JURAMENTACIÓN DE LA PRESIDENTA DEL PNP |
Creo que la
idea de normar legalmente las funciones de la primera dama, sería como darle
vida a frankestein, lo que si pienso es que se debe recalcar taxativamente las
funciones de los ministros y gabinete, responsabilizando constitucionalmente a
cada uno de las interferencias ajenas que ocurran en sus portafolios de tal
manera que sus funciones no puedan ser penetradas por cualquier vladimiro o
nadine, bajo responsabilidad legal.
El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido
Nacionalista, elegido en diciembre 2013, no se ha reunido ni una sola vez. La
presidenta no se ha dignado a citarlo. El partido sigue aplicando la táctica de
no tomar posición: no firmar el comunicado de la derecha sobre Venezuela pero
no proponer ninguna posición propia, como si lo hizo el Frente Amplio; no
participar en las elecciones de octubre; no opinar oficialmente sobre el cambio
de ministros; etc. Las luchas intestinas siguen revueltas tanto en Lima como en
provincias. Los locales siguen abandonados y la estructura partidaria es cada
vez más débil en plazas estratégicas como Cusco, Arequipa y otras.
Nada ha cambiado en más de dos meses, salvo la
nueva fórmula que se está repitiendo con frecuencia que cuando Nadine mete sus
narices en asuntos de gobierno, lo está haciendo ya no porque haya confundido
el papel de la primera dama, sino porque es la presidenta del partido oficial.
Tal como se está manejando este tema se podría decir que su nombramiento a
propuesta de Ollanta Humala se hizo sólo para eso y que lo que se quiere trasmitir
es que el cogobierno no es de los esposos sino de los socios políticos.
Claro que existe la sospecha de que la
interpretación está siendo hecha a posteriori, a falta de argumentos para
justificar que la doña derribara un primer ministro y avalara al que Villanueva
quería sacar del camino. Y que a fuerza de que algunos empezaron a utilizar
esta coartada, otros se fueron copiando el argumento. Es una manera de decir
que el encargo a Nadine se hizo sin pensar exactamente en alguna razón
específica que no fuera de que las posiciones de poder no pueden ir más allá de
la pareja.
Porque lo evidente es que Nadine no quería una
vocería política frente a la de los otros partidos, y lo que se ha visto no es
sino una voz de mando reforzada dentro del gobierno. Nunca se vio a un
presidente de partido subrayar la agenda del gabinete ni definir quién es el
que debe hablar sobre determinados temas, en este caso el del salario mínimo.
Eso, aunque parezca una explicación para idiotas, es precisamente el espacio
para el que existe el premier y que los Humala-Heredia no han querido reforzar
con ninguno de sus primeros ministros.
Nadine, por supuesto, no ha aportado ninguna idea
política de valor en todo lo que va del gobierno y sin embargo cada día aumenta
su reputación como el personaje más poderoso del régimen. Es claro que no va
ganando esta posición como lideresa con algo que ofrecer al país, sino como
usurpadora de responsabilidades dentro de la organización del Estado, con el
consentimiento o la pasividad de su marido. Pocas veces debe haberse visto en
la historia mundial justificaciones más deplorables para una cosa más penosa.
Una degradación colectiva en nombre de un capricho de poder.
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