El Congreso de la República
finalmente votó la cuestión de confianza ratificando al gabinete Cornejo, tal como lo manda la
Constitución vigente. La falta de cambios en políticas y ministros parece
señalar que el oficialismo respira aliviado y se dispone a seguir manejando las
cosas como si nada hubiera sucedido. Sin
embargo, múltiples analistas han señalado que esta no ha sido una crisis más,
sino una crisis política mayor que ha puesto en cuestión el gobierno democrático
del Perú. El gobierno ha quedado debilitado y el gabinete si no sufre
modificaciones de fondo tiene como único destino arrastrarse hasta su próxima
crisis.
¿Cuál es el fondo de esta
coyuntura? El poder paralelo que ha establecido el gobierno de Ollanta Humala,
más allá de la institucionalidad republicana que señala a un Presidente elegido
que designa a un Premier y juntos a un gabinete de ministros. En la práctica lo
que existe es una Primera Dama que actúa como Presidente, y a veces también
como Premier, y un Ministro de Economía y Finanzas que se ha convertido en
superministro y a veces actúa también por encima de todos. Es patético en este
escenario el papel que juega la CONFIEP, yendo a negociar sus intereses de
corto plazo con Nadine Heredia y olvidando las reglas elementales de la
política democrática. Esta es una situación que, por estar fuera de todo
control institucional, se convierte en intolerable para cualquier partido que
no comparta el gobierno.
No es esta la primera
experiencia de poder paralelo que existe en el Perú. Recordemos a Fujimori y
Montesinos estableciendo un poder en las sombras que terminó convirtiendo al
régimen en una dictadura y al Estado en una máquina del delito, con el final
que ya todos conocemos. Y más recientemente a Alan García, reuniéndose cada semana
con los grandes propietarios o sus representantes, aunque siempre fuera ducho
en guardar las formas.
El poder paralelo molesta, sin
embargo, de diferente manera a distintos actores. Para los partidos de derecha:
el Apra, el fuimorismo, el PPC, Solidaridad Nacional, hasta Perú Posible; lo
que les parece mal es quedar fuera de este juego de poder y ver cómo el
oficialismo, y en especial Nadine Heredia, se benefician, en el corto y mediano
plazo, del mismo. En este punto chocan las ambiciones personales de Nadine
Heredia y Alan García, donde cada uno busca eliminar al otro antes de la
próxima competencia electoral presidencial. Para el centro y la izquierda,
escasamente representados en este parlamento, la preocupación es otra. Se trata
de un poder paralelo expresado por Nadine Heredia y Luis Miguel Castilla, que
representa los grupos de poder económico que han copado el gobierno de Humala
como no lograron hacerlo con ningún gobierno democrático en la historia
reciente.
El Premier René Cornejo ha prometido
que no va a permitir la intromisión de la Primera Dama y con ello se ha ganado
los votos de algunos partidos de derecha con los que ha podido salvar el
escollo. ¿Significará esto un cambio de
rumbo? Creemos que existe el espacio
para que algunos cambios, en términos de políticas y ministros se puedan hacer.
Discusiones recientes sobre la necesidad de elevar el salario mínimo, ampliar
la refinería de Talara o ejecutar el gaseoducto del sur, son buenos ejemplos de
cómo, sin alterar grandes lineamientos de política, se pueden producir algunos
cambios urgentes. Sin embargo, existiendo el espacio para algunas reformas, no
vemos en el gobierno la capacidad política para llevarlas adelante. Da la
impresión de que continúan ensoberbecidos en el manejo arbitrario del Estado y
que consideran cualquier concesión como una pérdida que los aleja de sus
objetivos de poder.
En estas condiciones la crisis
parece ser un paso más hacia una crisis mayor, en la que el poder paralelo ya
no solo amenace sino directamente se burle de la institucionalidad democrática.
Llegado este punto el giro autoritario puede ser irreversible por lo que hay
necesidad de enfrentar esta situación. Desde Otra Mirada consideramos
indispensables exigir un nuevo gabinete que descarte a personajes como Cornejo
y Castilla e impulse medidas en cinco rubros fundamentales:
· Políticas económicas que
impulsen la actividad interna y aumenten el salario mínimo.
· Nueva ley general del
trabajo que defienda los derechos laborales.
· Defensa de nuestros recursos
naturales, ampliando la refinería de Talara y ejecutando el gaseoducto del sur.
· Reforma política que mejore
la participación y representación ciudadanas.
· Reforzamiento del combate a
la delincuencia y al crimen organizado, impulsando la seguridad ciudadana y la
labor especializada de la Policía Nacional.
Esta es la única manera en la
que podemos visualizar un horizonte democrático para el 2016.
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