Por: Oscar Felipe Ventura
Las circunstancias que se
viven en Venezuela, la cadena de mentiras sobre este hecho, la guerra
psicológica desatada desde hace un tiempo y sus implicancias de estos sucesos
en el mundo, en América Latina y en Perú, obligan otra vez a tratar este tema,
al que ya me he referido en anteriores comentarios.Empiezo con la siguiente cita del intelectual y prestigioso lingüista de Estados Unidos, Noam Chomsky:
“El cuadro del mundo que se le presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrado bajo una cadena de mentiras”. Esto es así porque ya Carlos Marx, lo había previsto en el siglo XX, en su obra “La Ideología Alemana”. Dijo Marx:
“Las ideas dominantes en un sociedad son las ideas de la clase que domina”. Así ha ocurrido y viene sucediendo con los hechos en Iraq, Libia, Siria, Ucrania y ahora en Venezuela. Sobre esos hechos, los medios de comunicación han manipulado, mentido y “han crucificado a su antojo”. Han actuado como avanzada de demolición para desmoralizar al adversario, criminalizar a los gobiernos y abrirle paso a los agresores y al imperio del norte: Estados Unidos.
Circulan en el mundo de hoy una serie de titulares provocadores y condenatorios con imágenes efectistas sobre Venezuela. Ese rol cumple la satanización constante del presidente Nicolás Maduro, el sabotaje económico, los asesinatos de personalidades ajenas a la política, como el caso de la ex Miss Universo venezolana.
También las imágenes de inestabilidad social y la delincuencia común, programada, fomentada y financiada por los golpistas y por el gobierno de Estados Unidos.
Esto es lo que difunden los periódicos como El Mercurio de Chile, ABC y El País de España, Clarín de Argentina y toda la red mediática de la derecha latinoamericana. Las imágenes de caos, la victimización de los protestantes violentos y la censura contra el gobierno bolivariano ocupan las pantallas de CNN en español, NTN 24 de Colombia y otras televisoras al servicio de las peores causas.
Todo esto tiene un sello de origen. Aquí está la mano del gobierno de Estados Unidos, el que ha desatado una campaña mediática en Latinoamérica, destapada desde Miami y Madrid (España), con tentáculos en Perú, Colombia, Chile y otros países, dirigida a hacer ver que el gobierno de Maduro es el que emplea la fuerza contra el pueblo y que en Venezuela reina el caos; esta información viene de un periodista extranjero vía internet.
La información dice que esa campaña mediática contra Venezuela tiene tentáculos en el Perú. ¿Es esto cierto? ¿Cuáles son esos tentáculos? ¡Claro que los hay! ¿La duda? Veamos:
El editorial del diario El Comercio del domingo 16 de febrero dice: “Las manifestaciones contra Maduro son pan de cada día y el gobierno no tiene empacho en reprimirlas cada vez de forma más brutal”.
El decano de la prensa nacional, en su editorial del día lunes 17 de esta semana lleva por título “Hipocresía de Estado” y como subtítulo pone la siguiente expresión: “El Perú y las democracias latinoamericanas deben empezar a oponerse a los autoritarismos de la región”.
En el mismo diario hay comentarios adversos al gobierno de Venezuela, como el de don Raúl Vargas, con su artículo titulado “En las fauces de San Valentón” (16 febrero). Lo mismo ha hecho doña Cecilia Valenzuela (“La Chichi”), en su columna de ayer miércoles. Pero además, esos tentáculos llegan a RPP. Tengo registrados los comentarios de don Raúl Vargas de los últimos días. Así por ejemplo el lunes 17 dijo: “La brutal crisis de Venezuela viene de atrás. El mismo día lunes 17 se estrena la flamante informante venezolana Paola Molina, a quien Guido Lombardi le preguntó sobre abusos sexuales contra estudiantes detenidos, a lo cual la periodista se va por las ramas y no aclara nada.
Pero hay más, el mismo lunes 17 como todas las semanas, Alfredo Barnechea, dijo que “resulta difícil que Maduro se mantenga”. En la misma fecha fue entrevistado en RPP, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, opositor al gobierno de Maduro, quien dijo que lo de Venezuela es una “falsa revolución”.
Lo mismo ocurrió en la edición de ayer miércoles en la que se dio amplio espacio a opositores al gobierno de Maduro. A esto es lo que Chomsky llama “Cadena de mentiras”.
