Actuo con el consejo de Dios |
Por: Yorka Gamarra Boluarte
Parte importante de la última
transición democrática vivida por el país, fue el desvelamiento de una red de
corrupción muy bien estratificada y altamente especializada en estos
menesteres. Esto desembocó en la conformación de dos grupos de investigación en
el Congreso de la República. La Comisión Investigadora de Casos de Corrupción
de la década 1990-2000 y otra Comisión Investigadora de los Delitos Económicos
y Financieros de esta etapa.
En nuestro país, el examen de
una gestión de gobierno, no es una práctica insólita, los presidentes Ramón
Castilla y Rufino Echenique han sido sometidos a sendos juicios de residencia
al término de sus mandatos.
El mundo marcha hacia la
transparencia y el gobierno abierto y ese debe ser el derrotero de los estados que
se precian de modernos. Por eso, las quejas de Alan García ante la Fiscalía y
la Defensoría del Pueblo, en “defensa de sus derechos constitucionales”, son de
antología.
No se trata aquí de
inhabilitar a un candidato a la presidencia de la república, se trata de
investigar cuestiones de posible alta corrupción. No se confunda las cosas.
La Comisión Investigadora
Multipartidaria Encargada de Investigar la Gestión del ex presidente Alan
García Pérez (Megacomisión) se crea en un ambiente particular. Asumía su
mandato Ollanta Humala, apoyado por amplios sectores de la población y del
empresariado en segunda vuelta, la bancada fujimorista, presionaba con
renunciar al grupo de trabajo si es que
lo presidía el entonces Congresista Javier Diez Canseco, la mitad del país
(51%) consideraba que la corrupción era el principal problema que enfrentaba el
Perú en esos días y el caso Brujas de
Cachiche, hacía tambalear al régimen, debilitando el discurso anticorrupción
del estrenado Presidente de la República y de su grupo parlamentario.
Sin embargo, lo peor estaba
por venir. El archivamiento de casi 30 casos de posible corrupción por parte
del Ministerio Público, entre ellos varios a los que le sigue la pista la
Megacomisión, era el plan B de los investigados.
Haber conducido al país en dos
oportunidades ha sido tiempo suficiente para aprender a no dejar el poder o,
parte de él, cuando ya no se tiene el gobierno. El Fiscal de la Nación José
Peláez Bardales, ha sido señalado reiteradamente de ser un solapado militante
del aprismo.
Colegios emblemáticos
Uno de los casos más
relevantes por sus implicancias sociales es el referido a los Colegios
Emblemáticos.
El Decreto de Urgencia (D.U.)
004-2009, crea la figura de los Colegios Emblemáticos, argumentando que la
crisis mundial, tendría “consecuencias impredecibles para nuestro país” y la existencia
de 56 colegios en situación crítica que deben ser atendidos ¿? El Presidente de
la Megacomisión en un acápite del informe parcial que hizo en agosto del año
pasado, señala que “los colegios emblemáticos no fueron parte del Plan
Anticrisis ni del Plan de Estímulo Económico, creados por el gobierno en
cuestión, para paliar las consecuencias de la crisis internacional”.
Y eso no es todo, lo que ha
encontrado la Megacomisión es que el informe que sustenta el Decreto de
Urgencia mencionado, se habría mandado a hacer después de su aprobación. Es decir, se sustenta en un
documento que en el momento de su aprobación, no existía.
Los alcances que recientemente
hace la Megacomisión sobre las conmutaciones de pena a narcotraficantes, son
reveladores de un manejo cuestionable no sólo de los dineros sino también del
poder. Se han vendido influencias al
mejor postor.
Por lo menos va quedando claro
que los indultos o conmutaciones de penas a sentenciados por narcotráfico, no
aspiraban precisamente a despoblar las cárceles del país, como lo señaló el ex
presidente en su defensa.
Hay la necesidad de fortalecer
y respaldar la labor que está llevando
adelante la Megacomisión, de generar un escenario favorable para que el trabajo
desarrollado por este grupo no sea cuestionado o relativizado por las
autoridades que después tendrán la obligación de iniciar procesos de investigación
si es que el informe final tuviera contenido penal.
Por eso mismo, deben ocurrir
dos cosas con carácter de urgencia, el Congreso de la República deberá aprobar
la ampliación de plazo que solicitará la Megacomisión en estos días, para
continuar con sus indagaciones, pero además y, sin interferir con la labor del
Ministerio Público, los organismos pertinentes, deberán poner sus buenos
oficios, frente al archivamiento adelantado de casos de presunta corrupción por
parte del Ministerio Público.
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