Policía, la situación de seguridad no mejorará en el
futuro inmediato.
Una que se fue, en cambio, es Gladys Triveño, la ex ministra de
Producción.
¿Por qué razón salió? Creo que por haber sido una buena
ministra. En un sector tradicionalmente controlado y dominado por los
grandes grupos pesqueros, la independencia,
competencia e impermeabilidad a las presiones de Gladys Triveño ha tenido muy
poco precedente.
Triveño demostró ser capaz de
toda la energía necesaria para regular un
sector enormemente lucrativo, controlado por un cartel de pocas compañías.
La decisión de Triveño de no dejarse presionar provocó una campaña
incesante de la SNP, de la Confiep luego y del Grupo El Comercio para sacarla
del cargo. Hay que decir que por varios meses el presidente Humala apoyó su
gestión… hasta que se le acabó el apoyo esta semana.
Conversé con Triveño este
martes 25. Me dijo que tuvo claro desde
enero que la presión en contra suya iba a arreciar. Habló entonces con Humala: “…le dije que iba a haber mucha más
presión… quise decirle que estaba preparada”.
Volvieron a conversar el lunes
24. “Me dijo que iba a refrescar el gabinete… que no es un tema de marcha atrás
sino de refresco”.
Le pregunté qué creía que iba
a pasar ahora: “La SNP va a buscar, sin duda, la derogatoria del 005. Si eso
pasa, va a significar que ganó la
Confiep… [Pero] el mar es de todos los peruanos y no de unos poquitos”.
Aunque Triveño me dijo que se
iba “contenta, satisfecha, orgullosa de haber podido servir al país”, me parece
que la única satisfacción duradera será
ver que su esfuerzo por lograr un ministerio independiente, descolonizado,
competente y eficaz en la regulación, no resulte saboteado por el nuevo
ministro y el presidente que lo nombró.
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