Esos tentáculos también llega a Alan García, quien ha invitado para el “día de la fraternidad” a Henrique Capriles, a Leopoldo López, al alcalde de Caracas, a Corina Machado y al dirigente del Partido Acción Democrática, William Davial. “El pueblo apoya su lucha”, dijo Alan García…
Pero,
¿Cuál es el fondo de este grave problema?
Lo que ocurre hoy en Venezuela no es nuevo. Esto viene desde cuando Hugo Chávez, asumió la presidencia de la República en 1999. Esto puso en alerta al gobernó de Estados Unidos de entonces, porque se trataba de un gobierno de nuevo tipo que iniciaba la Revolución Bolivariana. Desde esa época empezó el complot contra el gobierno de Hugo Chávez y se extiende hasta hoy.
¿Por qué ocurre esto?
Porque la derecha – ahora con su sector más extremo y reaccionario de orientación fascista – promovida y monitoreada por el imperialismo yanqui, jamás bajan la guardia, pues creen que el poder les pertenece para siempre. Ellos jamás archivan sus proyectos de dominación ni se quedan cruzados de brazos. La ultra derecha venezolana busca el retorno al pasado, lo que significaría convertir a Venezuela en una colonia de Estados Unidos, por lo que sus riquezas petroleras serán saqueadas por el país del norte, obsesionado por recuperar el absoluto control del petróleo del que depende el modo de vida estadounidense y su propia seguridad nacional. Tal es el objetivo de las 14 bases militares estadounidenses instaladas en las costas de Venezuela.
Destacados analistas extranjeros coinciden en que lo que está en el centro de la cuestión no es la falta de democracia en Venezuela ni las restricciones a la libertad de expresión. Respecto a este último asunto, los hechos refutan la tendenciosa campaña. El 80% de los medios son privados; los tres diarios de alcance nacional (El Universal, El Nacional y Últimas Noticias) son opositores al gobierno, sobre todo los dos primeros y concentran el 90% de los lectores. De los cuatro canales de televisión abierta con cobertura nacional, tres de ellos (Venevisión, Globovisión y Televen) son de oposición y concentran el 90% de la audiencia, según refiere la empresa de medición de audiencia AGB. De acuerdo a la UNESCO (ONU), tres son los criterios que miden la libertad de información: la diversidad en la propiedad, la diversidad en los tipos de medios (públicos, comerciales, comunitarios) y la diversidad en los discursos. Si se compara lo que pasa en otros países de América Latina en el campo de la prensa, el ejercicio de este derecho en la República Bolivariana de Venezuela, es superior a lo que sucede en el Perú, en Chile, en Colombia, etc.
Pero hay otra razón de peso.
Para Estados Unidos, la autodeterminación del gobierno de Venezuela a partir de 1999 y sus extraordinarios esfuerzos a favor de la unidad de nuestra América, equivalen a una intolerable e inadmisible desafío, sostiene el intelectual argentino Atilio Borón. Y Estados Unidos no tolera estos retos y desafíos. El gobierno del país del norte promueve y utiliza la violencia derechista en Venezuela para dividir a América Latina.
EE.UU. no solo intenta golpear a Venezuela sino al bloque de integración regional que intentan un camino emancipatorio. Los objetivos de esta unidad son liberadores del poder hegemónico del cual aún son dependientes las naciones de América Latina y el Caribe, salvo Cuba, cuya larga resistencia es muy significativa.
La independencia lograda fue castrada por sucesivos gobiernos de Estados Unidos que mediante políticas expansionistas impusieron formas diversas de colonialismo y neocolonialismo encubierto. América Latina, bajo hegemonía imperial, fue intervenida a lo largo del siglo XX para impedir que surgieran gobiernos desafiantes, sembrando de dictaduras a nuestros países.
El surgimiento del ALBA, UNASUR, MERCOSUR y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) son importantes avances integradores. Todos ellos están trazados con un criterio emancipatorio, en el que el Hugo Chávez tuvo un rol prominente. Eso explica el odio pertinaz de Estados Unidos.
Es por eso que decimos que en Venezuela se decide en estos momentos también el futuro latinoamericano. Por eso tiene razón el presidente Nicolás Maduro cuando sostiene que “La revolución no renunciará al poder”. Por supuesto que no debe renunciar. Pero hay que advertir que estamos frente a un golpe en desarrollo; es decir, un proyecto de mediano y largo plazo. Confiamos en que la salida no sea dolorosa. Se tiene que ampliar el apoyo social y político. El pueblo venezolano tiene experiencia.
ofeven@hotmail.com
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